“La idea es ayudar, que es lo que llena el alma”, expresó a Elonce Vanesa López, de la Asociación Para Dar. Gracias a un gesto solidario, la Escuela Luz Vieira Méndez de Paraná recibió una heladera que permitirá mejorar la alimentación de sus alumnos.
La necesidad era concreta y urgente. La Escuela Luz Vieira Méndez de Paraná no contaba con una heladera en condiciones, y eso limitaba su capacidad de ofrecer una alimentación adecuada a los chicos. Pero el sueño de contar con ese recurso esencial se volvió realidad gracias a un gesto solidario que emocionó a toda la comunidad educativa.
Vanesa López, referente de la Asociación Para Dar, relató a Elonce cómo nació la donación: “Simplemente pregunté qué hacía falta, y me dijeron que una heladera. Sobre todo pensando en el verano, para poder conservar los alimentos. Desde nuestro equipo, junto a una familia solidaria, conseguimos una donación. La idea es ayudar, que es lo que llena el alma”, expresó conmovida.
Una herramienta que transforma lo cotidiano
La llegada de la heladera significa mucho más que un electrodoméstico nuevo. Para quienes todos los días se esfuerzan por garantizar que los chicos desayunen y merienden, representa una herramienta que cambia la rutina. “Nos permite tener listos con anticipación otros alimentos, brindar un mejor servicio y también soñar con ofrecer heladitos o cosas saludables en verano”, explicó la directora, Carolina Rotoli.
Antes, todo debía hacerse al instante: “Comprábamos lo justo para ese día, nada se podía guardar. Teníamos una heladera muy deteriorada, y sabíamos que desde el sistema de comedores escolares está todo muy sobrecargado. Esta ayuda fue una luz enorme”, remarcó con gratitud.
La solidaridad como lección de vida
Más allá de lo práctico, la directora destacó que el gesto también enseña. “Los chicos ven esto y aprenden que dar tiene valor. Que hay personas que se preocupan por los demás. Eso también es educación”, señaló Rotoli, con emoción.
La escuela aún tiene otras necesidades: equipos de sonido para los actos escolares, un tinglado para proteger a los estudiantes del sol en verano. Pero esta donación, nacida del simple acto de preguntar “¿qué necesitan?”, marcó un antes y un después. “Es un ejemplo de que cuando hay voluntad, los sueños se pueden cumplir”, concluyó Vanesa.
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