La estrella de Hollywood, uno de los favoritos de Quentin Tarantino, fue hallado inconsciente en su casa. Tenía 67 años. Un representante del Departamento del Sheriff de Los Ángeles cree que murió de un paro cardíaco.
El mundo del cine está de luto. Michael Madsen, el actor estadounidense reconocido por sus inolvidables interpretaciones en clásicos como Kill Bill y Reservoir Dogs, falleció el miércoles 3 de julio en su casa de Malibú a los 67 años. Su muerte fue confirmada por autoridades locales y representantes del artista, generando una oleada de homenajes en redes sociales por parte de colegas y fanáticos que lo recordaron como uno de los grandes referentes del cine de las últimas décadas.
Aunque aún no se ha realizado una autopsia oficial, un representante del Departamento del Sheriff de Los Ángeles informó que, tras una llamada al 911, agentes acudieron al domicilio de Madsen donde lo encontraron inconsciente. Fue declarado muerto a las 08:25 hora local y, según informaron, “se cree que murió de un paro cardíaco”.
La noticia sorprendió por el momento vital en el que se encontraba el actor. “En los últimos dos años, Michael Madsen ha realizado un trabajo increíble en el cine independiente, incluyendo las próximas películas Resurrection Road, Concessions y Cookbook for Southern Housewives, y estaba deseando comenzar esta nueva etapa de su vida. Michael también se estaba preparando para publicar un nuevo libro titulado Tears For My Father: Outlaw Thoughts and Poems, que actualmente se encuentra en fase de edición”, detallaron sus representantes Susan Ferris y Ron Smith, y la publicista Liz Rodríguez en un comunicado conjunto.
Una carrera intensa y versátil que dejó huella en Hollywood
A lo largo de más de cuatro décadas de carrera, Michael Madsen construyó una filmografía tan extensa como ecléctica. Participó en más de 300 producciones entre cine, televisión y proyectos independientes. Sin embargo, fueron sus colaboraciones con el director Quentin Tarantino las que lo catapultaron al estrellato internacional.
Su papel como Mr. Blonde en Reservoir Dogs (“Perros de la calle”), el psicópata que baila mientras tortura a un policía, se convirtió en un ícono del cine de los años 90. Más tarde, volvió a brillar en la saga Kill Bill, donde interpretó a Budd, el hermano del villano principal, ofreciendo una actuación contenida pero poderosa, que mostró su rango actoral más allá de los papeles violentos por los que era conocido.
“Michael Madsen era uno de los actores más emblemáticos de Hollywood, y muchos lo echarán de menos”, agregaron sus representantes en el comunicado, reflejando el sentimiento generalizado en la industria ante su partida.
Un legado que trasciende la pantalla
Además de sus actuaciones más reconocidas, Madsen dejó su huella en producciones como Thelma & Louise, Sin City (La ciudad del pecado) y Once Upon a Time in Hollywood (Había una vez en Hollywood), demostrando su versatilidad en distintos géneros y estilos cinematográficos. Su presencia intensa y su voz rasposa le otorgaban una personalidad única en cada papel que interpretaba.
Madsen también era conocido por su interés en la poesía y la escritura, y su próximo libro Tears For My Father prometía revelar una faceta más introspectiva y personal del actor. Según allegados, el proyecto estaba muy avanzado y se espera que vea la luz próximamente como homenaje póstumo.
Con su fallecimiento, Hollywood pierde no solo a un actor talentoso y carismático, sino también a una figura que supo construir una carrera al margen del sistema, abrazando tanto el cine comercial como el independiente. (Con información de Exitoína)