Curas de Paraná participaron de una misa en la Iglesia San Martín de Porres, previo a que se inhumaran los restos del padre Cacho Ciuffo. “La gente lo va a seguir rezando por su eterno descanso”, dijo un colaborador a <b>Elonce TV</b>.
Los restos del padre Cacho Ciuffo, párroco de la Iglesia San Martín de Porres de Paraná, fueron inhumados este martes, pasado el mediodía, en el Seminario Arquidiocesano de Paraná. Con anterioridad, un sinfín de muestras de afecto se registraron en la capilla, donde fue velado el sacerdote, muy querido por la comunidad en el barrio Anacleto Medina. Justamente, hasta ese lugar llegó la mayoría de los curas de la Diócesis de Paraná, para participar de una misa, que contó con la participación de gran cantidad de fieles.
Minutos antes de que iniciara la misa concelebrada, el padre Mario Taborda expresó: “Nos hemos reunido para celebrar la Pascua, que es el paso de esta vida a otra vida de Cacho. Un sacerdote muy querido de nuestro Decanato, un ámbito en el que compartía mucho”.
“Era un hombre muy grande, con muchas experiencias y compartí con él el trabajo de la cárcel —comentó el cura—. Era un hombre de gran sensibilidad, más allá de toda norma y con un gran espíritu pastoral. Como dice Francisco, con olor a oveja. Era cercano, disponible y siempre preocupado por las personas con necesidad”.
Alberto Gogni, colaborador del cura por más de 12 años, conoció al padre Ciuffo en la cárcel y desde 1995 hasta 2007 fue su asistente. “Lo cuidaba, lo curaba, lo acompañaba y le conducía el coche”, contó ante <b>Elonce TV</b>, que hoy vive en Lucas González. “Le debo mucho, por sobre todas las cosas la fe, y creo que va a seguir haciendo mucho más desde donde se lo llevó el Señor”, manifestó.
El hombre dijo que recordará al cura “con mucho cariño, como un gran amigo, como un padre o hermano, y como mi asesor espiritual”. El 19 de abril fue la última vez que lo vio al padre: “Vine a saludarlo cuando estaba internado. Había pensado que la semana próxima iba a ir a verlo, pero Dios no quiso que fuera así”.
Alberto Gogni rememoró que cuando llegaron a San Martín de Porres iban unos 40 fieles, pero en los últimos tiempos daba tres misas el Día de San Expedito por la cantidad de gente que se acercaba. “Lo que pastoreó como pastor, no tiene nombre”, resumió.
Por su parte Luis dijo que no le alcanzaría “el tiempo de esta vida para hablar del padre Cacho”. Incluso resaltó “el amor al prójimo, que va más allá de la fe religiosa”, por lo que le agradeció al sacerdote haber sido amigo y guía espiritual. El hombre, que acompañó al cura durante su internación, destacó que “siempre se ponía en manos de Dios y pedía que se hiciera su voluntad”. Por lo cual resumió: “Hizo su voluntad y él se fue en paz y con la felicidad de que iba a estar con quien pedía, con Dios”.
Inés Meroy llegó desde Sauce Montrull para estar presente en el velorio del padre Ciuffo, y contó que lo conoció a partir de un problema de salud. “Nunca nos abandonó a mi ni a mi hermana y nos cuesta entender que ya no lo vamos a tener —afirmó—. Lo llamaba a cualquier hora y él iba y le daba el sacramento a los enfermos. Cuando lo llamaba por algo de Dios, iba y estaba”. Y destacó que el cura “tenía mucho amor por los pobres y los necesitados”.
El sacerdote, hace un mes había sido internado en el Instituto Cardiológico de Entre Ríos, tras presentar inconvenientes cardiológicos, pulmonares y renales. Tenía 75 años. Elonce.com