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Sociedad Compleja actividad

La industria farmacéutica no frena su expansión, pero enfrenta la escasez de técnicos calificados

La industria farmacéutica argentina crecerá este año cerca del 30% y, como a lo largo de su historia, sostendrá su competitividad de la mano del desarrollo científico, pero se enfrenta al déficit de expertos para el área fabril.

16 de Mayo de 2015

La industria farmacéutica argentina crecerá este año cerca del 30% y, como a lo largo de su historia, sostendrá su competitividad de la mano del desarrollo científico, pero se enfrenta al déficit de expertos para el área fabril.

El presidente de la Asociación Argentina de Farmacia y

Bioquímica (Safybi), Federico Montes de Oca, destacó en una

entrevista con NA los hitos del país en esta compleja actividad y

precisó lo que aún falta.

Safybi nació en 1952, es una entidad en la que el 90 por ciento

de sus 1.000 asociados es de la industria farmacéutica y tiene

como objetivo ser un espacio para consultas, capacitación y

entrenamiento de los trabajadores.

 

NA - ¿Un hito en la industria en las últimas décadas?

FMO - Una de las capacidades más destacadas en la Argentina es

la producción de medicamentos biotecnológicos para tratar o

prevenir enfermedades. La industria, aquí, es muy grande en

términos relativos al país: el 50% de los medicamentos se producen

en empresas de capital nacional y eso responde a una política que

ha defendido la producción.

 

NA – ¿Eso es un mérito de este Gobierno?

FMO – No. La industria farmacéutica argentina se ha dedicado

históricamente a fabricar similares de productos ya existentes en

el mercado internacional, con la misma composición fisicoquímica.

Lo que siempre se buscó en el país es garantizar la seguridad y

eficacia de los medicamentos, pero también la accesibilidad.

Medicamentos seguros y eficaces a precios elevadísimos no van a

llegar a la gente que los necesita y el presupuesto de salud del

país no es infinito.

 

NA – ¿Hablamos de medicamentos genéricos, que son más baratos?

FMO - El genérico es aquel que ya ha demostrado bioequivalencia

entre el original y el similar. Se hacen estudios in vivo (ensayos

clínicos) o in vitro (medios artificiales que imitan el medio de

disolución interno del organismo).

En el mundo se vio como algo bastante lógico que el similar

demostrara ser genérico y se exija el ensayo al laboratorio, que

vale entre 50 y 100 mil dólares cada uno. Cuando los países exigen

esto impulsivamente lo que se observa en general es una

disminución de oferentes en el mercado, concentración de la oferta

y aumento de precios.

 

NA- ¿A dónde debería apuntar la industria en los próximos años?

FMO - Hay una tremenda oportunidad en el campo de la

biotecnología, allí tenemos que dar una lucha muy grande. La

Argentina es uno de los pocos países de América Latina que tiene

capacidad científica y tecnológica para producir estas medicinas.

El tema es que hay un gran debate internacional sobre las

patentes.

 

NA – Es difícil desarrollar una actividad tan regulada y a la

vez concentrada a nivel global…

FMO - Hay que apoyar y hacer frente a las regulaciones del

exterior que intentan bloquear la capacidad. Y eso es una

regulación internacional que avanza e intenta establecer

medicamentos de la multinacional que patentó y poner trabas al

laboratorio nacional que logró hacer una molécula similar.

 

NA - ¿Cómo repercute esa realidad en los consumidores?

FMO - Los costos de los medicamentos que no tienen competencia

son altísimos. Está demostrado que cuando sale al mercado un

biosomilar, los precios del producto original bajan

considerablemente. Estamos hablando de una industria que hace

dinero a partir de la enfermedad de la gente. Por lo que hay que

lograr un balance entre la actividad y el acceso de toda la gente

a los medicamentos.

 

NA - ¿Cuál es la forma de sortearlo?

FMO - Crear un marco regulatorio y una posición como país y

como Región que defienda la producción, porque es un bien

imprescindible: lo último que dejamos de comprar todos son los

remedios. Y si las políticas, las leyes, no apoyan que haya

plantas, la salud de los argentinos va a estar en manos

extranjeras.

 

NA - ¿Cuál es el cuadro de situación productivo en el país?

FMO - La ANMAT (Administración Nacional de Medicamentos,

Alimentos y Tecnología Médica) hace un excelente trabajo,

fiscaliza la producción. Somos un país reconocido por su autoridad

regulatoria. Evitar el monopolio e incluso el oligopolio garantiza

que la oferta de medicamentos llegue a todos.

 

NA – ¿Pero la ANMAT repele el monopolio?

FMO - El balance entre las exigencias y la regulación permite

el desarrollo de la industria para que haya diversidad de

oferentes. Los medicamentos deben ser seguros, de calidad y

eficaces, pero también tener accesibilidad.

Porque hay casos como el de Perú, por ejemplo, en el que se

incorporó directamente el modelo europeo y han diezmado la

producción propia, por lo que hoy dependen casi en la totalidad de

medicamentos extranjeros.

 

NA - ¿El avance de los biotecnológicos se logró gracias a

inversiones genuinas o a una exigencia, a un corset sobre

importaciones?

FMO - No, esto es histórico. No responde a una política de este

último Gobierno ni al anterior. Hay familias que han invertido.

Los laboratorios más grandes aquí son todos familiares.

Es una de las pocas industrias que no se extranjerizó. En los

últimos años, la venta de laboratorios a capitales trasnacionales

fue muy baja. Roemmers y Bagó, que son las número uno, son

empresas familiares.

 

NA - ¿Tienen problemas para importar?

FMO – No tenemos registros que haya problemas para importar ni

insumos ni medicamentos. El Gobierno ha priorizado los

medicamentos, porque es un problema grave dejar a la población sin

medicamentos.

La industria farmacéutica argentina importa muchas cosas para

fabricar. De hecho, habría que trabajar más en el desarrollo de

síntesis de los activos, materias primas, excipientes.

Hay que impulsar los Ingredientes Farmacéuticos Activos (IFAS),

como podrían ser el Ibuprofeno, el Paracetamol y otros tantos. En

la Argentina hay sólo 20 empresas que los fabrican y cubren el 5%

de la demanda. El resto viene de China e India, que son los

mayores proveedores mundiales.

 

NA - ¿Y las exportaciones?

FMO – Esta industria contribuye en el 5% de las exportaciones

del país y el valor agregado del sector está por encima de la

media, es mucho mayor que el de los commodities por la aplicación

de conocimiento. Genera un retorno de utilidades mucho mayor que

el de los commodities en términos relativos.

 

NA - ¿Tiene la industria acceso a fuentes accesibles de

financiamiento?

FMO -El Ministerio de Ciencia y Técnica fue una herramienta muy

valiosa. El Fondo Tecnológico Argentino (Fontar) fue clave y en

algunos casos se utilizan subsidios. Se trata de recursos para

proyectos serios, bien preparados, con seguimiento. Cuando hay

eso, los fondos están.

 

NA - ¿Se financian al sector privado?

FMO - También la industria tomó los créditos al 17 por ciento

que pusieron a disposición los bancos. No hubo grandes proyectos

de inversión que no se hayan podido concretar. Hoy falta armar los

negocios hacia el exterior, porque hay que registrar productos y

es muy difícil.

 

NA - ¿Existe un déficit de profesionales en alguna rama de la

actividad?

FMO - La necesidad de formación técnica de profesionales sufrió

una baja muy importante durante los 90 porque el país se orientó a

servicios. Y en los últimos diez años hubo una vuelta a tratar de

suplantar importaciones con producción propia. Y sí, faltan

expertos en sistemas, ingenieros, entre otros. La especialidad de

farmacéuticos también está muy demandada.

La mejor manera de generar profesionales es impulsar primero la

demanda de los mismos, asegurarles la fuente de empleo y en eso se

está trabajando.

 

NA - ¿Qué le falta al sector en materia laboral?

MFO - Tenemos una formación científica muy importante, y una

formación industrial de grado buena pero que habría que mejorar.

Hoy hay plantas en el país que pueden competir con pares de India

y China con la diferencia que en esos países se pagan salarios de

un décimo de los que se abona en la Argentina.

En la Argentina, la mano de obra es más cara que en los países

asiáticos aunque el costo de energía es bajo, y eso compensa. Y la

única manera de competir es invirtiendo en tecnología, en

automatiación. Si competimos en mano de obra, por ahora, perdemos.

NA

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