En las afueras de la ciudad de Fort Collins, en el estado de Colorado (Estados Unidos), se registraron múltiples avistamientos de conejos silvestres con llamativos crecimientos negros en la cabeza, lo que generó alarma entre los vecinos. Las imágenes de estos animales, comparados por algunos con criaturas de “Frankenstein”, circularon rápidamente por redes sociales y medios locales.
Según indicaron especialistas del Departamento de Parques y Vida Silvestre de Colorado, las deformaciones son consecuencia del papilomavirus de Shope, una infección que provoca la aparición de tumores benignos en la cabeza o en el rostro de los conejos. Aunque estos bultos pueden asemejar cuernos o tentáculos, en realidad son formaciones cutáneas producidas por el virus.
La enfermedad y su origen
La papilomatosis del conejo, identificada por primera vez en 1931 y descrita científicamente en 1933 por Richard E. Shope, afecta principalmente a los conejos de cola de algodón (Sylvilagus floridanus). El virus, perteneciente a la familia Papillomaviridae, se transmite a través de parásitos como pulgas y garrapatas, que infectan a sus víctimas mediante picaduras.
Kara Van Hoose, portavoz de Parques y Vida Silvestre, explicó que “normalmente, los conejos se infectan en los meses más cálidos del verano al ser picados por insectos como pulgas y garrapatas”. El contacto directo con los animales infectados no es habitual, pero sí se recomienda extremar precauciones.
Recomendaciones a la población
Las autoridades instaron a los residentes que detecten ejemplares afectados a no tocarlos y mantenerse alejados, tanto por el bienestar de los animales como por prevención sanitaria. El virus no representa un riesgo directo para los humanos, pero la manipulación de fauna silvestre puede conllevar otros peligros.
El Departamento de Parques y Vida Silvestre de Colorado mantiene una campaña de concientización para que la comunidad reporte los casos y colabore con el monitoreo de la enfermedad, cuyo impacto en las poblaciones de conejos locales aún se evalúa.
Las autoridades de vida silvestre enfatizan que, aunque el virus puede extenderse entre conejos, no se conocen casos de contagio a humanos, perros u otras especies de fauna. CPW mantiene que la condición no causa dolor a los animales afectados, excepto cuando los crecimientos interfieren con áreas sensibles como los ojos o la boca, lo que puede dificultar la visión o la alimentación.
Los expertos recomiendan mantener distancia de cualquier conejo infectado y evitar intentos de ayuda o manipulación, con las mismas pautas aplicadas a todos los animales silvestres. Medios locales documentaron que algunos conejos infectados logran sobrevivir múltiples inviernos consecutivos, con los crecimientos persistentes año tras año.