Hay tres variables que más inciden en la seguridad: juguetes no certificados, productos inadecuados para la edad y falta de supervisión adulta.
LaSociedad Argentina de Pediatría(SAP) alertó sobre el alto riesgo de lesiones en niños vinculadas al uso de juguetes, especialmente en menores de cinco años, y advirtió sobre la importancia de reforzar los cuidados en el hogar.
“Los juguetes que no cumplen con las normas de seguridad o no son apropiados para su edad y/ o desarrollo pueden transformarse en un riesgo para la salud infantil”, señaló la doctora Adela Armando, médica pediatra y secretaria del Comité Nacional de Prevención de Lesiones de la SAP.
La doctora Cecilia Rizzuti, médica pediatra y prosecretaria del Comité Nacional de Prevención de Lesiones de la SAP recordó que, aunque en su mayoría las lesiones ocasionadas por juguetes son leves -caídas, golpes o tropiezos que no suelen llegar a la consulta médica-, existen situaciones que revisten mayor gravedad. “Nos preocupa, por ejemplo, cuando un niño pequeño logra desprender una pieza chica, como una ruedita, y la introduce en la boca. Ese cuerpo extraño puede terminar en el aparato digestivo o en las vías respiratorias, con consecuencias que van desde una obstrucción hasta la muerte”, advirtió.
Tres factores de riesgo
Hay tres variables que más inciden en la seguridad: juguetes no certificados, productos inadecuados para la edad y falta de supervisión adulta. “Si juntamos las tres patas tenemos un desastre completamente predecible. Por eso hacemos hincapié en juguetes certificados, adultos comprometidos en la vigilancia y en que los objetos sean acordes a la edad y al desarrollo del niño ”, remarcó a Los Andes esta última profesional.
Armando detalló que los principales problemas de salud por esta causa son: atragantamientos y asfixia por piezas pequeñas, globos o envoltorios plásticos; intoxicaciones por pinturas, plásticos o metales pesados, además de la ingesta accidental de pilas botón. También se presentan lesiones traumáticas como cortes y caídas por juguetes defectuosos o rodantes inestables; quemaduras y riesgos eléctricos por baterías defectuosas o sobrecalentamiento de componentes. Hay pequeños que además deben acudir al médico por dermatitis e infecciones por juguetes de tela o peluche no lavables y afectaciones auditivas o visuales por ruidos excesivos o luces láser/LED de alta intensidad.
Un punto que genera especial preocupación son las pilas botón. “En juguetes de baja calidad suelen estar apenas cubiertas por una tapa que se desprende fácilmente. Si un niño las traga, pueden causar obstrucción, perforación, efectos cáusticos sobre la mucosa del esófago e incluso afectar órganos vitales”, explicó Rizzuti. También advirtió sobre los imanes, que al ser ingeridos en conjunto pueden atraer entre sí y generar obstrucciones intestinales severas.
Los especialistas de la SAP también señalan la presencia de sustancias tóxicas en algunos materiales. “Nos preocupan los metales pesados y los ftalatos que se usan en plásticos blandos. Pueden afectar el desarrollo y no deberían estar presentes en juguetes destinados a niños pequeños”, subrayó la pediatra.
Los problemas de salud más frecuentes que pueden aparecer son:
- Atragantamientos y asfixia por piezas pequeñas, globos o envoltorios plásticos
- Intoxicaciones por pinturas, plásticos o metales pesados, además de la ingesta accidental de pilas botón
- Lesiones traumáticas como cortes y caídas por juguetes defectuosos o rodantes inestables
- Quemaduras y riesgos eléctricos por baterías defectuosas o sobrecalentamiento de componentes
- Dermatitis e infecciones por juguetes de tela o peluche no lavables
- Afectaciones auditivas o visuales por ruidos excesivos o luces láser/LED de alta intensidad
Juguetes importados en la mira
Por su parte, la Cámara Argentina de la Industria del Juguete (CAIJ) advirtió sobre los riesgos que representa la flexibilización en los controles de productos importados.
“Hoy se permite que con un solo informe de ensayo del exterior y una declaración jurada -que incluso podría ser falsificada- el juguete se venda sin pasar por una verificación local ni de un laboratorio argentino”, explicó a Los Andes Julián Benítez, referente de la CAIJ.
Según detalló, la industria nacional se especializa en rubros como masas de modelar, juguetes didácticos, juegos de mesa y bloques. En cambio, la oferta importada está dominada por muñecas tipo Barbie, figuras de acción y productos con mecanismos electrónicos.
El problema, señaló, es que la fiscalización ya no ocurre en la aduana sino después de que los juguetes están en el mercado: “La fiscalización es posterior y queda a cargo de la Secretaría de Comercio cuando los productos ya están distribuidos en el mercado distribuidos; el problema es que sin ensayos o revisiones de la documentación previa a la distribución del país, se pierde la trazabilidad y aumenta el riesgo que circulen juguetes peligrosos”, apuntó.
Entre ellos, mencionó piezas pequeñas que pueden provocar asfixia, pinturas con plomo, plásticos con ftalatos, fallas eléctricas y el desprendimiento de pilas botón: “Cuando se ingiere una pila, en dos horas puede perforar los tejidos del sistema digestivo. Es el terror de las guardias pediátricas”.
Agregó que además del riesgo sanitario, esta situación “genera competencia desleal con productos de menor calidad e inseguros”, sostuvo Benítez.
Convenio para el uso seguro de juguetes
De este escenario surge el mencionado convenio de cooperación con la CAIJ con el objetivo de promover el uso seguro de estos productos. El acuerdo incluye campañas educativas, capacitaciones, publicaciones conjuntas y asesoramiento técnico a fabricantes y comerciantes para garantizar estándares de calidad. “Uno de los grandes problemas que tenemos en Argentina es la falta de datos. Por eso elaboramos un documento que permita declarar incidentes con juguetes y así generar estadísticas para diseñar buenas políticas públicas”, explicó la pediatra Cecilia Rizzuti.
El presidente de la CAIJ, Matías Furió, destacó que la alianza con la SAP “es un paso muy importante para reforzar la prevención y garantizar que los juguetes que llegan a manos de los chicos cumplan con los máximos estándares de calidad y seguridad”.
En este marco, se reforzó el sello Juguete Seguro, que certifica ensayos de toxicidad y seguridad mecánica, y se lanzó un Observatorio de Seguridad en Juguetes. Este espacio se ocupará de detectar riesgos, difundir recomendaciones, controlar el cumplimiento de normas y otorgar el sello a los productos aprobados.
Además, se habilitó un formulario online en la web de la CAIJ para reportar lesiones, cuyos datos serán analizados junto al Comité de Prevención de Lesiones de la SAP.
Con estas acciones, ambas instituciones buscan reducir accidentes infantiles y promover un juego responsable y seguro.
Supervisión y prevención
En cuanto a la edad de mayor vulnerabilidad, los menores de 4 años son el grupo más expuesto. Rizzuti señaló que no hay datos estadísticos en Argentina sobre esta temática. Pero para graficar la situación trajo a colación: “El gobierno de Canadá registró entre 2011 y 2022 unos 29.000 casos de lesiones por juguetes, con mayor incidencia en menores de cuatro, seguidos por los de 4 a 9 años”, detalló Rizzuti.
Los más chiquitos son los de mayor riesgo, porque todo les llama la atención y tienden a llevarse los objetos a la boca.
“Es fundamental prestar atención a la edad y el modo de uso sugeridos para el juguete. No son datos accesorios: son indicaciones basadas en evaluaciones de riesgo específicas. Un objeto con piezas desmontables puede ser seguro para un niño de ocho años, pero representa un riesgo de asfixia para uno de tres. Los juguetes deben ser revisados periódicamente. Aún si son seguros cuando están íntegros pueden ser riesgosos cuando las piezas están dañadas”, destacó la doctora Rizzuti.
Además de prestar atención al etiquetado y al origen del juguete, desde la SAP sugieren que los adultos acompañen activamente el momento del juego, sobre todo en los primeros años de vida. “La condición de juguete seguro no reemplaza la necesidad de supervisión. Es una herramienta de estimulación, pero también puede ser fuente de daño si se usa de manera inadecuada. Supervisar, compartir y guiar el juego ayuda a prevenir lesiones y también fortalece el vínculo afectivo”, subrayó la doctora Armando.
Furió indicó que esta articulación entre la SAP y la CAIJ también puede fortalecer la vigilancia epidemiológica sobre incidentes relacionados con juguetes. “Los pediatras están en la primera línea de atención cuando ocurre una lesión. Poder sistematizar esa información y retroalimentar al sector productivo es clave para seguir mejorando. Este es un círculo virtuoso entre salud y producción”, destacó.