A 129 años del nacimiento de Juan L. Ortiz, Elonce entrevistó al cineasta Juan José Gorasurreta, quien lo filmó en sus últimos meses de vida. “Conocerlo fue un antes y un después; es uno de los poetas más grandes del habla hispana”, afirmó.
El pasado 11 de junio se conmemoró el 129º aniversario del nacimiento de Juan Laurentino Ortiz, figura fundamental de la poesía argentina, oriundo de Puerto Ruiz, Entre Ríos. Su obra, atravesada por una profunda sensibilidad social y una mirada contemplativa de la naturaleza, dejó una huella indeleble en la literatura nacional.
En este marco, Elonce dialogó con el cineasta santafesino Juan José Gorasurreta, quien entre 1977 y 1978 registró al poeta en sus últimos meses de vida en el documental La intemperie sin fin. El realizador compartió detalles de aquella experiencia y de su vínculo con el autor de Gualeguay.
“Juan L. vivió sus últimos años en una miseria casi absoluta. Vivía de su jubilación del Registro Civil de Paraná, acompañado por una veintena de gatos y cinco perros, frente al parque Urquiza”, relató Gorasurreta.
Una presencia cotidiana y visceral
El documental fue resultado de un proceso de acercamiento paulatino. “Cinco meses antes de la filmación, íbamos todas las tardes a charlar con Juan, con grabadores y cámaras. Queríamos que la tecnología fuera parte de su cotidiano, y lo logramos. Fue un trabajo muy visceral”, explicó el cineasta.
Gorasurreta rememoró esa etapa como una experiencia transformadora. “Conocerlo a Juan fue un antes y un después. Es uno de los poetas más grandes del habla hispana. Me marcó profundamente”, sostuvo.
También destacó la poética de Ortiz: “Me gusta mucho su forma de escribir. Describe paisajes, colinas entrerrianas, la gente que sufre, los trabajadores. Su poesía es simple, con una gran carga social y un amor enorme por la naturaleza, por
los pájaros, los animalitos, las gramillitas, como él decía”.
Compromiso y humildad
El cineasta resaltó el fuerte compromiso político y humano del poeta. “Fue preso varias veces por su militancia. Pero más allá de eso, su forma de contar historias desde la poesía es lo que lo hace un maestro”, dijo.
Recordó también largas jornadas de conversación con Ortiz, en las que hablaban de literatura, de sus viajes, y especialmente del que realizó en 1957 a China como parte de una delegación cultural invitada por el entonces presidente Arturo Frondizi.
“En el avión, tomaban mate con un calentador a alcohol. Cuando lo descubrieron, casi los matan del susto. Hay muchas anécdotas así, que muestran su cotidianeidad, su humildad y su compromiso con quienes lo rodeaban”, añadió.
El origen del vínculo
El acercamiento de Gorasurreta al poeta ocurrió a partir de la publicación del libro El aura del sauce en 1973. “Ahí lo conocí. Se presentó en una galería en Santa Fe y me enamoré de su poesía. Desde ese momento empezamos a pensar en el documental, que buscaba retratar ese cuerpo pequeño, amable, lleno de sonrisa”, concluyó el cineasta.
A más de un siglo de su nacimiento, la obra de Juan L. Ortiz sigue conmoviendo por su ternura, su visión poética del mundo y su firmeza ética. Su legado continúa vivo en la memoria de quienes lo leyeron y lo conocieron.