REDACCIÓN ELONCE
El 7 de septiembre de 1996, Miriam Bianchi murió en un accidente en Entre Ríos. Su tema “No es mi despedida”, grabado poco antes, fue tomado por sus seguidores como un mensaje espiritual que reforzó la fe en la figura “milagrosa” de la cantante de cumbia.
La canción premonitoria de Gilda que sus fans consideran milagrosa. El 7 de septiembre de 1996, la música popular argentina perdió a una de sus figuras más queridas. Miriam Bianchi, más conocida como Gilda, falleció en un accidente de tránsito en el kilómetro 129 de la Ruta Nacional 12, a la altura de Paranacito (Entre Ríos), a los 34 años. Su repentina partida dejó un vacío en la cumbia, pero también el nacimiento de un mito que se mantiene vivo hasta hoy.
La última canción que entonó antes del siniestro fue No es mi despedida, cuyo fragmento resultó enigmático: “No pienses que voy a dejarte, no es mi despedida. Una pausa en nuestra vida. Un silencio entre tú y yo”. La letra, compuesta junto a su pareja y productor Juan Carlos “Toti” Giménez, fue interpretada por muchos como un mensaje premonitorio.
El tema se incluyó en el álbum póstumo Entre el cielo y la tierra, gracias a que la voz de Gilda había quedado grabada en un cassette recuperado tras el accidente. Aunque su publicación generó controversia, los fanáticos lo recibieron como una prueba más de la conexión espiritual que sienten con la cantante.
El accidente que marcó una leyenda
El colectivo en el que viajaba su banda fue embestido por un camión proveniente de Brasil. Además de Gilda, murieron su madre Isabel, su hija mayor Mariel, tres músicos y el chofer. Solo sobrevivieron Toti Giménez y Fabricio, el hijo menor de la cantante, quien años más tarde seguiría los pasos de su madre en la música.
La tragedia transformó a Gilda en leyenda y dio origen a un santuario en el lugar del accidente, que hasta hoy recibe peregrinos que le atribuyen milagros y favores concedidos.
La maestra jardinera que se convirtió en estrella
Antes de ser un ícono de la cumbia, Miriam era una maestra jardinera de Villa Devoto que decidió cambiar de vida a los 28 años, en un ambiente musical dominado por hombres. Tras leer un aviso en un diario, se presentó a una audición con Toti Giménez, quien luego sería su compañero artístico y personal.
Debutó en grupos como La Barra y Crema Americana antes de convertirse en solista bajo el sello Clan Music, rebautizada como Gilda. Grabó De corazón a corazón (1992), La única (1993), Pasito a pasito con... Gilda (1994) y Corazón valiente (1995), disco que alcanzó oro y doble platino. Su música trascendió fronteras y se escuchó en países como México, Chile, Perú, Bolivia, Ecuador y Uruguay.
El mito de “la santa de la cumbia”
Durante su vida, algunos fanáticos ya creían que Gilda tenía poderes sanadores. Tras su muerte, ese mito se multiplicó. Muchos la invocan como una “santa popular” y aseguran haber recibido milagros a través de su intercesión.
Su legado artístico también inspiró la película Gilda: No me arrepiento de este amor, protagonizada por Natalia Oreiro, y la obra teatral Gilda, la obra. Su historia refleja la lucha contra los prejuicios y el coraje de cumplir un sueño en un género dominado por hombres.
Una huella imborrable
“Recuérdame en cada momento, porque estaré contigo. No pienses que voy a dejarte, porque estarás conmigo”, cantaba en la canción que muchos consideran un anticipo de su partida. A casi tres décadas de su muerte, Gilda sigue siendo recordada como la número uno indiscutida de la cumbia argentina, cuya voz continúa sonando en cada fiesta y en el corazón de sus seguidores. (Con información de Infobae)