REDACCIÓN ELONCE
Guillermo José Vega, juez de paz de la localidad de Santa Elena, vivió una experiencia única en el Vaticano. Fue una de las primeras personas que tuvo la oportunidad de ingresar a la Basílica de San Pedro para despedir al Papa Francisco, luego de su fallecimiento. En diálogo con el programa GPS de Elonce, relató cómo se produjo esta emotiva vivencia.
"Ha sido una experiencia inigualable", expresó Vega, quien había viajado a Roma junto a su esposa con motivo de una audiencia privada previamente solicitada con el Papa Francisco. "Llegué el 8 de abril a Roma y el 9 me atendió el servicio diplomático del Vaticano donde me informan que era imposible que nos atendiera porque su salud estaba muy delicada", comentó.
Ante esta situación, el sacerdote entrerriano Gabriel Viola, de Colonia Nueva y parte del cuerpo diplomático, le ofreció ayuda. "Se me ocurrió decirle si podía dejarle una cruz para que el Papa la bendijera. Él accedió y me dijo: 'Vamos a hacer todo lo posible'." La cruz, hecha de madera del histórico muelle de Santa Elena, llevaba también una imagen de Santa Elena.
Un momento de tristeza y milagro
Vega se encontraba en Barcelona cuando recibió la triste noticia del fallecimiento del Sumo Pontífice. "Entró la secretaria a las 7:30 de la mañana y nos dio la triste noticia. Ahí arrancaba otra historia porque teníamos que volver a Roma para buscar esa reliquia de la Iglesia que tenía que volver a Santa Elena", narró.
Al llegar nuevamente al Vaticano, “en la puerta Santa Ana, de acceso al Estado Vaticano, ya había muchísima gente. El sacerdote argentino nos hace señas y me trae la cruz y la imagen”
Y gracias a la gestión del padre Viola, Guillermo y su esposa pudieron acceder a la Basílica antes de la apertura oficial al público. "Ahí se produjo el milagro", dijo emocionado. "Nos gustaría que pasen y que puedan saludar al Santo Padre", les transmitieron.
Así, fueron parte de un grupo reducido de 50 a 100 personas que despidieron a Francisco. "Entramos con mucha emoción, conmovidos, y sentíamos una enorme paz", recordó.
“Me vine con esa cruz, que fue uno de los últimos actos que llevó adelante Francisco. Va a quedar en la parroquia de Santa Elena. Fue hecha con madera del muelle histórico. Los chicos del colegio técnico Fernando Torres Vilches, por una iniciativa de la Iglesia de Santa Elena, tomaron esa idea para elaborarla.”
Durante la ceremonia, el protocolo permitía tomar fotografías, aunque se solicitaba a los presentes que circularan continuamente para mantener el orden. "Se permitía filmar, pero no sacar selfies. Había una emoción enorme", describió Vega. Y dio cuenta que estuvo durante tres horas en la plaza San Pedro donde “no había gente llorando, había gente muy triste, pero con una gran paz y tranquilidad”.
Finalmente, Vega compartió: "La vida nos ha regalado algo muy lindo a Santa Elena, a mi comunidad y a la provincia de Entre Ríos. Uno ofrece con mucha humildad lo mejor que puede dar de esta querida provincia".
Una enseñanza para el mundo
Conmovido, el juez de paz destacó el legado del Papa Francisco. "El Santo Padre nos enseñó que en la Iglesia hay lugar para todos. Nos animó a los jóvenes a hacer lío, a ser protagonistas, a transformar este mundo", afirmó.
"Fui a Roma a decirle hola y contarle el trabajo de los jueces de Paz, y terminé diciéndole adiós, pero con un adiós lleno de cariño y con el compromiso de que ese legado de humildad, que va a ser inigualable, sea un legado que trascienda las palabras", concluyó. Elonce.com
