

REDACCIÓN ELONCE
Hasta este lunes se conmemoró en todo el mundo la Semana del Parto Respetado, una oportunidad para volver a poner en foco una deuda persistente: garantizar que el proceso de dar a luz sea verdaderamente respetado. ¿Qué implica ese respeto? Escuchar, acompañar, no imponer.
Aunque en Argentina existe desde 2004 una ley que protege los derechos de las personas gestantes, en muchos casos esa norma sigue sin cumplirse. La violencia obstétrica, las decisiones médicas sin consentimiento y la falta de información siguen siendo moneda corriente. Respetar no es sólo permitir un parto natural, sino también es aceptar una cesárea, elegir un hospital, o priorizar el bienestar físico y emocional de quien da a luz.
En tiempos donde se discuten derechos conquistados, hablar de parto respetado es también hablar de acceso, salud pública y autonomía.
El tema fue debatido en El Ventilador, de Elonce.
Jimena Zeballos, doula, explicó que “las doulas somos acompañantes de los procesos de gestación, el parto, el puerperio, el amamantamiento. Algunas estarán en todas las etapas, otras en algunas específicas. Es un acompañamiento integral. Es brindar información sobre fisiología, derechos, la necesidad de movimiento. Es brindar un espacio de escucha, que es lo que falta. En un mundo ideal se llamaría a la partera, que es la que se formó durante cinco años para estar en todos estos momentos. Pero a la partera realmente la conocemos sobre el final del embarazo, cuando pasaron un montón de cosas y nos suceden muchas otras. La doula viene a ocupar un hueco”.
Consideró que “tenemos que hablar de respeto. Que exista a nivel mundial una necesidad de hablar del parto y mencionar la palabra respeto, indica que no ha habido respeto. Es ponerse a pensar por qué existe una Semana del Parto Respetado. Pasó que falló o faltó el respeto, en vez de respeto hubo maltrato, violencia, falta de información”.

El parto “es la eyección de un feto, según el diccionario, y quienes hemos parido sabemos que es mucho más que eso, nos atraviesa por completo. Primero hay que informarse sobre qué es el parto. Es un proceso fisiológico, sucede naturalmente en nosotras. Sabemos que lo podemos obstaculizar fácilmente y que está comandado por algunas hormonas, entre las que se destaca la oxitocina. Creo que es algo que debe ser del saber popular, no es que solo debemos conocerlo las mujeres o las personas con capacidad de gestar. Para que la oxicitocina, que es la hormona que comanda el parto, fluya y ese parto suceda tiene que haber ausencia de adrenalina. Esta última sucede cuando tenemos miedo, ansiedad, inseguridad, cuando tenemos frío, cuando estamos alarmadas. En esas condiciones no se puede parir. No todos los entornos son para parir. Tenemos que sentirnos seguras, en intimidad, en confianza, calentitas. Ese es el entorno para parir. Para sentirnos seguras necesitamos saber qué va a pasar, qué nos va a pasar, quién va a estar y demás”.
Sobre la tasa de cesáreas comentó que la OMS hace muchos años dice que “entre un 10 y 15 por ciento está bien, pero estamos muy por encima de eso. Creo que una de las principales causas es el exceso de intervención innecesaria que hay. Sigue pasando mucho que dicen que llegaron a la clínica, les pusieron oxitocina y les rompieron la bolsa, que son dos intervenciones que están desaconsejadas. Eso obstaculiza, corta nuestra oxitocina natural y un montón de situaciones que veían a favorecer el parto”.
“Pasa mucho que entran con contracciones propias al sanatorio, le colocan sin explicación oxitocina para acelerar el proceso, que las contracciones sean más rápidas y el tiempo más corto. Nuestra propia oxitocina es distinta porque tiene una forma pulsátil y el proceso lleva horas. Está bueno que lleve horas porque es mucho el trabajo que hay que hacer para afinar el cuello, dilatarlo con los famosos 10 centímetros. El proceso natural es maravilloso. Cuando me ponen oxitocina sintética eso se corta. Lo que provoca es que las contracciones sean más seguidas, más fuertes y para el bebé es mucho impacto. Empieza a haber dificultades respiratorias, no se puede recomponer de esa situación porque no es la que debería haber estado. Lo que sucede es un denominado sufrimiento fetal. La correcta intervención en esos casos es una cesárea. Pero es una cesárea fabricada muchas veces por esta intervención que se podría haber evitado”, dijo.

Aclaró que “no estoy diciendo que nunca debe inducirse o nunca deba conducirse cuando ya se está con contracciones, con oxitocina propia trabajando. No digo que no deba ocurrir nunca, pero sí ocurre más de lo necesario”.
Cuando hablamos de violencia obstétrica “nosotros tenemos una ley maravillosa. Argentina es ejemplo en otros lugares del mundo por nuestra ley de Parto Respetado, por la ley de Violencia que tipifica la violencia obstétrica y la define con trato deshumanizado, abuso de medicalización, parto humillante y patologización de eventos naturales. Es muy fácil caer en la violencia obstétrica. Opino que ocurre porque se trata de mujeres y de niños”.
Destacó que lo importante es la formación profesional “de ginecólogos, médicos, obstetras. En general esas personas tienen una formación para atender patologías de embarazo. La partera estudia para atender un parto normal, en términos de salud. La ginecóloga/o y obstetra se forma en patologías. La mayoría de nosotras se trata y consulta con estos profesionales. Hay que actualizarse”.
“Hace muchos años, en 1984, la OMS publicó recomendaciones bajo el título que el parto no es una enfermedad. Si leen las recomendaciones, son revolucionarias hoy. Las mujeres siempre parimos paradas, en cuclillas y siempre ha sido un evento entre mujeres, históricamente”, remarcó.
Recomendó “leer las recomendaciones de la OMS y la ley de Parto Respetado y ya está. Recomiendo preguntar a los médicos, obstetras, ginecólogos y parteros qué opinan de estos temas, cómo se manejan con las cesáreas, con la rotura de bolsa, la posición para parir y demás”.

“Se confunde con que el parto respetado es solo en casa y no es así. He trabajado en partos en casa donde no ha estado el respeto y en clínicas donde hemos logrado hermosos partos. Hemos terminado armando equipos maravillosos, donde cada uno respeta su lugar. Se puede trabajar bien. Tenemos que enfocar en cómo parir y no en dónde, eso no es opinable, es donde decida la mujer. Un parto en una casa es con una ginecóloga, con una partera, pediatra y demás. No es así no más. La mujer tiene derecho a elegir quien quiere que la acompañe también”, dijo.
Por su parte, la abogada Corina Beisel aportó que “todos los meses estoy recibiendo un caso de violencia obstétrica. En algunos casos la mujer y los familiares pueden visibilizar la violencia a través de procedimientos que no son informados y demás. En otros casos es literal la violencia, por ejemplo, insultando y diciendo cosas fuera de lugar a la mujer. Por violencia obstétrica puntualmente no hay causas en curso, pero sí vinculadas con causas de mala praxis, en esos contextos sí”.
“Las leyes dicen cosas que me emocionan y cuando voy a los hechos veo que no se aplican y hasta se hace lo contrario. Hay que machacar en esto”, opinó. Elonce.com