"De golpe empezó a venir el gas pimienta, la gente empezó a correr y no entendíamos nada. Hasta que el humo llegó y fue una desesperación total", arrancó su relato Morales, ya una hora después de que el partido ante Boca quedara suspendido oficialmente. Y luego compartió el momento dramático que le tocó vivir con su pequeño hijo. "Tengo un nene de dos años y seis meses y no podía respirar. Cuando lo llevé al vestuario me quebré... Porque verlo tan mal me dolió, y me imagino lo que vivió la gente que la pasó mal también", contó el marcador central, visiblemente preocupado por lo que le tocó pasar en medio de un escenario terrible.
A su vez, avisó que no había podido tener contacto con sus colegas de Boca aunque avisó: "Tengo muy buena relación con el Chelo (Weigandt) y voy a ver si me puedo cruzar de vestuario para saber si necesitan algo. Nosotros nos quedamos sin agua en el vestuario para darle a la gente, los ayudamos con lo poco que tenemos...".
Más adelante, en otra entrevista, contó que supo que un niño de siete años había perdido la vista, aparentemente por un balazo. Otra de las historias tristes y dolorosas en La Plata.