

Verónica Perdomo, reconocida conductora y periodista, disfruta actualmente de uno de los momentos más felices de su vida. Después de una carrera llena de altibajos, la presentadora se refugió en Punta del Este, donde disfruta de la crianza de sus gemelos, Felipe e Iñaki, junto a su pareja, Adrián, con quien comparte su vida desde hace 11 años.
La vida de Verónica estuvo marcada por momentos de gran transformación, desde su inesperado ingreso a la televisión en los años 90 hasta un episodio que cambiaría por completo su existencia: un accidente cerebrovascular (ACV) que sufrió en 2009.
Un antes y un después marcado por la enfermedad
El 15 de julio de 2009, Verónica sufrió un ACV que cambió por completo su vida y su carrera. Ese día, cuando su cuerpo le envió una señal de alerta, la vida de Perdomo dio un giro radical. "Se me apagó el cerebro", recuerda Verónica sobre aquel fatídico momento. A pesar de haber estado en pleno auge de su carrera, la enfermedad la obligó a enfrentarse a una larga internación, y una recuperación que fue aún más extensa.
Durante ese tiempo, tuvo que aprender a hablar, escribir e incluso a comer de nuevo. Hoy, con una perspectiva renovada, reflexiona sobre los factores que contribuyeron a su enfermedad: "Siempre cuidé mi cuerpo, comía bien, hacía gimnasia, bailaba, pero no cuidaba mi cabeza, estaba pasada, estresada, angustiada".
Esta experiencia, aunque dolorosa, le permitió obtener una nueva visión sobre su vida y sobre cómo manejar el estrés.
El regreso a la pantalla y la maternidad
A pesar de la afasia, un trastorno del lenguaje que quedó como secuela de su ACV, Verónica nunca permitió que esta dificultad la detuviera en su camino. Su pasión por la conducción y la comunicación la llevaron a retomar su carrera en la televisión, y hoy se siente orgullosa de su regreso: "Era muy importante volver a conducir. Creía que por mi afasia no iba a poder hacerlo y pude", dice con una sonrisa.
Sin embargo, hubo un deseo que durante mucho tiempo le pareció inalcanzable: ser madre. En abril de 2022, este sueño se convirtió en realidad cuando nacieron sus gemelos, Iñaki y Felipe. "La verdad es que todo se fue dando muy despacio, porque los nenes nacieron prematuros y yo todavía siento que tengo bebés. Adrián me dice: ‘¡No los dejás crecer!’", cuenta Verónica entre risas.
A pesar de que sus hijos ya comenzaron el jardín, ella disfruta cada momento con ellos. "Es que ellos ya empezaron el jardín y, de alguna manera, hacen su vida. Pero yo los disfruto tanto, pero tanto, que trato de estar todo el tiempo con ellos", confiesa con una sonrisa.
Punta del Este como refugio y nueva vida familiar
La maternidad le dio un giro completo a la vida de Verónica. Fue un proceso que la llevó a replantearse su ritmo de vida, y a encontrar en Punta del Este el equilibrio que tanto buscaba. "Acá la vida es más relajada. La tranquilidad que me dio la naturaleza, estar conectada con la arena y el mar, hizo que me quede en Punta del Este", explica la conductora. La pandemia fue el primer paso para instalarse en Uruguay, un país que le brindó la serenidad que necesitaba. No solo por el entorno natural, sino también porque le ha permitido criar a sus hijos con mayor calma y sin la presión del ajetreo urbano.
Verónica reconoce que la maternidad no habría sido posible sin el apoyo incondicional de su familia. "No podría hacer nada de todo lo que hago si no recibiera la ayuda de mi familia. Desde mi hermana, quien acaba de ser madre, hasta Adrián y quienes me acompañan a diario", asegura. Criar gemelos es un desafío, y ella lo sabe bien. "Iñaki y Feli todavía usan pañales y es un momento muy demandante. Encima es todo por dos y yo tengo un solo cuerpo, pero aprendí a no ser tan exigente conmigo misma y ahora resulta mejor de lo que pensaba. Ser mamá de gemelos es como un doble amor", comenta emocionada.
Cada día, cuando ve a sus hijos dormir a su lado, Verónica siente una profunda gratitud. "A veces me despierto a las 5 de la mañana y, cuando los veo a los dos durmiendo conmigo, digo: ‘Gracias a Dios, la vida y el universo por esta oportunidad’. Porque yo sé que esto en algún momento se corta. No sé, a los 18 años no van a querer dormir conmigo...", dice entre risas, consciente de que cada etapa de la vida es única y efímera. (Con información de Pronto)