En sus inicios, allá por el año 1959 fue almacén y bar de barrio y con los correr de los años se convirtió en un ramos generales. “Mientras podamos vamos a tratar de estar, de seguir manteniendo la herencia familiar”, dice Armando Reisena
La ciudad de Crespo está celebrando su aniversario 135 y en este marco, “Espejo de mi tierra” recorrió la localidad del departamento Paraná, ubicada a 42 km al sudeste de la capital entrerriana.
Uno de los puntos visitados fue “Casa Reisenauer”, uno de los lugares más históricos y tradicionales. Allí Elonce fue recibido por Armando, hijo de quien fuera el fundador del comercio.
“Estamos tratando de subsistir después de tantos años. Mi padre empezó en el año 1959”, comenzó relatando y recordó que “al principio era un almacén y bar de barrio” y después se fue agrandando hasta convertirse en un ramos generales. “Se acopiaba huevos, se vendía alimentos, se compraba lana de conejo, había de todo. Mientras podamos vamos a tratar de estar, de seguir manteniendo la herencia familiar”, afirmó Armando.
Tras ello, recordó que de noche, al ser también un bar, “se jugaba a las cartas, se cantaba, nunca faltaba una guitarra, un acordeón y al otro día había que ir a la policía porque los vecinos se quejaban por los ruidos hasta altas horas de la noche. Y había que ir a hacer el descargo ante el comisario”, recordó entre risas.
Finalmente, Armando dio cuenta que entre los clientes “todavía hay integrantes de familias que están del primer día” y con nostalgia rememoró cuando en Crespo “era todo tierra, porque no había nada, la primera cuadra de asfalto se hizo en el año 62” y después fue creciendo hasta convertirse en una pujante localidad.