El Papa aprobó la beatificación del empresario argentino Enrique Shaw, un pionero en la integración de la fe y el mundo empresarial, destacando su legado humano y cristiano.
El Vaticano confirmó este miércoles la beatificación de Enrique Ernesto Shaw, un empresario argentino que dejó una huella imborrable en la historia del país y el mundo empresarial. La decisión papal fue aprobada por el Papa León XIV, quien autorizó la promulgación del decreto de beatificación, que también incluyó la declaración de mártires de once españoles asesinados durante la Guerra Civil. Shaw, quien falleció en 1961, se convirtió en el único beato entre ellos no vinculado a ese período histórico, lo que subraya la singularidad y trascendencia de su figura.
La beatificación de Enrique Shaw es un hecho histórico para Argentina, ya que se convierte en el primer empresario en ser reconocido por la Iglesia Católica como un ejemplo de santidad. Shaw fue un ferviente católico, esposo, padre de nueve hijos y empresario, cuya vida estuvo marcada por su compromiso con la dignidad humana en el ámbito laboral y social. Desde la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE), que fundó y presidió, impulsó la Doctrina Social de la Iglesia en el mundo económico argentino, destacando por su visión de la empresa como una comunidad de personas, y no como una mera máquina de lucro.
Un hombre providencial para nuestros tiempos
Enrique Shaw promovió valores como el respeto, la justicia y el diálogo dentro de su empresa, y fue pionero en la implementación de medidas laborales que beneficiaron al trabajador y a su familia. Su impulso al salario familiar, una idea revolucionaria en su época, tenía como objetivo garantizar que los trabajadores pudieran mantener una vida digna, teniendo en cuenta no solo su trabajo, sino también su responsabilidad como sostén de la familia. En un contexto de fuerte conflictividad social y persecución religiosa en Argentina, Shaw no solo se mantuvo fiel a su fe, sino que también defendió públicamente sus convicciones, lo que le valió la detención en 1955 debido a su compromiso cristiano.
Su vida estuvo marcada por una coherencia poco frecuente entre sus creencias y sus acciones. Shaw se convirtió en un líder empresarial con un claro mensaje: la fe y la empresa no solo pueden coexistir, sino que deben integrarse para promover el bien común. "Ahora soy feliz, ya que por mis venas corre sangre obrera", expresó Shaw en un emotivo momento cuando, tras enfermar gravemente de cáncer, los obreros de su empresa se ofrecieron a donar sangre para salvar su vida. Esta frase refleja el profundo vínculo humano que Shaw cultivó con quienes trabajaban a su lado, consolidando su legado como un hombre providencial para sus tiempos.
Un milagro y un legado de santidad
La beatificación de Enrique Shaw es también el reconocimiento a un milagro atribuido a su intercesión. En 2021, el Papa Francisco lo declaró venerable, un paso crucial hacia su beatificación, y en 2025, el milagro asociado a su figura superó la instancia médica y fue aprobado por la Comisión Teológica. En junio de ese año, la Comisión de Teólogos aprobó de forma unánime la oración de intercesión dirigida a Shaw, lo que permitió avanzar en el proceso de su beatificación. Hoy, con la promulgación del decreto papal, Enrique Shaw se convierte en un beato, un ejemplo para el mundo, no solo como empresario, sino como un hombre de fe que transformó su entorno a través del trabajo y el compromiso cristiano.
La noticia fue recibida con gran alegría por la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE) y la Acción Católica Argentina (ACA), quienes celebraron el reconocimiento de la santidad de Shaw, destacando su legado como un modelo para la humanización de la economía. Para la presidenta de ACDE, Silvia Bulla, la beatificación de Shaw "le brindará al mundo el primer empresario reconocido como un ejemplo de santidad", subrayando su llamado urgente a trabajar por el bien común y la dignidad del trabajo en todos los ámbitos de la sociedad. (Con información de Infobae)