Todos fueron creados en torno al célebre pueblo "Trulalá", donde convivían un niño que podía convertirse en superhéroe, un millonario, un comisario, un profesor loco que buscaba el mal, amigos algo torpes y un bebé que manejaba armas.
Los personajes del historietista Manuel García Ferré, fallecido a los 83 años, dejaron un sinfin de frases que desde hace más de cuatro décadas marcaron a varias generaciones y se convirtieron en íconos populares.
Los personajes se crearon en torno al célebre pueblo de "Trulalá", en donde convivían un niño que podía convertirse en superhéroe, un millonario, un comisario, un profesor loco que buscaba el mal, amigos algo torpes y un bebé que manejaba armas de manera indiscriminada.
Cada vez que Hijitus necesitaba convertirse en superhéroe apelaba a su sombrero, una especie de galera algo cortada y con un agujero en su copa, y apelaba a la frase: "Sombrero, sombreritus, conviérteme en Súperhijitus. ¡Fu fuuu y chukuchukuchuku!".
Con acento correntino y siempre acomodándose los pantalones, el comisario del pueblo decía: "Marche preso, desacatao. Lo voy a mandar a repimporotear al calabozo", aunque pocos podían entender el significado de "repimporotear".
El niño Oaky, cuyo padre era el millonario Gold Silver, solía tomar un revólver y decir: "Tiro lío, cosa golda. Lompo l alma", para ejecutar disparos al aire.
Petete, un pequeño pingüino que sabía mucho de diversos temas, solía decir en sus micros televisivos: "El libro gordo te educa, el libro gordo entretiene y yo te digo contento, hasta la semana que viene".
Sin dudas una de las risas más contagiosas que dio García Ferré a la historieta fue la de Largirucho, el amigo entrañable y torpe de Hijitus, que decía "Ju ju ja ju ja ju" y cuando no entendía algo le pedía a su interlocutor: "Hablá mas fuerte que no te escucho".
El profesor Neurus, quien siempre buscaba hacer alguna maldad para conquistar el mundo, tenía una manera muy particular de retar a sus colaboradores Pucho o Larguirucho, con un lacónico "¡Cállate, retonto!".