El consumo problemático de sustancias sigue creciendo, y no es exclusivo de los barrios más vulnerables. Cada vez más personas atraviesan situaciones de adicción ligadas no sólo a la pobreza, sino también al abandono, la salud mental y la falta de contención social.
El consumo problemático de sustancias sigue creciendo, y no es exclusivo de los barrios más vulnerables. Cada vez más personas atraviesan situaciones de adicción ligadas no sólo a la pobreza, sino también al abandono, la salud mental y la falta de contención social.
Según datos recientes, el 70 por ciento de quienes ingresan a tratamientos lo hacen por consumo de alcohol, marihuana o cocaína, muchas veces combinadas. Pero no se trata sólo de sustancias: hay una profunda pérdida de propósitos, de vínculos y de presencia del Estado. En este contexto, ¿quiénes están acompañando a los que hoy el sistema no alcanza?.
El caso reciente de un hombre que murió en situación de calle en Paraná, con signos de consumo y problemas de salud mental, vuelve a poner sobre la mesa una pregunta incómoda: ¿quién cuida a los que no pueden cuidarse solos?
Horacio Correa, sacerdote y coordinador del Hogar de Cristo, dijo que “se ve un crecimiento considerable de jóvenes que atraviesan esta problemática. Muchos acuden a pedir ayuda por el frío, pero también por una cuestión alimentaria. También hay adultos mayores y familias enteras que están atravesadas por un familiar con consumo problemático”.
Contó que “Hogar de Cristo está en todo el país. De los chicos que fueron rescatados de la calle aprendí muchas cosas. Fuimos a La Milagrosa con uno de los jóvenes que venía a hacer una misión a Paraná. En Buenos Aires hay mucha gente con estados psiquiátricos complejos en la calle, tirados, y la gente pasa de largo. Estos chicos que fueron rescatados, hoy están saliendo y haciendo recorridos por la calle, porque hay dispositivos de contención armados, y le dicen a otros que no son cualquier cosa, que no son animales, que son amados por Dios, que tienen mucho para dar, les cuentan que a ellos les salvaron y cambiaron la vida y ofrecen ayuda. El compromiso de mucha gente salva la vida de otros. Así como alguna vez hicieron con ellos, ahora lo hacen con otros”.
“A uno le cuesta y se pregunta a dónde lo vamos a llevar, cómo lo vamos a ayudar. En el Hogar de Cristo no tenemos internación como tal y no es tan fácil conseguir un lugar para internar una persona. Es valorable que hoy los chicos que se han recuperado salgan ahora a ayudar a otros. Los llevamos al hogar, en calle 25 de Junio y Sarmiento, y se les permite bañarse, hablar con psicólogos, darles contención. Es un centro de día, tenemos las puertas abiertas para todos”, dijo.
Expresó que “toda persona que llegó al Hogar de Cristo tiene problemas de vínculos familiares y están rotos sus vínculos fundamentales. La familia es el lugar donde te tienen que proteger, cuidar y acompañar en el crecimiento. Se ha generado una ruptura de la familia”.
“Un chico me decía que nosotros pensábamos que su oscuridad había empezado ahora: está perseguido por la Policía, por los del barrio, los narcos, ha robado, ha estado preso, ha sido maltratado, está atravesado por el consumo. Me dijo que él cuando era chiquito vivía en la calle, tenía que salir a cirujear, buscar para comer, se empezó a juntar con mala gente, lo obligaron a robar, lo abusaron, lo violentaron. Por eso creo en esto de reflexionar en torno a la familia, si no es un tema que hay que volver a poner sobre la mesa”, agregó.
Confirmó que “en cuanto a adicciones, se están viendo de todo tipo: marihuana, pipa, cocaína, principalmente”.
“Nosotros abrazamos la vida como viene, porque muchas veces estas personas vienen denunciadas, rechazadas, discriminadas en todo sentido, rotos. Allí empieza el vínculo. Cuando te tiene confianza, se siente reconocida, valiosa, que tiene un propósito empieza a trabajar con cosas que ha perdido por el consumo: la familia, hijos, amigos, trabajo, todo. El consumo te lleva a la cárcel, la calle o el cementerio. Nosotros queremos casa, club y capilla. Trabajamos en la reinserción de la persona en el sistema. Ellos lo que esperan es que no los juzguen. Son importantes y el pecado no los define, podés empezar de nuevo. Eso es sanador y revitaliza, después se trabaja todo lo otro”, indicó.
Paula Kratie, Licenciada en Psicología y Especialista en Salud Mental, indicó que “en 2023 salió un relevamiento que indicaba que había alrededor de 170 personas en situación de calle en Paraná. En 2024, personal de salud mental que trabaja en el refugio de calle Belgrano, pudo registrar que en esos pocos meses de diferencia se había triplicado la cantidad de personas en situación de calle. A partir de ello hubo una ley de personas en `Situación de calle y familias sin techo”, que advierte que este es un tema con mucha complejidad. Se está complicando la situación cada vez más”.
“Muchas veces cuando aparece esto de las personas que no pueden llegar a las instituciones o no acceden a esas formas de recibir o se van, nos devuelve una pregunta bastante grande como comunidad e instituciones que trabajamos en este caso. Nos preguntamos qué podemos ofrecer para dar lugar y alojar toda esa vida que está atravesada por padecimientos, exclusiones, formas de discriminación. No es un problema de algunos, sino un problema más transversal. Tenemos que pensar estos dispositivos como nidos que nos invitan a entrar y que nos permitan salir, es pensar esos espacios como verdaderos contenedores de una vida frágil. Hay que ver qué ámbitos de elección estamos pudiendo generar y qué condiciones de libertad para poder vivir una vida digna”, explicó.
Dijo que “me preocupa que la muerte de una persona en situación de calle en la plaza principal nos devuelva solo preguntas sobre la Ley de Salud Mental. Todos nos encontramos con muchísimas limitaciones. Pero las mismas leyes hablan de dispositivos de atención y de prevención, espacios de alojamiento, que vienen a proponer que no lleguemos siempre tan tarde. Muchas veces aparece esto de que la ley no nos permite internar sin consentimiento y en realidad nuestra ley parte del consentimiento informado, de una premisa, pero aclara que en algunos contextos y situaciones hay garantías procesales para pensar una internación involuntaria. Si una persona está en riesgo de vida y necesita una intervención, está estipulado en la ley. No puede ser que todo se resuelva aumentando camas de internación, tenemos que poder pensar acompañamiento terapéutico, casas de medio camino, una red”.
Sobre los consumos problemáticos, especialmente los vinculados a las drogas, mencionó que “no todas las drogas en los distintos contextos tienen el mismo riesgo. El paco es el residuo de la pasta base y destroza neurológicamente a las personas y ahí no hay mucho tiempo para pensar una intervención. En otros contextos hay que pensar en la diversidad y la respuesta. La Ley de Salud Mental dice que todas las problemáticas vinculadas a los consumos deben estar ajustadas a los mismos derechos y garantías que cualquier otro padecimiento en salud mental porque el campo de los consumos también fue terreno fértil para las políticas de seguridad y no necesariamente en abrazar a quien tiene un problema sino más de control y punitivismo. Entonces pasarlo al ámbito de la salud nos permite pensar las trayectorias de vida que tiene la persona y qué sentido le da”.
“Las cooperativas son una vía indispensable para pensar vidas que han estado atravesadas por múltiples exclusiones. Tenemos que pensar qué apoyos necesitamos construir para que las personas puedan trabajar y con eso poder tener su techo. Necesitan un proceso para tener una estabilidad mínima que genere un proceso de recuperación. Hay que seguir insistiendo en que necesitamos presupuesto para las políticas sociales, de vivienda”, finalizó. Elonce.com