Las adicciones a sustancias como el alcohol y las drogas siguen siendo una de las principales preocupaciones en salud mental. Pero no son las únicas.

Hoy también se habla de “adicciones invisibles”: conductas como el uso excesivo del celular, el trabajo compulsivo o la necesidad constante de validación pueden generar dependencia emocional y afectar la vida cotidiana.

Muchas veces se naturalizan, pero tienen consecuencias reales: ansiedad, aislamiento, pérdida de vínculos y deterioro del bienestar. ¿Cómo identificar cuándo una conducta se vuelve adictiva? ¿Y qué herramientas tenemos para prevenir y acompañar sin juzgar?

La licenciada en Psicología, Desireé Pian, fue la invitada a dialogar sobre el tema en El Ventilador, que se emite martes y jueves de 21:30 a 23:00 horas por la pantalla de Elonce.

“Se puede identificar (una adicción), sobre todo cuando más conocemos a la persona, más vamos a ver esos cambios porque toda adicción genera ciertos cambios en la conducta. Sobre todo, se ve en los cambios de humor, en la irascibilidad de la persona. Muchas veces en el abandono en cuanto al aspecto o la excesiva preocupación por el aspecto físico. A veces el tema del sueño se modifica, hay varios indicadores. Obviamente, cuando más conozcamos a la persona, más vamos a poder determinar si es un cambio de conducta o un simple acto pasajero”, mencionó en primer lugar.

Si bien al hablar de adicciones, lo primero que se viene a la mente es el consumo de alcohol, la droga y los juegos. Sin embargo, hay otras conocidas como “invisibles”: “Por ejemplo, la adicción al trabajo, al aspecto físico, al gimnasio, al consumo o a expresarse a las redes sociales y esa validación del otro a través de las redes sociales. Por algo han aumentado el número de influencers en los últimos años. Parece que todo lo que pasa por redes es porque verdaderamente existió. Necesito que ese otro me de ‘me gusta’, comente o que me vean. Estas cosas que hace un tiempo no las pensábamos, hoy vamos viendo que cada vez vienen en aumento, sino que se necesitan más”.

En el ámbito laboral, eso también repercute: “Llega un momento en el que no puedo soltar el trabajo, que no puedo soltar y dejar lo que me corresponde a mí porque si no lo hago yo, no está bien. Es tan granito de arena que cuando nos damos cuenta estamos inmersos en una situación que es muy difícil salir”.

“Siempre que nosotros tengamos ciertos límites a la hora de este tipo de cosas, por ejemplo el uso de redes sociales, no se va a convertir en una adicción. El problema es cuando empezamos a darnos cuenta que pasamos horas mirando un TikTok o un Instagram. Si bien todas estas cosas, en cierta medida, no son adicciones en sí, se empiezan a convertir en adicción cuando vamos sumando tiempo y vamos dejando de hacer cosas”, expuso la especialista.

Por tal motivo, sugirió: “Lo ideal sería empezar a poner esos límites sanos, que necesitamos. No está mal ver el Instagram para ver la historia que subieron la gente que conocemos. El tema es cuando eso empieza a ser solo lo que quiero hacer”.

Asimismo, reafirmó el momento en que una persona prioriza el trabajo por sobre su vida social, lo que conlleva “a no disfrutar” y “no se logra desconectar”.

En la misma línea, hizo entrever el amor al cuerpo, que muchas veces puede ser perjudicial para la salud: “Ahí se convierte en esta adicción a la imagen perfecta, que encima estamos corriendo detrás de ese ideal y es muy difícil alcanzarlo porque somos todos diferentes”.