REDACCIÓN ELONCE
En horas de la tarde, tuvo lugar en la Parroquia Santa Teresita del Niño Jesús una misa especial para homenajear los 100 años de su canonización.
Este sábado 17 de mayo, la comunidad de la Parroquia Santa Teresita del Niño Jesús celebró los 100 años de su canonización con una misa única, que tuvo lugar a las 17:00 horas en Paraná. La celebración fue presidida por el Padre Diego Rausch, quien guió a los fieles en un emotivo recordatorio de la vida y legado de una de las santas más queridas de la Iglesia Católica.
El evento fue una oportunidad para que los feligreses profundizaran en la historia de Santa Teresita, también conocida como "La Pequeña Flor", quien es considerada una de las grandes santas del siglo XIX. Su vida, aunque breve, estuvo marcada por un amor incondicional a Dios y una profunda devoción que la llevó a ser una figura inspiradora para millones de personas alrededor del mundo.
Una vida dedicada al amor y la simplicidad
Santa Teresita nació el 2 de enero de 1873 en Alençon, Francia, en una familia profundamente cristiana. Desde pequeña, mostró una sensibilidad espiritual notable, pero también enfrentó grandes tragedias. La pérdida de su madre a los cuatro años de edad fue un golpe que la marcaría profundamente, aunque su fe se mantuvo intacta. En 1888, a los 15 años, ingresó al convento de las Carmelitas Descalzas en Lisieux, donde tomó el nombre de Santa Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz.
Su vida en el convento fue marcada por un fervor religioso excepcional, aunque en gran medida transcurrió en la simples y pequeñas acciones diarias, lo que más tarde sería conocido como su "camino de confianza y amor". Santa Teresita creía que la santidad no está reservada para los grandes momentos heroicos, sino que se encuentra en lo cotidiano, en los gestos de amor y devoción que se dan en las acciones más humildes.
Santa Teresita no fue conocida por realizar milagros espectaculares durante su vida, sino por su profundo amor a Dios y a los demás, su confianza en la misericordia divina, y su enfoque en lo que ella denominaba “el pequeño camino” o “camino de confianza”. Para ella, la santidad no era algo reservado para unos pocos elegidos, sino algo alcanzable por todos, a través de la humildad, la fe y el amor a Dios.
Canonización y legado universal
Tras su muerte a los 24 años, el 30 de septiembre de 1897, Santa Teresita fue rápidamente reconocida por su santidad, aunque fue canonizada oficialmente el 17 de mayo de 1925, 28 años después de su fallecimiento, por el Papa Pío XI. Este acto marcó un hito en la Iglesia Católica, ya que la canonización rápida de Santa Teresita fue, en su momento, un caso excepcional, dado que ella no realizó grandes milagros visibles ni destacó en la vida pública, como era común en otros santos.
Sin embargo, la canonización de Santa Teresita se debió a la profundidad de su vida espiritual, su amor incondicional hacia Dios y su influencia duradera a través de su escritura. Su autobiografía, "Historia de un alma", se convirtió en un texto de gran inspiración para millones de personas, particularmente aquellas que buscan vivir su fe de manera sencilla y auténtica. A lo largo de los años, su "camino de confianza" ha sido adoptado como un modelo para muchos cristianos que buscan seguir su ejemplo en la vida cotidiana.
Santa Teresita también fue declarada Doctora de la Iglesia en 1997 por el Papa Juan Pablo II, un título que reconoce la profundidad de su teología y enseñanzas, que siguen siendo una fuente de inspiración y consuelo para los fieles de todo el mundo.