REDACCIÓN ELONCE
Desde el corazón del barrio Antártida, Isaías Goró, un joven de 18 años, decidió tomar la palabra a través del arte. Combinando su pasión por la música y su historia personal, escribió una canción que narra, sin filtros, la dura realidad de las adicciones que afectan a tantos jóvenes en su comunidad. “Pasaba días pegado a una bolsa, sintiendo hambre pero eso no importa”, comienza diciendo uno de los versos más impactantes de su letra.
“Una noche estuvimos rapeando con un amigo ahí en la esquina de mi casa”, cuenta Isaías, explicando cómo surgió la inspiración para escribir. A partir de esa improvisación, surgieron recuerdos de vivencias personales y situaciones que ha visto repetirse entre vecinos, amigos y familiares. “Esto más que nada es para incentivar que no es bueno, que es malo”, afirma. Su mensaje está dirigido a quienes aún pueden evitar el mismo camino, y a quienes están atravesando una situación similar a la que él vivió.
De la esquina a la conciencia
La canción, que se difunde ahora de manera oral y por redes sociales, funciona como testimonio y advertencia. “Espero que entre en la cabeza a varios chicos y a varias chicas que esto no, son cosas malas que no se tienen que repetir”, expresa con firmeza Isaías. Su historia personal, marcada por el consumo y la pérdida de tiempo en las calles, lo llevó a componer una letra que interpela directamente a quienes viven lo mismo.
En sus versos, menciona drogas específicas como “la cascarita” o “la pipa”, que, según explica, comenzaron a circular en su barrio con consecuencias devastadoras. “Pasó el tiempo y yo todavía en la esquina, una droga nueva se llamaba cascarita. Si se perdieron muchos pibes futbolistas, si se arruinaron muchas chicas bonitas”, canta. Cada palabra de su tema refleja vivencias reales, dolorosas y actuales.
Este joven rapero no busca fama ni reconocimiento, sino que su mensaje llegue a quienes más lo necesitan. “Hay gente que la escucha y que va a sentar cabeza. Y espero que se sienten cabeza”, señala esperanzado. En tiempos donde las voces jóvenes muchas veces son desoídas, la de Isaías se alza con autenticidad, denuncia y sensibilidad.
Isaías Goró: voz joven desde el barrio Antártida
“Yo lo he pasado y espero que mucha gente pueda salir de lo que yo le estoy cantando”, explica con honestidad. A sus 18 años, y con una historia de vida marcada por las dificultades, encontró en el rap una herramienta de expresión y transformación. Aunque de día trabaja “a cirugiar” —recoger materiales reciclables—, por las noches se dedica a escribir canciones, en busca de canalizar emociones y experiencias que hoy quiere compartir con otros.
El impacto de su canción se da no solo en su crudeza, sino en el hecho de que proviene de alguien que vivió en carne propia lo que relata. Sus versos no son ficción ni literatura urbana: son realidad pura, contada con rima y ritmo, desde una esquina, para el mundo. “Mi madre llora pero ella no comprende lo que pasa en mi cabeza, nadie entiende”, canta en otra de sus líneas, mostrando el lado familiar del problema.
Desde el barrio Antártida, Isaías Goró es hoy una voz valiente que le pone palabras a lo que muchos callan. Su mensaje, claro y potente, atraviesa generaciones: las drogas destruyen y la música puede ser un camino para sanar y prevenir.