REDACCIÓN ELONCE
En los últimos años, el uso de inyecciones para el tratamiento del sobrepeso y la obesidad creció a nivel mundial. En Argentina, medicamentos como la semaglutida ya están aprobados y disponibles, pero requieren indicación médica y seguimiento profesional, ya que su uso está destinado a casos específicos y no debe considerarse una solución rápida ni generalizada.
Mientras tanto, en redes sociales y canales informales circulan cada vez más productos no autorizados que prometen resultados rápidos sin control profesional, lo que representa un riesgo real para la salud.
¿Qué lugar ocupan hoy estos tratamientos dentro del abordaje médico de la obesidad? ¿Y cómo distinguir entre recursos válidos y modas peligrosas?
El tema fue debatido en el programa El Ventilador, de Elonce.
Silvina Gorostiaga, médica clínica especialista en Nutrición, orientada a la obesidad, indicó que “la mirada tiene que ser hacia la salud. Sabemos que el sobrepeso y la obesidad son una epidemia. Están dentro de las primeras enfermedades epidémicas no infecciosas. Son muchos los factores que llevan al sobrepeso y la obesidad. Sabemos que hoy en día 6 de 10 adultos tienen sobrepeso en Argentina. Va más allá de lo que uno ve en el paciente, porque aumenta el riesgo de tener hipertensión, prediabetes y diabetes, y otras patologías. Pasa en niños y adolescentes, no solamente en adultos”.
Consideró que la gente “está tomando conciencia. Muchos llegan y me dicen que vienen a buscar una dieta, pero hacer una dieta generalmente es sinónimo de hacer algo muy restrictivo. La gente termina sufriéndolo porque se prohíben cosas. Yo les digo que no, que están equivocados, porque conmigo vamos a plantear educación alimentaria”.
Consultada por los inyectables “de moda”, como la semaglutida, que prometen a las personas hacerles bajar de peso, dijo: “Exclusivamente los debe recetar un médico o especialista en nutrición”.
Explicó que “en el cuerpo, por lo general se producen dos incretinas, que son el GLP1 y GIP. Son hormonas naturales que se producen naturalmente y regulan todo lo que tiene que ver con el azúcar y el hambre en las personas. La gente con sobrepeso y obesidad producen menos de esas hormonas o las producen, pero no se liberan de forma correcta o en el momento correcto después de haber ingerido alimentos. Por eso la industria propone análogos, que son estas incretinas. Producen un efecto similar y con una potencia efectiva en el cuerpo para esa persona que sufre sobrepeso u obesidad. Los efectos son muy favorables porque aumentan la liberación de insulina, que es una hormona que se produce en el páncreas e interviene evitando los picos de azúcar. Se indica mucho para los diabéticos, del tipo II, que tengan obesidad o sobrepeso. Además, disminuye el vaciamiento del estómago. La persona se siente más llena por más tiempo”.
“La semaglutida hoy se produce en Argentina y es mucho más barato. La gente consulta mucho pensando que va a ser algo mágico. Las obras sociales no la reconocen por lo general y hoy en día los 0,25 mg, una aplicación semanal, lo pueden conseguir a 78 mil pesos. Se aplica una vez por semana, pero les dura un mes. Esto no es milagroso. La persona tiene que entender que debe adquirir hábitos saludables y adherirse a la actividad física, alimentación saludable, aprender a comer, descansar. También hay que tener un control de las emociones cuando uno come”, agregó.
Dijo que “hay mucha información errónea en las pantallas y hay que asesorarse con un profesional. Un médico va a poder asesorar bien, no como un influencer que puede proponer desafíos de descensos rápidos. El paciente tiene que hacer foco en los hábitos. Generalmente hacen dietas restrictivas, pasan hambre para querer bajar de peso y no les funciona. Hay que cambiar el foco”.
Por otra parte, mencionó que “cualquier persona no se puede medicar con estas inyecciones. Se indica para personas que tengan sobrepeso u obesidad, que se definen por un índice vinculado con la altura. Las personas candidatas a recibirla son las que tienen IMC mayor a 27 y algún factor de riesgo agregado, como colesterol, triglicérido aumentado, hipertensión, hígado graso y demás. El descenso va a ser más o menos rápido si la persona entendió que tiene que crear hábitos saludables. Hay que asociarlo a la alimentación saludable y a la actividad física programada. Hay que cambiar el estilo de vida. Si eso se sostiene no se pierde masa muscular”.
“No debería ser de venta libre esta medicación, pero me imagino que sí es porque hay un sobreuso. Hay gente que tiene dos o tres kilos de más y la pide, pero yo no se la doy, porque realmente hay que ser consciente de a quien uno va a medicar. Le va a quitar mucho el hambre porque actúa también a nivel central, del hipotálamo, y la disminuye notoriamente. El problema es que hay mucha gente que con tal de bajar de peso deja de comer. Eso es lo que está mal, porque si no uno solo baja de peso, pero nada más”, dijo.
“Si dejan la medicación y no están acostumbrados a una buena alimentación y actividad, quizás aumente eso que bajó. Es importante el seguimiento médico”, remarcó.
Consideró que “está bien que las inyecciones estén en el mercado, no estoy en contra y las uso, pero el tema es para qué casos se indica. Hay que consultar a tiempo, entender cuando sí y cuando no. Si el médico dice que no hay que entenderlo”. Elonce.com