Sociedad “La felicidad pasa por disfrutar del día a día”, dice

Milo Lockett: "El arte le puede cambiar la vida a un chico"

El reconocido artista Milo Lockett trabaja con nenes wichís, colabora con Red Solidaria y ayuda a construir una Casa Garrahan en su provincia, Chaco. “El arte les da a los chicos otra sensibilidad”, afirma.

31 de Mayo de 2014

Tiene la magnífica cualidad de hechizar a quien conoce sus criaturas. Figuras de ojos grandes y almendrados que desplazan sus pupilas hacia el rabillo del ojo. Seres con bocas rojas y definidas como corazones. Elefantes multicolores. Lagartos rayados. Hipopótamos. Un mundo de ensueño e ingenuidad aparente que lleva la firma Milo Lockett, el artista del momento.

 

El chaqueño es capaz de fascinar por igual a un nene de cuatro años; a una consagradísima Marta Minujín; a alguien que jamás se topó con una obra de arte; o a la actriz Jennifer Aniston, que compró dos obras para llevárselas a Hollywood.

 

En “Rey Milo”, el documental filmado por Federico Bareiro y que se estrenó hace un par de semanas, su mamá Blanca rescata una anécdota valiosa: “Me decía que a los 50 años iba a ser empresario y ganaría plata. El no jugaba mucho, dibujaba increíble desde los seis y siempre andaba gestando ideas y proyectos”.

 

Le faltan cuatro años para llegar a las cinco décadas a Milo, pero el artista ya pudo mudarse a Recoleta y veranea en Punta del Este, expone y vende en las grandes capitales del mundo, pero también circula con naturalidad en bermudas y zapatillas manchadas con pintura, entre los nenes wichís de Sauzalito, un pueblo perdido a 600 kilómetros de Resistencia, publica Clarín. Codo a codo, Milo y los nenes pintan con sus maravillosas figuras las paredes de la escuela.

 

“El arte le puede cambiar la vida a un chico. No todos tienen acceso a algo tan simple como una témpera o un crayón. Durante las giras con la ONG Mundo Invisible o en mis viajes al Impenetrable, conocí el contacto de los nenes con el arte. La expresión en sus caras al descubrir nuevos materiales es conmovedor. Me crié en una casa sin esta posibilidad. El arte les da a los chicos otra sensibilidad”, cuenta Lockett. Es el mismo hombre que no sabe manejar, teme subirse a un avión y no usa teléfono celular.

 

El talento nato que tatuó gran parte de su brazo derecho con una gran carabela, que vende sin parar y tuvo desde chico la semilla de la solidaridad. Su hermana Bárbara lo grafica: “Nos decía siempre que había que compartir ropa, zapatillas, la casa, todo lo que tuviéramos. A veces dormíamos siete en una pieza, entre mis primos y hermanos”. Milo colabora para construir la Casa Garrahan en el Chaco y prometió donar este año 50 obras para ALPI.

 

Al chaqueño se lo ve relajado. “La felicidad pasa por disfrutar del día a día. Soy feliz viendo crecer a mis hijos Olivia (16) y Jerónimo, de cuatro meses. Y si alguna vez me sentí triste, como todo el mundo, me quedo con los pequeños momentos felices”, dice.