REDACCIÓN ELONCE
Germán Piffiguer, cabo primero del Ejército Argentino, oriundo de Paraná, compartió su experiencia de trabajo en la Base Esperanza, donde enfrentó temperaturas extremas y situaciones únicas.
Germán Piffiguer, cabo primero y mecánico de instalaciones del Ejército Argentino, tuvo la oportunidad de vivir y trabajar durante un año en la Base Esperanza de la Antártida, en una experiencia que describió como uno de los desafíos más grandes de su vida. A lo largo de este tiempo, enfrentó temperaturas extremas, desde sensaciones térmicas por debajo de los 30 grados bajo cero. "La mayor parte de mi especialidad es un desafío, un escalón muy alto que se requiere lograr", expresó Piffiguer, quien eligió postularse para esta misión debido a la magnitud de la tarea y la oportunidad profesional que representaba.
Durante su servicio, Germán estuvo a cargo del mantenimiento de calefacción en los edificios habitados por el personal y las familias en la base, una labor crucial en un lugar donde las bajas temperaturas son una constante. "El día a día es realizar actividades de mantenimiento en calefacción, electricidad y agua. También trabajábamos en la refrigeración de las cámaras frigoríficas donde se almacenan los alimentos", explicó. Además, detalló el proceso de obtención de agua. "El tema del agua era el desafío más difícil, sobre todo en invierno, cuando la laguna se congela y hay que hacer pozos para buscarla", relató.
La dura adaptación a las condiciones extremas
Germán también habló de la adaptación al cambio de luz y las condiciones de sol. "Nos sorprendió el cambio de clima. Cuando llegamos, en diciembre, había sol y no hacía tanto frío, pero a medida que avanzó el tiempo, la nieve cubrió todo y las temperaturas cayeron. Llegamos a tener nieve hasta la rodilla", contó. Además, destacó lo complicado que es el reflejo del sol en la nieve. "Es impresionante el reflejo que da la nieve, a veces no podíamos ver nada. Usábamos lentes y antiparras para protegernos", relató. A pesar de los esfuerzos, el constante trabajo bajo condiciones extremas no fue sencillo.
Un mensaje de vocación y desafío para los jóvenes
Piffiguer, quien tiene una hija pequeña y una esposa en su familia, también compartió el impacto emocional de estar lejos de casa por tanto tiempo. "La tecnología hoy ayuda mucho. Las videollamadas fueron fundamentales para mantener el contacto con mi familia, especialmente con mi hija, que cuando me fui era un bebé a la que le daba la mamadera y recostaba en la cuna y cuando regresé ya estaba hablando y diciéndome papá", contó. A pesar de la distancia, la vocación por servir a la patria fue lo que más lo motivó.
En cuanto a los jóvenes que desean seguir sus pasos, el cabo les dejó un mensaje claro: "Les diría que no tengan miedo, que no se pierde nada con probar. Que se animen a ingresar al ejército, a la Fuerza Aérea o a la Armada”, concluyó.