Por una escasa mayoría de 50,3% de los votos, los electores suizos votaron ayer a favor de una limitación de la inmigración en el mercado laboral . Una decisión que puede envenenar las relaciones con la Unión Europea (UE), principal proveedora de trabajadores extranjeros en ese pequeño país de ocho millones de habitantes.
El referéndum, titulado "Contra la inmigración masiva", fue organizado por iniciativa del partido de derecha populista Unión Democrática de Centro (UDC), indignado por el fuerte aumento de inmigrantes en estos últimos años. En todo caso, las consecuencias de esa votación, que pone fin a la política de libre circulación de personas entre la UE y Suiza, son aún difíciles de evaluar.
La Comisión Europea "lamentó" la decisión de los suizos, cuyo gobierno estará ahora obligado a introducir cuotas de inmigración para cada país, y agregó que "examinará las implicaciones de esta iniciativa sobre el conjunto de las relaciones bilaterales".
El resultado no sólo cayó como una bomba en la UE. También se produjo contra la voluntad del gobierno, de los sindicatos e, incluso, de los empresarios suizos. Todos esos sectores habían llamado a votar por el no, convencidos de que detener la inmigración europea significa el fin de la prosperidad del país. "Un período de incertidumbre se abre para la economía suiza, y eso no es bueno", indicó en un comunicado la central de empresarios.
Entre los satisfechos, además de la UDC suiza, se cuenta la mayoría de los partidos de extrema derecha europeos. En Francia, la líder del xenófobo Frente Nacional (FN), Marine Le Pen, saludó "la lucidez del pueblo suizo".
La UCD supo provocar un sentimiento de miedo y de rechazo. Éste fue el tercer referéndum sobre temas similares ganado por el populismo de derecha, después de la prohibición de los minaretes y la expulsión de los criminales extranjeros.
Hace años que Suiza, que no forma parte de la UE, es considerado un paraíso por muchos europeos en busca de trabajo. Cada año casi 80.000 ciudadanos del bloque se instalan allí, una afluencia considerada insoportable por los promotores del referéndum. Cuando entró en vigor la libre circulación, instalada progresivamente a partir de 2002, las autoridades suizas calculaban un máximo de 8000 extranjeros por año.
El texto aprobado ayer prevé el restablecimiento de cuotas para extranjeros de todo origen, incluso para los fronterizos y los solicitantes de asilo, en función de las necesidades y las posibilidades de acogida del país.
Suiza firmó con la UE una serie de siete acuerdos bilaterales, entre los que figura la libre circulación. Según fuentes europeas, si este último es denunciado por Berna, los otros seis acuerdos también quedarán anulados al cabo de seis meses.
En 2013, los extranjeros representaban 23,5% (1,88 millones) de la población suiza. No mucho más que antes de la firma del acuerdo de libre circulación, cuando eran 20%. En la actualidad, 1,25 millones provienen de la UE. Los italianos y los alemanes son mayoría, y les siguen los portugueses y los franceses.