En Borja, un pésimo retoque a una pintura religiosa en 2012, se convirtió en atracción. El Cristo mal restaurado, se transformó en un milagro económico para el pueblo, que recibe a miles de turistas para fotografiarse con la obra.
El Cristo mal restaurado se convirtió en un milagro económico para el pueblo Borja. "Una ciudad, y no una pintura, restaurada", es el título del reportaje que le dedica el diario estadounidense The New York Times. El Cristo de Borja fue la sensación de hace dos veranos y, desde entonces, el pueblo se ha beneficiado de los miles de turistas que acudieron a esta localidad de poco más de 5.000 habitantes para ver en directo lo que habían visto en televisión, periódicos y webs.
Para acceder al Santuario de Misericordia, donde se encuentra el lienzo pintado en los años 30 y restaurado por Cecilia Giménez, cada turista tiene que pagar un euro. Y, según calcula el The New York Times, durante estos dos años la pintura ha atraído a más de 150.000 personas de todas las partes del mundo. La afluencia de visitantes se ha notado en toda la localidad, especialmente en los restaurantes.
El alcalde, Miguel Arilla, asegura al diario que el boom del turismo ha ayudado a recuperar la economía local. También se han beneficiado otros museos locales como el Museo de la Colegiata de Borja, con su colección de arte religioso medieval y que ha pasado de tener 7.000 visitantes al año a 70.000.
El reportaje también cuenta que en Estados Unidos está en marcha una ópera sobre "la historia de cómo una mujer arruinó un fresco y salvó una ciudad": Behold the man (He aquí el hombre). Su autor, Andrew Flack, se ha trasladado a Borja para poder documentarse y asegura que, para él, "es una historia de fe. Es un milagro cómo ha impulsado el turismo. ¿Por qué la gente viene a verlo si es un trabajo artístico terrible? Es una peregrinación a un fenómeno impulsado por los medios de comunicación. Dios trabaja de maneras misteriosas".
Aunque al principio fue objeto de burlas, Cecilia se ha convertido en un personaje famoso dentro y fuera de Borja.
"Estaba devastada. Decían que estaba loca, que era una vieja que había destruido una pintura que costaba mucho dinero", cuenta al diario.
Después de un pleito entre dos bodegas que bautizaron a sus vinos con el nombre y la imagen del cuadro restaurado, Cecilia ha diseñado una etiqueta con su propia versión de Ecce Homo que ahora lucen unas botellas de vino. Y hay gente que acude a conocer a la autora de una de las obras de arte más famosas de las redes sociales.
La atracción que ejerce este Ecce Homo también benefició al Museo de la Colegiata de Borja, que expone una colección de arte religioso medieval y que pasó de tener 7.000 visitantes al año a 70.000.
Lo recaudado con la venta de las entradas para visitar al Cristo restaurado, se destinará a fines caritativos, tanto en el caso del consistorio como en el de la ya famosa restauradora, según declaró en su momentp a la AFP el abogado de Cecilia, Antonio Val-Carreres, que considera importante "dejar claro que nadie ha querido sacar dinero de esta situación".
"Ahora parece que todo el mundo está contento", dijo Cecilia Giménez a el Heraldo de Aragón, el diario que popularizó el caso de esta peculiar restauración. Sin embargo, los descendientes de Elías García Martínez, quien pintó el cuadro un siglo atrás, no apoyan que la obra se quede como está.
"Algunos quieren que se restaure, lo que probablemente ya sería imposible, y otros lo que piden es que se quite de la Iglesia y se lleve a algún otro lado", dijo a AFP el concejal de Cultura del Ayuntamiento de Borja, Juan María Ojeda.
Tanto el Ayuntamiento como los abogados de Cecilia Giménez indicaron que compartirán con los descendientes los derechos de imagen si cambian de opinión.
"Nunca nadie, al menos en España, había conocido una popularidad internacional tan súbita, tan involuntaria. La más sorprendida, con mucha diferencia, era la propia Cecilia. Ella solo había querido arreglar un cuadro que adoraba y no había podido acabar su trabajo. Eso era todo", escribió Luis Alegre en El Huffington Post.
El Cristo mal restaurado se convirtió en un milagro económico para el pueblo Borja. "Una ciudad, y no una pintura, restaurada", es el título del reportaje que le dedica el diario estadounidense The New York Times. El Cristo de Borja fue la sensación de hace dos veranos y, desde entonces, el pueblo se ha beneficiado de los miles de turistas que acudieron a esta localidad de poco más de 5.000 habitantes para ver en directo lo que habían visto en televisión, periódicos y webs.
Para acceder al Santuario de Misericordia, donde se encuentra el lienzo pintado en los años 30 y restaurado por Cecilia Giménez, cada turista tiene que pagar un euro. Y, según calcula el The New York Times, durante estos dos años la pintura ha atraído a más de 150.000 personas de todas las partes del mundo. La afluencia de visitantes se ha notado en toda la localidad, especialmente en los restaurantes.
El alcalde, Miguel Arilla, asegura al diario que el boom del turismo ha ayudado a recuperar la economía local. También se han beneficiado otros museos locales como el Museo de la Colegiata de Borja, con su colección de arte religioso medieval y que ha pasado de tener 7.000 visitantes al año a 70.000.
El reportaje también cuenta que en Estados Unidos está en marcha una ópera sobre "la historia de cómo una mujer arruinó un fresco y salvó una ciudad": Behold the man (He aquí el hombre). Su autor, Andrew Flack, se ha trasladado a Borja para poder documentarse y asegura que, para él, "es una historia de fe. Es un milagro cómo ha impulsado el turismo. ¿Por qué la gente viene a verlo si es un trabajo artístico terrible? Es una peregrinación a un fenómeno impulsado por los medios de comunicación. Dios trabaja de maneras misteriosas".
Aunque al principio fue objeto de burlas, Cecilia se ha convertido en un personaje famoso dentro y fuera de Borja.
"Estaba devastada. Decían que estaba loca, que era una vieja que había destruido una pintura que costaba mucho dinero", cuenta al diario.
Después de un pleito entre dos bodegas que bautizaron a sus vinos con el nombre y la imagen del cuadro restaurado, Cecilia ha diseñado una etiqueta con su propia versión de Ecce Homo que ahora lucen unas botellas de vino. Y hay gente que acude a conocer a la autora de una de las obras de arte más famosas de las redes sociales.
La atracción que ejerce este Ecce Homo también benefició al Museo de la Colegiata de Borja, que expone una colección de arte religioso medieval y que pasó de tener 7.000 visitantes al año a 70.000.
Lo recaudado con la venta de las entradas para visitar al Cristo restaurado, se destinará a fines caritativos, tanto en el caso del consistorio como en el de la ya famosa restauradora, según declaró en su momentp a la AFP el abogado de Cecilia, Antonio Val-Carreres, que considera importante "dejar claro que nadie ha querido sacar dinero de esta situación".
"Ahora parece que todo el mundo está contento", dijo Cecilia Giménez a el Heraldo de Aragón, el diario que popularizó el caso de esta peculiar restauración. Sin embargo, los descendientes de Elías García Martínez, quien pintó el cuadro un siglo atrás, no apoyan que la obra se quede como está.
"Algunos quieren que se restaure, lo que probablemente ya sería imposible, y otros lo que piden es que se quite de la Iglesia y se lleve a algún otro lado", dijo a AFP el concejal de Cultura del Ayuntamiento de Borja, Juan María Ojeda.
Tanto el Ayuntamiento como los abogados de Cecilia Giménez indicaron que compartirán con los descendientes los derechos de imagen si cambian de opinión.
"Nunca nadie, al menos en España, había conocido una popularidad internacional tan súbita, tan involuntaria. La más sorprendida, con mucha diferencia, era la propia Cecilia. Ella solo había querido arreglar un cuadro que adoraba y no había podido acabar su trabajo. Eso era todo", escribió Luis Alegre en El Huffington Post.