REDACCIÓN ELONCE
Paula Aranda, más conocida como Doña Paula, cumplió 102 años y lo celebró con la sencillez y la gratitud que la caracterizan. En su casa del barrio El Sol de Paraná, rodeada del cariño de su comunidad, recordó los momentos más significativos de una vida marcada por el trabajo, la fe y el servicio a los demás.
Reconocida en la ciudad por sus dones de curandera y por haber acertado, uno por uno, los resultados de la Selección Argentina durante el Mundial, Doña Paula sigue siendo una figura entrañable para quienes la conocen. “Me gusta cocinar, mirar fútbol y tomarme un vino, si es tinto mejor”, contó entre risas a Elonce, demostrando que disfruta de las cosas sencillas de la vida Su historia es también un testimonio de fuerza, de amor por sus raíces y de una espiritualidad profunda que sigue guiando sus días.
“Es un don que tengo, y para curar a alguien tengo que tenerlo cerca”, explicó, con fe y convicción. Desde hace décadas es buscada por vecinos que confían en su energía y su capacidad para aliviar dolencias. “Soy más conocida por la ruda”, dice entre sonrisas, en alusión a una de las plantas que utiliza en sus rituales. Su vínculo con lo espiritual tuvo un momento revelador cuando, según relató, “el pesebre de Navidad apareció en mi cama, temblaba, pero ahí fue cuando me levanté y recibí el don de Jesús”.
“Trabaje desde muy chica y no reniego por eso”
Nacida en 1923, Doña Paula se crió en el campo, donde aprendió desde niña el valor del esfuerzo. “Trabajé desde muy chiquita, no tuve infancia, pero no reniego de eso”, compartió. Fue una de ocho hermanos y desde los seis años ayudaba a su madre en la cocina: todos los días preparaba comida para diez personas. “En el campo teníamos muchos animales, pavos, patos, corderos, y gracias a Dios nunca pasamos hambre”, recordó.
Entre otras tareas, colaboraba cuando faenaban una vaquilla: “Juntaba la sangre para hacer morcilla”, mencionó, como ejemplo de su rutina cotidiana. También rememoró cómo planchaban con almidón para que la ropa quedara más firme. A sus 102 años, aún cocina con placer: “Me gusta seguir cocinando, es algo que disfruto mucho”, confesó.
Sueña con plasmar su historia en un libro que titularía La niña que no tuvo infancia. “Si Dios me da vida, lo voy a escribir”, afirmó con determinación.
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Fútbol, fe y energía
Además de la espiritualidad, hay otra gran pasión que la acompaña desde siempre: el fútbol. “Soy de River y de Patronato”, afirmó. Asegura que rezó noches enteras para ayudar al equipo paranaense: “Una vez pasé rezando toda la noche para que ganen”. Dice que ha “curado la cancha” y los botines, y sostiene que “hay que mantener lo que se hace, no cambiar rápidamente”.
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Hace poco fue operada del pie y, aunque ahora se mueve con más lentitud y necesita ayuda para cruzar la calle, volvió a sus actividades cotidianas. “Ya no me animo a cruzar sola, pero siempre me ayudan”, valoró. Una vecina le preparó una torta para su cumpleaños, y ella, fiel a su esencia, se mostró agradecida con todos.
Un mensaje de amor y humildad
Al preguntarle qué consejo daría a la comunidad, no dudó: “Hay que creer en Dios, no ser malos y ayudar a quienes podamos”. Se define como una elegida para hacer el bien, y su sobrina, que vive en México, le dijo hace poco: “Tía, sos famosa en todo el mundo”, a lo que ella respondió, sorprendida, que no sabía nada.
“Deseo suerte, que tengan el sueldo bien lindo, sean buenos empleados, buenos chicos, y que Dios los ilumine para toda la vida”, dijo Doña Paula, dejando un mensaje lleno de fe, generosidad y esperanza.