Con el frío, crece en Paraná la venta de lanas y el interés por tejer. En un comercio explicaron que el tejido también funciona como terapia, pasatiempo y alternativa para ahorrar. Los precios.
Con el frío intenso, los comercios de Paraná ya registran un aumento en la demanda de lanas. La tendencia no sorprende: tejer vuelve a instalarse como una práctica elegida por múltiples generaciones, ya sea por necesidad, gusto, ahorro o incluso como terapia.
Elonce recorrió un local especializado ubicado en la esquina de Perú y Pellegrini, donde conversó con Patricia Acosta, encargada del negocio. “La venta viene muy bien. La gente se venía preparando. Buscan lana para gorras, bufandas, medias, polainas y quienes se animan un poco más, se lanzan con sweaters y chalecos”, explicó.
Precios, calidad y ahorro
En cuanto a los precios, Acosta dio ejemplos concretos: “Una madeja de cashmilon semigordo de 150 gramos cuesta alrededor de 5.000 pesos. Con eso se puede hacer un par de polainas, un gorro o una bufanda. Para un chaleco, según el talle, se necesitan tres madejas, o sea unos 450 gramos, lo que puede salir entre 15.000 y 18.000 pesos en materiales”.
El costo final, indicó, depende de si la persona lo teje por sí misma o paga mano de obra. “Te estás ahorrando la mitad. Un chaleco comprado puede costar 30.000 o 40.000 pesos, y si lo tejés vos, lo hacés por la mitad o menos”.
También remarcó que ofrecen descuentos por pago en efectivo, lo cual sigue siendo una opción elegida por clientas habituales. “Quienes ya nos conocen, muchas veces prefieren venir, sacar dinero y aprovechar el descuento que tenemos en compras al contado”, dijo.
Más allá del abrigo, el tejido cumple otra función: la emocional. “No es lo mismo comprar algo hecho que hacerlo con tus propias manos. La gente le pone amor a cada prenda. Incluso psicólogos lo recomiendan como terapia. Viene mucha gente a tejer por salud mental, por distracción, para despejarse”, destacó Acosta.
“El tejido saca de muchos problemas. Hay personas que lo hacen por necesidad, otras porque les gusta y no pueden dejarlo, y muchas para ganarse un ingreso extra”, señaló.
Una de las grandes sorpresas es el crecimiento del interés entre los jóvenes. “Eso viene en aumento desde hace años. Antes se asociaba el tejido a las abuelas, pero ese mito quedó atrás. Hoy hay niñas de 6 o 7 años, adolescentes de 15, chicas de 30 o 40, todas tejiendo. Incluso varones: ya vemos que al menos un 10% de los clientes que se acercan a aprender o comprar son hombres”, detalló.
Este regreso del tejido como una actividad cotidiana y valorada también se da en redes sociales, donde tutoriales, videos y cuentas dedicadas al crochet o al dos agujas generan comunidades muy activas.
Tejer como acto personal y cultural
Patricia Acosta remarcó que el tejido no es solo una moda pasajera. “Es una forma de crear, de expresarse, de conectarse con algo más lento y personal. Hoy se valora mucho lo hecho a mano. Y eso, en momentos difíciles, cobra todavía más fuerza”, concluyó.