Paraná Orden de desalojo y conflicto

“Tenemos miedo”, confesó cura amenazado de muerte cuando oficiaba una misa

“Un menor me propinó un par de trompadas”, sintetizó el sacerdote en relación al violento episodio del que fue víctima. “Fue un momento tenso en el que hubo amenazas de muerte”, remarcó Brusa a Elonce

8 de Noviembre de 2021

El sacerdote a cargo de la capilla San Martín de Porres denunció que, cuando decidió oficiar la misa en una propiedad recuperada por el Arzobispado de Paraná, fue víctima de agresiones y amenazas de muerte por parte la mujer que había usurpado el inmueble, Gisela Gómez, y allegados a esta. “Estamos con miedo”, le confesó el sacerdote Germán Brusa a Elonce TV.

 

 

 

“Este era un lugar de uso común, para actividades sociales, que lo donó la municipalidad al Arzobispado de Paraná en el año ´94 y en un momento fue usurpado; pasó por sucesivas manos y la persona que lo usurpó, lo alquiló a otros e incluso lo puso en venta a principios de 2020”, explicó a Elonce TV el párroco de la capitalla San Martín de Porres, el sacerdote Germán Brusa. Se trata de un terreno, ubicado en calle Los Minuanes esquina Indios Bohanes, en barrio Anacleto Medina, para construir allí un salón de usos múltiples.

 

Y continuó: “El Arzobispado de Paraná, que tiene la titularidad de este lugar, inicia un juicio de desalojo a quienes están viviendo ahí, que supuestamente le alquilan a la persona que usurpó. Una vez que avanzó la acción legal, se llegó a un convenio de desalojo -que fue arreglado entre el abogado del Arzobispado con el de los hermanos Siboldi, que eran los que estaban viviendo ahí- y se fijó a este miércoles 10 como fecha límite para la entrega del inmueble al Arzobispado”.

 

De acuerdo a lo que indicó el cura, la jueza del Tribunal Nº8 lo nombró a él para que reciba la llave del inmueble y una vez que los hermanos Siboldi hicieron la mudanza, les avisaron que el viernes estaba todo listo para la entrega de la llave.

 

“El viernes fuimos con allegados a la capilla a recibir la llave y cuando decidimos oficiar una misa, irrumpe Gisela Gómez, que es quien inicialmente había usurpado el lugar, y con gritos y amenazas nos echaba del lugar. Nos decía ` salgan de mi casa´ y otras palabras que no puedo reproducir”, rememoró el sacerdote.

 

“Fue una situación de mucho miedo”

 

 

Ante la intervención del personal policial, “por el escándalo”, el cura comentó que los oficiales intentaron “tranquilizar” a Gómez. “Y después que terminamos de celebrar la misa, la Policía constata que el inmueble es del Arzobispado a través de una copia en PDF de la escritura del año ´94 por la que la Municipalidad dona este terreno para hacer un salón para uso social”, explicó el religioso al agregar: “Cuando mostré ese documento, la Policía procede al desalojo de estas personas que se estaban instalando”.

 

“Cuando empieza el desalojo, ella sacó una botella de nafta, se rocía a sí misma y a la oficial: y uno de los hijos, que es menor, me propina un par de trompadas”, sintetizó el sacerdote en relación al violento episodio del que fue víctima. “Fue un momento tenso en el que hubo amenazas de muerte como `te vamos a matar´, `te vamos a hacer la vida imposible´”, remarcó. “Fue una situación de mucho miedo”, reconoció Brusa.

 

De acuerdo a lo que indicó el cura, Gómez fue detenida, “pero otros quedaron merodeando; después llegó gente de la municipalidad y apareció Leandro Castrogiovanni a increpar desde afuera”.

 

“Estamos con miedo”, confesó el sacerdote. Y si bien destacó el acompañamiento de la Policía, refirió: “No tenemos una garantía de una guardia”.

 

“El domingo fuimos a celebrar la misa porque tratamos de darle vida a ese lugar, que sea lo que era antes, porque es muy significativo por las actividades que se realizaban, como las misas y las catequesis, y también funcionaban un merendero y talleres de tejido y costura, de artes visuales”, argumentó. (Elonce)