Según su propio texto en “Recuerdos de provincia”, el prócer confiesa que: "me escabullía sin licencia, y hacía otras diabluras con que me desquitaba el aburrimiento". Además, contó que de adulto, daba rienda suelta a las orgías.
Domingo Faustino Sarmiento fue un hombre de carne y hueso, aunque nosotros lo veamos en las figuritas de los próceres desde nuestra niñez.
Sucede que cuando niño, Dominguito confesó que a veces le "soplaba" mal la información a sus compañeros para divertirse con los retos que luego recibían.
En el pueblito andino de Pocuro, Chile, cuando tenía 19 años y era maestro, dejó embarazada a la alumna María de Jesús la Chepa Avendaño, quien concurría a instruirse junto a seis hermanas mayores. La hija de ambos se llamó Ana Faustina y fue criada por sus hermanas.
En su vida, el entusiasmo por las mujeres fue constante. En la madurez, se mostró muy interesado por las orgías.
Incluso, el escritor Federico Andahazi, reveló a 24CON que Sarmiento "además de traer la educación, los gorriones y los eucaliptos, importó las orgías. Su gran mérito, quizá justamente porque era escritor, fue que él hablaba sin eufemismos acerca de sus preferencias y ciertos aspectos de su intimidad. En un diario La Nación de la época que hallé, hay un título con tipografía catástrofe que decía 'Sorprenden a Sarmiento volviendo ebrio de una orgía'. Es extraordinario, imaginarlo esa mañana en un cruce con escolares de guardapolvo blanco mientras volvía en pedo de una orgía".
