REDACCIÓN ELONCE
Jimena Franco, investigadora del Conicet, dijo que "ver el fondo marino de argentina nos emociona, es parte de nuestro patrimonio, de nuestro país". Para ello, remarcó que se necesita "financiamiento, proyectos y personal".
Una expedición científica del CONICET en el fondo del mar capturó la atención de miles. Imágenes impactantes, criaturas desconocidas, una estrella de mar convertida en meme y más de 50.000 personas siguiendo en vivo la transmisión desde 4.000 metros de profundidad.
La ciencia, por un momento, logró lo impensado: emocionar, fascinar, volverse viral. ¿Puede este fenómeno ayudar a valorar el trabajo de quienes investigan cada día, muchas veces en silencio?
Mientras el conocimiento se vuelve espectáculo, el sistema científico argentino vive una de sus crisis más profundas: más de 4.000 empleos perdidos entre 2023 y 2025, más de 1.000 sólo en el CONICET.
¿Qué futuro espera a la ciencia en un país que aplaude sus logros, pero recorta a sus investigadores?
El tema fue debatido en el programa El Ventilador, de Elonce.
Jimena Franco, investigadora del Conicet, indicó que “la intención es mostrar la pasión que tenemos por investigar. Frente a nuestro trabajo hay una actitud, un pensamiento y un mensaje. Este tipo de investigaciones que estamos disfrutando todos no se puede realizar sin un financiamiento, con proyectos cortados, con colegas que se están quedando sin trabajo, con poco personal. Es un espacio que tenemos para contar un poco lo que nos está pasando, lo que estamos viviendo. La intención inicial no fue esa, sino compartir”.
Mencionó que “es algo bueno que nos recuerda que la ciencia es algo lindo que se puede disfrutar. No siempre tiene que tener una aplicación inmediata, sino que el conocimiento es algo bueno y es de todos. Ver el fondo marino de argentina nos emociona, nos recuerda que es parte de nuestro patrimonio, de nuestro país”.
Remarcó que “Conicet está primero en Latinoamérica, está muy bien en el ranking. Yo trabajo en paleontología, estudio árboles petrificados que vivieron hace millones de años y muchos de los materiales que estudio son de Entre Ríos. Un poco esto me despierta cómo nosotros podemos transmitir esa pasión que es de acá, que es patrimonio biológico. Somos muchos los que estamos estudiando sobre la biodiversidad actual y pasada. Lo que queremos brindar son herramientas a la hora de tomar decisiones, conocimientos y todo lo que implica la ciencia”.
“Somos privilegiados en poder trabajar en aquello que nos genera pasión. La ciencia genera pasión. Eso es un gran empuje y por eso seguimos luchando y trabajamos con los sueldos que tenemos. La investigación y la ciencia están muy vinculadas a las universidades y éstas son el futuro”, agregó.
Sobre el sueldo de un investigador del Conicet, indicó que “es difícil de especificar porque varía según las categorías y al lugar. Cuanto más te alejás de Buenos Aires sube un poquito. Una beca hoy está en alrededor de $900.000. Implica exclusividad. Podés tener un cargo simple en universidad. La jerarquización está muy planchada”.
Respecto a qué ocurre con las investigaciones en curso a partir de los recortes presupuestarios que hizo el gobierno nacional, señaló: “los proyectos están frenados. Los grupos que trabajan en experimentación, que tienen insumos que vienen del exterior y demás, tienen un costo mucho mayor. Entonces hay grupos que no pueden seguir adelante y tienen frenadas las investigaciones. La situación no es la misma en todos los equipos, depende mucho con qué se trabaja. En mi caso en particular, los leños petrificados, los árboles fósiles, se tienen que hacer cortes al microscopio y no se puede hacer esto en la provincia, no hay equipamiento que lo haga. La última vez que mandamos a cortar, que fue hace un año, cada corte salía $10.000. Como se hacen tres cortes por árbol, salía $30.000. Una tesis doctoral lleva de 40 fósiles para arriba”.
Gretel Schneider, investigadora del Instituto de Estudios Sociales, dijo que “fue un entretenimiento masivo y llama la atención que la ciencia cobre este lugar. Es difícil instalar temas en la agenda y más como este. Sirve como entretenimiento para toda la familia. Es una transmisión que propone otra temporalidad por la vida que vivimos, las emociones que nos van generando este tipo de imágenes e investigaciones que están siendo y transcurriendo en el mismo momento en que las estamos apreciando”.
Consideró que “se plasma la democratización del conocimiento, que de alguna forma gracias a los financiamientos que los investigadores tenemos que ir gestionando para poder investigar es que también es posible eso, esa accesibilidad. Es un conocimiento que tiene que ver con lo nuestro, con nuestros recursos naturales que se transforman en patrimonio cultural”.
Indicó que “el desprestigio que está sufriendo todo el sistema científico y de producción de conocimiento viene en relación a todo un engranaje de todo el sistema productivo y cultural en general. Es muy estimulante que las infancias estén preguntándose qué tengo que estudiar para poder hacer esto. Ahí se valoriza también la importancia que tiene una carrera, el estudio, el esfuerzo, pensar qué puedo hacer a futuro. Es un paradigma que viene siendo destruido y desvalorizado. Es una oportunidad en muchos sentidos”.
Comentó que la tarea del investigador tiene muchas instancias. En ese sentido, contó que “hacemos trabajo de campo, en territorio, con personas. En mi caso trabajamos ruralidades, género, educación, comunicación, uso de tecnologías, historia de Entre Ríos y demás. Muchas veces no encontramos un correlato directo en las políticas, pero hay un conocimiento que se está produciendo, está en movimiento y está disponible para ser utilizado, discutido y revisado. Nosotros tenemos discusiones en congresos, jornadas, workshop. Ese trabajo tiene que ser madurado para luego ser publicado. Tiene un proceso de diálogo teórico. Es revisado y repensado”. Elonce.com