En Argentina, el 37% de los jóvenes de entre 25 y 35 años aún vive con sus padres. En provincias como Entre Ríos, ese porcentaje sube al 42%, según un informe de la Fundación Tejido Urbano. ¿Estamos ante un cambio cultural o ante una consecuencia directa de la precariedad laboral y la falta de acceso a la vivienda?

El sueldo no alcanza, los alquileres suben y los créditos hipotecarios son una utopía para miles. En paralelo, crece la cantidad de inmuebles vacíos en las ciudades, inalcanzables para una parte de la población.

¿Cómo se construye un proyecto de vida cuando no hay condiciones para independizarse? La emancipación juvenil ya no depende sólo de la edad o la voluntad, sino del lugar que el mercado y las políticas públicas les dejan a los jóvenes.

Marcelo D’Amico, Magíster en Ciencia Política y Sociología, fue el invitado de El Ventilador, que se emite martes y jueves de 21:30 a 23:00 horas por Elonce.

En razón a los motivos de la no independencia de los jóvenes de 30 años en adelante, resumió: “Hay varias razones. Una es la razón estructural que tiene que ver con algo que comentaron al inicio que son los niveles de ingreso, la precarización del trabajo, la falta de capacidad de los jóvenes al trabajo formal para poder acceder, por ejemplo, al alquiler y mucho menos a un crédito. Asimismo, hay una cuestión profundamente cultural que en algún punto nos empezamos a parecer a Europa donde la gente se va más tarde de su casa y ahorran”.

También ejemplificó que en “la década de los ’90, con 70 sueldos promedios podías acceder a una vivienda propia y hoy eso es impensable”.

A su vez, enumeró entre los posibles factores a “los cambios culturales”. “Ha cambiado mucho la cuestión del cuidado. A mi hijo de 24 años le sigo diciendo el nene. A veces me cansa convivir a mi hijo, pero lo necesitas y ellos también se han acostumbrado a esa comodidad”, sostuvo.

El Magíster recalcó que “la cuestión económica es una buena excusa, pero también hay un cambio cultural”.

Luego, D’Amico explicó que “antes había un camino que uno tomaba y que sabía que proyectaba que a los 20 o 30 años se podía emancipar. Hoy este capitalismo de plataforma que tiene que ver mucho con la cuestión de la precariedad del trabajo es juntar determinada cantidad de dinero y me voy un mes a Europa. El objetivo es otro y eso posterga mucho también la tasa de natalidad. La gente no asume esos compromisos por muchas razones ideológicas, económicas y políticas de vida”.

También tomó el término de Política de vida, muy visto en el área de la Sociología, que refiere a un “proyecto individual, donde muchas cuestiones que antes estaban garantizadas en términos sociales, hoy están desconfiguradas y aparecen en el horizonte construir una propia biografía”. En ese sentido, comentó que ya la gente no opta por el matrimonio y, por ende, no quiere casa. “Quieren otras prioridades porque las biografías individuales se han transformado”, afirmó.

También se planteó en la discusión que en la actualidad “hay un ascenso de la incertidumbre. ‘No sé qué va a pasar mañana’. Hay un mundo muy contingente y eso configura formas de pensamientos en dónde es imposible proyectar la vida de acá a 10 años”.