Dos artistas del Litoral, reemplazaron químicos industriales por ingredientes caseros, como cortezas, frutos y agua del río, para revelar fotografías. Contaron cómo desarrollan imágenes analógicas con elementos naturales del paisaje litoraleño.
Dos artistas del Litoral desarrollaron un proyecto fotográfico que une arte, ecología y memoria. Se trata de Revelar con plantas, una propuesta de Paz Secundini y Laura Basílico que apuesta por un revelado fotográfico analógico libre de químicos industriales, utilizando elementos del entorno como cortezas, frutos y agua del río Paraná.
Ambas iniciaron su trayectoria en la fotografía química en 2008, pero las dificultades para acceder a materiales tradicionales las llevaron a explorar alternativas más accesibles y sustentables. En 2019 comenzaron a experimentar con plantas y fermentos. El aislamiento por la pandemia fue el impulso definitivo para crear sus propios reveladores con ingredientes caseros.
“La primera vez usamos menta que crecía en una maceta del patio y revelamos una película con imágenes de un paseo dominical”, contaron a Bichos de Campo.
“Intentamos que la fotografía química pueda ser una alternativa sin perder el motor de lo artesanal, de misterio y de magia que la trajo hasta nuestros días”, expresaron.
Una mirada ambiental y poética
El interés ambiental fue el motor inicial del proyecto, pero con el tiempo también se transformó en una herramienta expresiva. Los reveladores naturales ofrecen resultados similares a los de laboratorio, pero también generan texturas únicas. “Hay imágenes donde el grano que se deja ver es súperinteresante, como nos pasó con desechos de manzana”, explicaron.
Su práctica se centra en el uso consciente de los recursos, especialmente el agua. “Descartamos elementos tóxicos como el fijador y muchas veces usamos agua no potable”, detallaron. Para preparar los reveladores y lavar las copias, recolectan agua del río Paraná o de arroyos entrerrianos. Incluso en una residencia artística en Cabo Polonio (Uruguay) utilizaron agua de mar, lo que representó “un gran y maravilloso desafío”.
El paisaje como laboratorio
Secundini y Basílico viven actualmente en ciudades, pero nacieron en entornos rurales donde el vínculo con las plantas es cotidiano. Esa experiencia, sumada a su formación profesional, las llevó a elegir como materias primas especies autóctonas del Litoral. “Usamos corteza de ceibo y hojas de aguaribay, que crecen a orillas del Paraná”, explicaron.
“Creemos que para el desarrollo de una obra es vital conocer los materiales que nos circundan. La recolección manual convierte esta práctica en una experiencia consciente y representativa de quienes somos.”
Además, destacaron el rol de plantas invasoras como la rosa mosqueta, que también fue incorporada a sus pruebas. “Priorizamos las plantas que abundan o que podemos cultivar. También usamos restos de podas que encontramos en la ciudad”.
Un laboratorio con identidad
Si bien el laboratorio que utilizan no difiere mucho de uno tradicional, hicieron cambios clave para reducir su impacto ambiental. “Lo fundamental es generar imágenes sin desechar materiales difíciles de tratar. La pulcritud en la imagen no tiene que ser a costa de litros y litros de agua”, señalaron.
El trabajo culminó en la edición de un fotolibro titulado Jacinto de agua común, publicado en 2023, que reúne imágenes estenopeicas del río Paraná. El título alude al camalote, una flor que “viaja por el río y forma parte del paisaje que habitamos”, explicaron.
Con una mirada artística y crítica, las autoras apuestan a una fotografía más lenta, vinculada a la tierra y a los ritmos del entorno. “Estar en el laboratorio también puede ser un acto de resistir estos tiempos tan apresurados, donde las imágenes se producen por todas partes y se consumen fugazmente”, concluyeron.