El Informe Mundial sobre la Felicidad 2025, concluye que compartir comidas con otros genera un aumento significativo de bienestar. El estudio, basado en datos de 142 países, destaca el fuerte impacto de este hábito cotidiano.
El Informe Mundial sobre la Felicidad 2025 reveló que la clave para una vida más feliz podría estar más cerca de lo que pensamos: en la mesa compartida. El informe, elaborado por la Red de Soluciones para el Desarrollo Sostenible de la ONU con datos de Gallup y el Centro de Investigación del Bienestar de la Universidad de Oxford, concluyó que quienes comparten almuerzos o cenas con otros reportan mayores niveles de satisfacción.
El capítulo “Compartir comidas con otros” detalla que este hábito se asocia a emociones positivas intensas, menos sentimientos negativos y un bienestar similar al que aportan factores como el empleo o el nivel de ingresos. El hallazgo, además de revelador, es accesible para millones de personas en todo el mundo.
Según el informe, las comidas compartidas tienen un valor social y emocional tan potente que pueden incidir en la salud mental y emocional de las personas, y contribuir activamente al llamado “bienestar subjetivo general”.
Una práctica cultural con impacto global
El estudio incluyó entrevistas a miles de personas entre 2022 y 2023 en 142 países. La consigna era clara: ¿cuántas veces a la semana comés con alguien? La diversidad en las respuestas reveló una influencia directa de las costumbres culturales en la frecuencia de este hábito.
En América Latina y el Caribe, la media llega a nueve comidas compartidas por semana. En Costa Rica, Panamá y Paraguay, ese número asciende a entre 10 y 11, reforzando la idea de que las relaciones sociales son pilares del bienestar en la región. En Asia Meridional, en cambio, el promedio es de cuatro comidas semanales.
Europa Occidental, América del Norte y Australia promedian ocho comidas compartidas por semana. Estados Unidos registra seis, mientras que Canadá alcanza 8,4. Este último dato se correlaciona con el alto índice de felicidad de ciudades canadienses, como Ottawa, que figura entre las más felices del continente.
Menos soledad y más apoyo social
Uno de los aspectos más significativos del Informe Mundial sobre la Felicidad 2025 es la vinculación entre este hábito y la cohesión social. Las comunidades que comparten más comidas también reportan mayor apoyo mutuo, reciprocidad ciudadana y menores índices de soledad.
La práctica de comer en compañía se perfila como una estrategia efectiva para fortalecer el tejido social. Incluso si los lazos no son profundos, compartir la mesa reduce el aislamiento y genera un entorno más propicio para la colaboración y el apoyo emocional.
Los expertos remarcan que fomentar este tipo de encuentros —ya sea en la familia, con amistades o incluso con conocidos casuales— puede ser clave para combatir el malestar emocional creciente en sociedades urbanizadas y cada vez más individualistas.
La felicidad también se construye con vínculos débiles
Contrario a lo que muchos suponen, el informe aclara que no es necesario que exista una relación íntima entre quienes comparten las comidas. Incluso los encuentros con vínculos débiles tienen un efecto positivo en la percepción del bienestar y ayudan a desarrollar lo que se conoce como “capital social”.
Cada comida compartida es, según el estudio, una inversión emocional que reduce la probabilidad de experimentar soledad, mejora la reciprocidad comunitaria y favorece la salud emocional colectiva. En tiempos donde el aislamiento se ha vuelto común, esta práctica adquiere una relevancia extraordinaria.
El Informe Mundial sobre la Felicidad 2025 invita a repensar el valor de la mesa compartida no solo como un acto cotidiano, sino como una política pública de salud emocional.