REDACCIÓN ELONCE
La directora de la Unidad Penal N°6, subprefecta Daniela Cuesta, explicó a Elonce cómo es la convivencia de las 92 internas alojadas en el establecimiento. Describió diferencias con las cárceles de hombres y habló sobre maternidad, vínculos familiares y actividades educativas.
La vida en las cárceles de mujeres volvió a ponerse en el tapete de la mano del éxito de la serie En el barro, spin-off de El Marginal que sigue las historias de mujeres privadas de libertad y cuyo elenco está encabezado por Ana Garibaldi, quien interpreta a Gladys Guerra, y Valentina Zenere, junto a figuras de peso como Rita Cortese, Cecilia Rosetto, Lorena Vega y Juana Molina.
En Entre Ríos, la única unidad destinada exclusivamente a mujeres es la Unidad Penal N°6 “Concepción Arenal” de Paraná, que actualmente alberga a 92 internas.
Al respecto, la directora del penal, subprefecta Daniela Cuesta, aclaró a Elonce que la realidad local dista mucho de lo que muestra la ficción: “La unidad penal de mujeres, que es la única en Entre Ríos, es mucho más tranquila. Tal vez, la serie se basó en alguna cárcel bonaerense o más grande, donde hay otro nivel de violencia”.
Cuesta señaló que las problemáticas de las mujeres privadas de libertad difieren de las de los hombres: “La mujer ingresa con sus conflictos familiares, económicos y, sobre todo, con la preocupación por sus hijos. Eso hace que la condena sea más sufrida”.
En la oportunidad, descartó que Nahir Galarza (condenada a perpetua por matar a su novio Fernando Pastorizzo) tenga un trato preferencial en el interior del penal. “Se integró al grupo, convive en un pabellón común y se adapta a las mismas actividades que desarrolla el resto de la población penal”, comentó durante una entrevista en Nunca es tarde, el programa que se emite por Elonce.
Organización interna, uso de celulares y problemas de convivencia
Actualmente, la cárcel cuenta con un pabellón de madres, donde conviven dos mujeres con sus hijos pequeños. “La reglamentación permite que los niños estén con sus madres hasta los 4 años, aunque siempre aconsejamos que no es un ambiente adecuado. Los chicos asisten a un jardín municipal fuera de la unidad para que no sufran tanto el encierro y mantienen el contacto con el exterior, jugar con otros niños”, detalló.
Sobre la organización interna, explicó que existen 11 pabellones: uno para madres, otros para internas con salidas sociofamiliares y otro para acusadas por delitos contra la integridad sexual. El resto son mixtos, con presas por distintas tipologías delictivas.
“El servicio penitenciario se rige por la Ley 24.660, que establece la progresividad de la condena. Desde el ingreso, la persona privada de libertad debe atravesar distintas etapas hasta llegar a la de confianza, momento en el que se elabora un expediente criminológico con la intervención de profesionales, quienes determinan si representa un riesgo para la sociedad al recuperar la libertad”, explicó.
Según detalló, las internas participan en actividades educativas -primaria, secundaria y universitarias-, además de talleres de teatro, música, cocina, costura y pintura. También se desarrollan cultos religiosos de distintos credos.
Consultada sobre las comunicaciones, la funcionaria explicó que se autorizó un teléfono celular por pabellón, sin cámara, para evitar el uso de redes sociales o posibles delitos vinculados a estafas virtuales.
En cuanto a la convivencia, Cuesta destacó que las mujeres suelen ser “más tranquilas” que los hombres, aunque surgen conflictos: “Al estar alojadas 92 personas que no son familia, aparecen problemas de convivencia que se resuelven con cambios de pabellón y contención psicológica”.
Listas de espera para visitas conyugales
La directora también confirmó que existen visitas conyugales, que se realizan en instalaciones de la Unidad Penal N°1 de Paraná. “Cuando una interna solicita mantener el vínculo con su pareja, ya sea otro detenido o una persona civil, se la incorpora a una lista de espera. Las visitas se realizan en instalaciones de la cárcel de hombres, donde funciona el sector de unidad conyugal, separado de los pabellones", detalló. Y aclaró: "Debido a que el número de espacios es limitado frente a la demanda, se generan listas de espera para este tipo de encuentros”.
Y en casos especiales, las internas pueden casarse realizando el trámite correspondiente en el Registro Civil. "Generalmente, se trata de parejas que ya se conocían de antes, algunas incluso como ‘consortes delictivos’. En estos vínculos, el hombre suele quedar alojado en la unidad penal de varones y la mujer en la de mujeres, sin contacto entre sí, salvo en situaciones excepcionales, como cuando cursan sus estudios universitarios", comentó.
"Si una interna solicita una visita con un detenido de otra unidad, se realiza un análisis previo que contempla si la persona tiene pareja, si recibe otras visitas y el tipo de delito, para luego requerir la autorización del Juzgado de Ejecución”, indicó.
Finalmente, subrayó la importancia del trabajo del personal penitenciario -integrado casi en su totalidad por mujeres- y el desafío de mantener el equilibrio entre la firmeza y la empatía: “No es fácil, pero uno aprende a ponerse en el lugar de ellas sin dejar de ejercer la autoridad necesaria”.