

REDACCIÓN ELONCE
El complejo comunitario del barrio Mitre, ubicado en la intersección de Avenida Ejército y calle 16 de Septiembre, se transformó en un verdadero polo de desarrollo humano y social.
Los talleres comunitarios en barrio Mitre no solo convocan a niños, jóvenes y adultos, sino que también construyen un espacio de encuentro, aprendizaje y contención para toda la comunidad.
Desde clases de cocina saludable hasta acrobacias en telas, pasando por cerámica, gimnasia y básquet, las propuestas abarcan todas las edades. “Estamos muy contentos con cómo se viene desarrollando este año en el complejo. Hay mucha participación de los gurises y de la comunidad en general”, destacó Rómulo Vidal, coordinador del centro.
Además de los talleres recreativos y formativos, el complejo ofrece acompañamiento pedagógico a estudiantes secundarios y mantiene abierto su merendero todos los días, donde se brinda una copa de leche y algo dulce a quienes se acercan.
Actividades con alta demanda y listas de espera
Uno de los talleres con mayor convocatoria es el de básquet, que funciona en tres turnos diarios y reúne a más de 100 chicos. “Es una de nuestras actividades más fuertes. Tuvimos que poner cupos por primera vez, pero las listas de espera están abiertas”, explicó Vidal. La demanda también es alta en otras áreas como telas acrobáticas, donde las clases ya no aceptan más inscripciones.

Daniela Farfala, profesora del taller de telas, contó que trabaja con dos grupos de más de 20 alumnas cada uno. “Estamos al límite de capacidad, pero seguimos recibiendo consultas. También estamos recolectando colchones de dos plazas para trabajar más seguras”, señaló. Las clases se dictan los lunes y miércoles por la tarde.
Los talleres no se limitan a jóvenes. También hay propuestas para adultos mayores, como estimulación cognitiva, gimnasia para mujeres mayores de 18 años, y espacios de integración intergeneracional. “Desde los 4 años hasta los 80 y pico, todos encuentran su lugar acá”, resumió Farfala.
Más que aprender: un lugar para compartir

Uno de los espacios más cálidos del complejo es el taller de cocina, donde actualmente se enseña a preparar una deliciosa torta rusa. “El secreto es amasar hasta que les transpire la espalda”, bromeó entre risas Sol Arguello, instructora y pastelera profesional. “Más allá de la técnica, lo que se genera acá es un grupo hermoso, un lugar donde se charla, se toma mate y se forma comunidad”.

La capacidad del taller también está completa, ya que el equipamiento limita la producción. “Necesitamos un horno nuevo. Si tuviéramos otro, podríamos cocinar más sin estar hasta la medianoche”, comentó Arguello.