Cuando su carrera y su vida personal parecían haber tocado fondo de la mano de las drogas, los escándalos y la cárcel, protagonizó una suerte de resurrección, personal y profesional, que lo catapultó a la cima de Hollywood y su dinero.
Como el superhéroe que le ha dado nueva vida, Robert Downey Jr. (50 años) parece un irreductible hombre de hierro. Cuando su carrera y su vida personal parecían haber tocado fondo, el actor ha protagonizado una suerte de resurrección, personal y profesional, que le ha catapultado a la cima de Hollywood. Esta semana, por tercer año consecutivo, Forbes le coronaba como el actor mejor pagado.
Lejos parece haber quedado el ocaso del actor, quien pasó de ser el intérprete más prometedor de su generación (fue candidato al Oscar a mejor actor, con 27 años, por Chaplin) a protagonista de escándalos en la década de los 90 y comienzos de los 2000.
Su experiencia con las drogas había comenzado mucho antes, según él mismo ha confesado, de la mano de su padre, un cineasta de serie B y drogadicto. Fue él quien le dio su primer porro, con seis años, y con quien comenzó a consumir drogas como una manera de establecer vínculos con su padre.
Tras el éxito que le reportó su papel en Chaplin, el veinteañero Downey entró en una espiral de drogas y problemas con la justicia. En abril de 1996 fue detenido en posesión de heroína, cocaína y una pistola mientas vagaba por Sunset Boulevard. Al año siguiente, le condenaban a 180 días de cárcel por violar la condicional. Una estancia traumática donde, según ha contado, fue objetivo de otros presos.
En 1999 volvió a la cárcel, aunque en esta ocasión en un centro para reclusos drogadictos. Pero no logró rehabilitarse: dos años después, se quedaba sin su nuevo trabajo (un papelito en la serie, por entonces exitosa, Ally McBeal) y sin mujer (su primera esposa, Deborah Falconer, le abandonaba tras una década juntos y un hijo en común, Indio) después de su enésima detención drogado.
<b>Segundo matrimonio y regreso</b>
Pero su resurrección vino también de la mano de una mujer, su segunda esposa, la productora Susan Levin, a quien conoció en 2003 en el rodaje de Gothika (una cinta de terror donde también aparecían Halle Berry y Penélope Cruz). Según él ha reconocido en varias ocasiones, Levin fue quien más le ayudó a rehabilitarse y dejar las drogas y el alcohol: "El viejo dicho es verdad: detrás de todo hombre hay una gran mujer. Yo le debo gran parte o todo mi éxito a Susan".
Comenzaba la segunda vida de Robert Downey Jr. En 2005, se casó con Susan -con quien ha tenido dos hijos, el segundo nacido el pasado noviembre- y las ofertas cinematográficas comenzaron a llover. Tras papeles en Zodiac o Retrato de una obsesión, en 2007 fichó como protagonista de Iron Man, gran responsable de su renovada nómina. Él mismo ha reconocido que hay un antes y un después de este taquillero papel.
Ha encarnado a Tony Stark en media docena de superproducciones (además de la saga Iron Man, en Marvel Los vengadores, Vengadores: La era de Ultrón y Capitán América: Guerra civil), a lo que se suman Sherlock Holmes y sus secuelas. Actualmente, rueda Capitán América: Guerra civil y ya se ha anunciado la tercera entrega de Sherlock .
Sin embargo, los buenos tiempos no han borrado por completo su problemático pasado. Hace sólo unos meses, el actor se veía en una incómoda situación cuando en plena entrevista le preguntaron por su pasado de drogas y cárcel. Tras una batería de cuestiones incómodas, el actor se levantó y se marchó.
Además, Robert Downey Jr. ha reconocido que su hijo mayor, Indio, ha seguido la misma senda de adicciones que él mismo heredó de su padre. Tras ser detenido por consumo de cocaína, Downey Jr. aseguraba: "Desafortunadamente, hay un componente genético para la adicción y Indio, muy posiblemente, lo ha heredado".
