REDACCIÓN ELONCE
Desde Puerto Madryn, la científica Tamara Rubilar convirtió una crisis personal en un avance para la salud pública. Buscando una solución para la rara enfermedad autoinmune de su hijo, encontró propiedades curativas en los erizos de mar, que lograron reemplazar casi totalmente los corticoides.
La historia de la científica Tamara Rubilar es un ejemplo de cómo la desesperación y la dedicación pueden llevar a descubrimientos trascendentales. Tras meses de incertidumbre y diagnósticos complejos para su hijo, se confirmó que padecía una enfermedad autoinmune severa, que requería un tratamiento crónico con corticoides.
Fue en ese momento cuando la investigadora se lanzó a la búsqueda de una alternativa que evitara los graves efectos secundarios a largo plazo de esa medicación. La solución llegó por un camino que ella define como casual: "Llamo serendipia a esas casualidades de la vida, que un colega me mandó un trabajo y me dijo ‘mira esta molécula, puede llegarle a ayudar a tu hijo’ porque no solo el antioxidante, sino también podía modular el sistema inmunológico valga la redundancia y ahí empecé a probar porque era una molécula que se encontraba en los erizos de mar".
La enfermedad del niño, caracterizada por la falta de poblaciones de glóbulos blancos y una lista interminable de alergias alimentarias y ambientales, generaba una severa inflamación intestinal. Rubilar explicó el mecanismo de acción del compuesto marino: "una de las cosas que hacen los pigmentos que tienen los erizos de mares es bajar la inflamación intestinal, es lo primero que hacen". Al reducir esa inflamación, el compuesto ayuda a la absorción de nutrientes, desencadenando una mejora integral en la salud del menor.
Los resultados en la salud de su hijo son el testimonio más fuerte de la eficacia del tratamiento. Tras años de consumir el suplemento derivado del erizo de mar – que comenzó en casa como "el juguito de los erizos de mar"–, el niño, hoy de casi 13 años, lleva una vida casi normal. Con orgullo, Rubilar afirmó: "Puedo decir orgullosamente que hace más de una década que él solo consume corticoides en picos de algún estrés como le sucede a cualquier ser humano. Con los erizos de mar, con la buena alimentación y con deporte él tiene casi la misma salud que el hermano. Hace una vida totalmente normal".
De la angustia familiar a la primera startup exitosa del CONICET
La motivación para llevar el descubrimiento más allá de su casa fue su marido, quien la impulsó a transformar la solución personal en un proyecto de impacto social. Tamara Rubilar admitió su miedo inicial a la hora de exponer su trabajo: "El motor era mi marido. A mí me daba miedo contarlo dentro del laboratorio y él me decía ‘no puede ser que solo le sirva al nene, vos tenés que transformar esto de alguna forma’”. Una vez que logró establecer su propio grupo de investigación, la científica pudo generar una línea de trabajo enfocada en la transferencia tecnológica.
La empresa resultante no solo se enfocó en el producto, sino también en la sostenibilidad y la ética. Para evitar la sobreexplotación de los recursos marinos, el equipo desarrolló una tecnología basada en la acuicultura de erizos de mar. Este enfoque biotecnológico permite producir millones de dosis al año con una mínima cantidad de animales.
La coronación de este esfuerzo llegó la semana pasada, cuando la empresa se convirtió en la primera de base tecnológica del CONICET en ganar el Premio al Emprendimiento Argentino. Rubilar destacó el valor del galardón como un reconocimiento a la ciencia aplicada: "Se está valorizando ese poder que tiene la ciencia de salir de lo básico, poder generar una transferencia y un impacto real en la sociedad".
La acuicultura como protección del recurso natural
El proyecto tiene una profunda conciencia ambiental, asegurando que la producción de suplementos no comprometa el ecosistema marino. El equipo de Tamara Rubilar ha creado una industria nueva con foco en la economía circular. La científica explicó la sostenibilidad de su modelo: "Nosotros creamos una industria nueva, trabajamos con estas nuevas concepciones que permiten generar una industria grande sin generar casi impacto ambiental".
La sostenibilidad se basa en el principio de conocer la especie para protegerla, optando por sistemas de cultivo y no de pesca. A su vez, comentó que la empresa utiliza desechos pesqueros para alimentar a los erizos de mar y garantiza que todo el proceso sea "cero residuos" Para Rubilar, esta visión es crucial para el futuro de la biotecnología: "Lo primero que tenés que hacer es conocer la especie y hacer una planta un hongo una bacteria o un erizo de mar o lo que sea conocerlo bien para poder protegerlo no por eso nosotros planteamos sistemas de cultivo y no de pesca”.