El Jubileo de los Jóvenes cerró con una misa campal en Tor Vergata ante un millón de personas. El Papa León XIV llamó a los jóvenes a ser "semillas de esperanza".
El Jubileo de los Jóvenes concluyó este domingo con una histórica misa campal en la explanada de Tor Vergata, en Roma, encabezada por el Papa León XIV. El Pontífice se dirigió a más de un millón de fieles de 146 países —entre ellos, más de mil argentinos—, alentando a los jóvenes a "llevar su entusiasmo al mundo" y a convertirse en mensajeros de paz, esperanza y fraternidad. Fue el evento religioso más multitudinario en la capital italiana en los últimos 25 años.
En su mensaje, el Papa —el primero de nacionalidad estadounidense y peruana, y también el primer agustino en el cargo— alternó entre italiano, español e inglés para comunicarse con la multitud. “Mis jóvenes hermanos y hermanas, ustedes son el signo de que un mundo distinto es posible, un mundo de fraternidad y amistad, donde los conflictos se afrontan no con las armas, sino con el diálogo”, expresó León XIV durante su homilía, en una escena que muchos definieron como un "Woodstock católico".
Con una fuerte impronta pacifista, el Papa pidió especial solidaridad con las juventudes afectadas por la guerra. “Estamos con los jóvenes de Gaza, estamos con los jóvenes de Ucrania, con todos aquellos cuya tierra está ensangrentada por las guerras”, dijo, y agregó: “Unidos a Jesús como los sarmientos a la vid, ustedes darán mucho fruto; serán sal de la tierra, luz del mundo; serán semillas de esperanza allí donde viven”.
La ceremonia, que cerró con el rezo del Ángelus, fue concelebrada por 20 cardenales, 450 obispos y 7.000 sacerdotes de todo el mundo. Durante la misa, León XIV también renovó la invitación para la próxima Jornada Mundial de la Juventud, que se celebrará en Seúl, Corea del Sur, del 3 al 8 de agosto de 2027.
Una generación sensible, conectada con un Papa sereno
El Papa citó en su sermón a san Juan Pablo II y al papa Francisco, subrayando que los jóvenes no deben temer a la inquietud interior: “No estamos enfermos, estamos vivos”, recordó. También habló sobre la importancia de mirar hacia lo alto y no conformarse con el consumo: “Comprar, acumular, consumir no es suficiente”, advirtió. En cambio, llamó a construir una vida significativa con compasión, humildad, perdón y caridad.
Entre los asistentes, Clara Fontan —una estudiante argentina residente en Roma— destacó que “la impresión que queda es que este Papa no será protagonista. Su timidez lo ubica en un segundo plano. Pero eso, leído como ternura, conecta con esta generación”. Como muchos, valoró la autenticidad de León XIV: “Sus gestos son medidos. Parece haber elegido mantenerse en esas formas sobrias y eso a los jóvenes, expertos en olfatear la hipocresía, les cae bien”.
Durante la vigilia de la noche anterior, el Papa sorprendió cargando una enorme cruz y subiendo rápidamente una escalinata junto a un grupo de jóvenes, un gesto que fue considerado una de las imágenes más emotivas del encuentro.
El cierre de una celebración histórica
La explanada de 96 hectáreas de Tor Vergata fue testigo de una celebración sin precedentes en el Año de la Esperanza 2025. Muchos de los jóvenes pasaron la noche allí bajo la intemperie, durmiendo en bolsas de dormir y esterillas. La misa fue el broche de oro a días de actividades culturales, confesiones masivas y oración compartida.
“Los encomiendo a María, la Virgen de la Esperanza. Al regresar a sus países, sigan caminando con alegría tras las huellas del Salvador”, concluyó León XIV ante la ovación de los asistentes, que lo despidieron con banderas, cánticos y gritos de “¡Papa Leone!”.
Al final del evento, el Papa agradeció a músicos, voluntarios, personal médico y fuerzas de seguridad, antes de subirse al papamóvil y abordar un helicóptero de regreso al Vaticano. El Jubileo de los Jóvenes quedó así grabado como un hito espiritual, cultural y generacional para toda la Iglesia. (Con información de Perfil)