Ante la polémica por la muerte de dos caballos, los carreros contaron a <b>Elonce TV</b> cómo tratan a los animales y justificaron la utilización de los equinos para el cirujeo. La otra cara de una problemática social.
En el marco de la polémica por la muerte de dos caballos como consecuencia de violentos maltratos, las miradas se enfocaron en los carreros que utilizan a estos animales para el cirujeo.
Por un lado, la Municipalidad de Paraná implementó el programa Recuperadores de Derechos, por el cual, inscribió a los carreros en un registro de recuperadores de residuos, a los que luego, les sustituye los caballos por motocarros; y tras el canje, deriva a los equinos a un predio en El Brete para su recuperación.
Sin embargo, proteccionistas denuncian que las acciones no son suficientes debido a que aún puede verse por las calles de la ciudad, a familias enteras sobre un carro buscando comida y elementos para el cirujeo.
<i>Elonce TV</i> consultó la otra cara de la moneda. Las humildes familias que utilizan al animal como medio para subsistir.
Paulino Américo, sale a las 7.30 de su precaria vivienda de barrio El Sol y junto a Moro, el caballo que lo acompaña desde hace cinco años, recorren las calles céntricas de la ciudad en búsqueda de algo para cirujear. “Es para darle de comer a mis dos hijos”, se justificó.
En esa línea, el hombre descartó que los animales sean maltratados por sus dueños. “Yo lo cuido, que no falte herradura, que no este lastimado, ni flaco; hoy se le salió una herradura, así que sin falta tengo que hacerle poner otra”, comentó. Dijo que Moro es alimentado con la comida que rescata de las verdulerías.
Al consultarle su opinión respecto del programa municipal para erradicar la tracción a sangre en la ciudad y canjear al animal por un motocarro, éste acotó: “Yo ni idea de eso”. “Desde que tengo 12 años que cirujeo y a este caballito lo compre con la plata de un subsidio, después que me robaron los míos”, agregó.
Otro testimonio fue el de Rosa Palavecino, madre de siete hijos. “El caballo me da de comer, lo uso para cirujear y cartonear”, declaró en un tono de voz muy bajo. “Trato de cuidarlo y tenerlo bien alimentado y herrado; todos los días de damos la comida limpia que cirujeamos, y pasto”.
“Sin el caballo no podemos porque no tenemos otro”, fue la humilde respuesta de la mujer al preguntarle si canjearía al animal por un motocarro. “Al carro no lo dejo porque con la moto no se puede cirujear”.
Rosa cirujea desde que era una niña de 11 años; lo hacía en el carro de su madre junto a sus hermanas. Hoy ya es una mujer y la acompañan sus pequeños hijos. “Con los ahorros de la Asignación Universal pude comprar un carro que me costó 6 mil pesos y 2 mil, el caballo”, recordó. <i>Elonce.com</i>