Dos especialistas explican cuáles son los motivos que pueden demorar la puesta en palabras de un hecho violento. <b>Existen tres motivos principales por los que a las víctimas les lleva tiempo hablar de lo sucedido</b>.
El comienzo del #MeToo en octubre de 2017, con las múltiples denuncias de agresión y acoso sexual al productor de cine estadounidense Harvey Weinstein, fue como un sismo cuyas réplicas aún se extienden por el mundo. Este movimiento de mujeres -que decidió decir basta y contar sus experiencias- contagió el coraje suficiente para que otras sumen su voz y digan "a mí también me pasó". #MeToo tiene su correlato en nuestro país: <b>el colectivo Actrices Argentinas denunció al actor Juan Darthes por violar a una actriz cuando la joven era menor de edad</b>.
<h5>Los motivos del tiempo</h5>
Si bien despertaron el apoyo mundial, sobre todo entre las mujeres, como toda manifestación pública también tuvo sus críticas. Una de las más reiteradas se refería a <b>la demora en hacer las denuncias</b>. Sobre este punto, <b>ConBienestar consultó a dos expertas para entender, desde una perspectiva psicológica, qué le sucede a una víctima de violencia sexual</b>.
Silvia Bentolila, psiquiatra y especialista abuso, violencia y maltrato (M.N. 59647) explica que, aunque cada caso es particular, <b>en líneas generales hay tres motivos por los que se tarda en poner en palabras la experiencia</b>:
<b>-sentimiento de culpa</b>: existe una actitud permanente de culpabilizar a la víctima, que termina generando -tanto en ella como en el entorno- la idea de que algo hizo para que ocurriese el abuso (el famoso "algo habrás hecho").
<b>-vergüenza</b>: también puede suceder que haya un ocultamiento de la víctima porque tiene que contar una experiencia que la avergüenza.
<b>-negación de la percepción</b>: otra cosa que suele pasar es que, cuando logran poner en palabras lo sucedido, se pone en duda el testimonio de la víctima, a tal punto que ella misma empieza a dudar de lo vivido. El victimario genera esta sensación diciendo cosas como "entendiste mal" o "eso nunca ocurrió". También cabe <b>la posibilidad de que la víctima "olvide" el hecho durante años para no pensarlo, aunque quedan retazos del recuerdo</b> que toman la forma de sensaciones, olores, imágenes o sonidos.
<b>Estos elementos influyen para que la mujer se tome más o menos tiempo para contar lo que le pasó: "Algunas pueden procesarlo y hablarlo más rápido</b>, pero a otras les cuesta más. Incluso pueden acercarse a una consulta para hablar de otros problemas, que en realidad son consecuencia de ese hecho traumático", agregó Eliana Álvarez, licenciada en Psicología (MN 68 245). <b>"Otro factor que influye es el intento de evitar un daño en los seres queridos el contar lo sucedido", puntualizó</b>.
<h5>Testimonios que ayudan</h5>
De todas formas, ambas especialistas coinciden en que <b>movimientos como el #MeToo ayudan. "Muchas veces, escuchar otro testimonio impulsa a poner la propia experiencia</b> en palabras. Una vez narrado <b>se suele experimentar una sensación de liberación y una aceptación de que ese hecho fue parte</b> -aunque negativa- de su historia de vida, ya no queda más desconectado y empiezan a asimilarlo", consideró Alvarez.
<h5>El Halo de poder</h5>
Bentolila, por su parte, añadió que la situación de denuncia generalizada colabora en la resignificación de la propia experiencia y muchas mujeres se dan cuenta, a partir de la escucha, que ellas vivieron lo mismo. Estos casos tienen como agregado que las personas involucradas tienen una vida pública.
En ese sentido, Bentolila indicó que <b>el hecho de que el victimario sea "conocido" complica las cosas porque le da un halo de poder</b>". Por su parte, Álvarez destacó que <b>"muchas víctimas conviven con el miedo de tener cerca a su acosador e, incluso, de estar amenazadas por él".</b>.
<h5>La influencia de las figuras</h5>
Sin embargo, explican que el detalle de la popularidad también afecta de forma positiva: "<b>Que las denunciantes sean actrices es lo mejor que puede pasarle a la sociedad</b>, porque son personas públicas que ya cuentan con una aprobación social y con una trayectoria que visibiliza, avala y le da peso al testimonio", aseguró.
Alvarez, además, consideró: "<b>Es positivo que las figuras públicas cuenten estas cosas</b> porque generan empatía en otras mujeres que vivieron situaciones similares. Ellas son modelos a seguir, <b>son figuras idealizadas, y si vemos que ellas también pasaron por lo mismo que yo, pueden ayudar a quitarle la vergüenza al hecho</b>".
"Es esencial empezar a escuchar estos relatos para desarmar el imaginario de lo que es una víctima de acoso y, de esa manera, reconocerse y alzar la voz", concluyó.