La leyenda del fútbol brasileño Mario Zagallo, tetracampeón del mundo, era velado hoy en la sede de la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF) en Río de Janeiro.
La ceremonia en honor al legendario futbolista y entrenador, que falleció el viernes a la noche a los 92 años, comenzó a las 9:30 y se extenderá hasta la tarde, cuando su cuerpo será trasladado a un cementerio.
La CBF colocó al cuerpo de Zagallo junto a una estatua de cera de su época como entrenador del seleccionado. El velatorio transcurre abierto al público y durante la mañana pasaron varias personalidades del fútbol brasileño como Tite, exDT del seleccionado, y los campeones del mundo Mauro Silva y Zinho, entre otros.
Además, el presidente de Brasil, Lula da Silva, más otros integrantes de planteles campeones como Bebeto y Cafú enviaron coronas de flores para homenajear a la leyenda del fútbol brasileño y mundial, que fue el único ganador de cuatro Copas del Mundo, dos como jugador y las otras dos como entrenador y asistente técnico. El entierro de Zagallo será a las 16.00 en un cementerio de la zona sur de Río de Janeiro.
<b>Mario Zagallo, leyenda del fútbol brasileño</b>
Zagallo, un duro y talentoso extremo izquierdo, jugó en el equipo que ganó el primer Mundial de Brasil en 1958 y mantuvo su puesto en el equipo que revalidó el título cuatro años después, en Chile.
En 1970, entrenó a una selección brasileña en la que jugaban figuras de la talla de Pelé, Jairzinho, Rivellino y Tostao, y que muchos consideran la mejor selección de todos los tiempos. Ganaron la tercera Copa Mundial de Brasil en México.
Zagallo se convirtió así en la primera persona en ganar un Mundial como jugador y como entrenador. Más tarde, fue segundo entrenador de Carlos Alberto Parreira cuando Brasil ganó su cuarto título en 1994 en Estados Unidos.
Los aficionados brasileños le adoraban por su personalidad idiosincrásica y su nacionalismo sin complejos. Le gustaba decir que había nacido con la victoria a cuestas y rara vez se avergonzaba de desafiar a quienes decían que sus equipos eran demasiado defensivos.
Uno de sus arrebatos más famosos se produjo después de que Brasil ganara la Copa América en Bolivia en 1997. Su equipo no era favorito, pero cuando sonó el pitazo final, un emocionado Zagallo, con la cara enrojecida por el aire enrarecido de La Paz, gritó a las cámaras de televisión: "¡Van a tener que aguantarme!". La frase sigue siendo repetida con frecuencia por brasileños de toda condición que celebran la reivindicación.
Zagallo también era conocido por ser muy supersticioso y creía que el número 13 le traía suerte. Le gustaba acuñar frases que contuvieran 13 letras, se casó el día 13 del mes e incluso una vez bromeó con que se retiraría del fútbol a las 13:00 del 13 de julio de 2013.