Policiales La impunidad que cortó dos vidas

Cuatro años de la muerte de María Inés Cabrol y una década de la desaparición de Fernanda

María Inés Cabrol, pasó los últimos seis años de su corta vida, en la intensa búsqueda de su hija, secuestrada y desaparecida el 25 de julio de 2004. Falleció sin encontrarla. Las palabras que dijo a <b>Elonce TV</b> antes de su muerte.

9 de Mayo de 2014
Fernada Aguirre y María Inés Cabrol.
Los llevados a juicio. Raúl Monzón y Mirta Analía Chaves.

El 25 de julio del 2004, mientras Argentina y Brasil disputaban la final de la copa América, en Perú, Fernanda Aguirre, era secuestrada por desconocidos a pocas cuadras de su domicilio en San Benito.

Actualmente, a pocas semanas de cumplirse una década de la desaparición de la adolescente, aún no se pudo determinar lo que sucedió con Fernanda que por ese entonces, tenia 13 años.

Se presume que fue víctima de una red de trata de mujeres. Su mamá, María Inés Cabrol, la buscó sin cesar durante seis años, hasta que la repentina muerte terminó con su lucha, el 11 de mayo de 2010.

 

Al momento del secuestro, María Inés Cabrol tenía 39 años y atendía su puesto de flores en San Benito, a 20 kilómetros, aproximadamente, de la ciudad de Paraná. Fernanda Aguirre tenía 13 años y desapareció el 25 de julio del 2004 muy cerca del trabajo de su mamá. Hoy no se sabe si Fernanda está viva o muerta. Se presume que está desaparecida. Nadie, en más de 3.500 días, descubrió ni su paradero ni su cuerpo.

Lo único que hasta hoy pudo determinar la Justicia fue la autoría del secuestro, de forma tal que el 17 de diciembre de 2007 fue condenada como coautora de ese delito a 17 años de prisión Mirta Analía Chaves, tras ser acusada de haber sido quien se comunicó telefónicamente con la familia Aguirre para pedir el rescate, según reflejó <b>Canal Once</b>.

Chaves era la esposa de Miguel Lencina, quien fue detenido por el secuestro de la chica, pero no llegó a ser juzgado porque murió ahorcado en su celda de la Comisaría Quinta un mes después de la desaparición de Fernanda.

Lencina murió sin que nunca revelara ningún dato de la adolescente y con la premisa judicial de que su fallecimiento fue un suicidio simple.

 

María Inés Cabrol pasó sus últimos seis años invadida por la angustia, la incertidumbre y la desesperación que, sin embargo, no le impidieron embarcarse en una búsqueda ardua e incansable de su hija, Fernanda Aguirre. Fue un cáncer el que le puso freno a su lucha y que se la llevó sin que pudiera reencontrarse con la joven secuestrada y desaparecida en Entre Ríos desde 2004.

"Voy a dejar mi vida para encontrar a Fernanda", repetía la mujer mientras caminaba el país entero detrás de las pistas que le llegaban y que, una a una, fue descartando debido a que todas resultaron falsas. El último intento detrás de la esperanza de encontrar a su hija la llevó a Mar del Plata a comienzos del mes de abril de 2010, apenas un mes antes de su muerte.

Fue su último intento, después de viajar por todo el país, Paraguay, Europa y Brasil. Con sus últimas fuerzas. María Inés padecía una enfermedad muy grave –leucemia– y murió, a los 45 años alrededor de las tres de la madrugada del 11 de mayo del 2010, en una clínica porteña, apenas tres semanas después de conocer el diagnóstico de ese mal que la tenía sin fuerzas y que iba más allá del desgarro de la desaparición de su niña.

 

Sus allegados comentaron que María Inés en la intimidad confesaba que "no quería vivir más" sin Fernanda.

En su última entrevista en abril de 2010, en la ocasión del cumpleaños número 19 de Fernanda, María Inés afirmaba: “Nos falta la vida” y daba cuenta que era: “Tanto el dolor que tenemos desde que falta ella, que no tenemos reuniones con la familia”, dijo.

Aquel día expresó a <b>Canal Once</b> que a lo largo de estos años: “Cambió la forma de vida. Tuvimos que aprender a sobrellevar un dolor, también cambió que no conocía nada y tuve que conocer todo para buscar a mi hija. En cada cara de chica que veo busco a mi hija. Cambió todo, a nosotros nos falta la vida”.

 

Su muerte, más allá de las amenazas clínicas que acechan a cualquier ser humano, es un símbolo de la devastación de la impunidad.

Se conoce, incluso, que María Inés fue hasta la cárcel a rogarle a Mirta Chávez, sentenciada –en el 2007– a 27 años de prisión, como cómplice del secuestro de su hija, que le diera algún paradero de Fernanda. Sus padres, en un primer momento, creyeron que se trataba de un secuestro común y hasta llegaron a dejar plata en un bolso con la esperanza de volver a encontrar a la menor de sus hijas. Pero Fernanda nunca apareció.

La impotencia de no lograr encontrar a su hija, ni hallar una pista para llegar a ella, envolvió a María Inés en una profunda tristeza.

El 11 de mayo, María Inés falleció pero no en paz, porque “Fernandita” (como ella le decía), no “estaba para darle el último beso”, había dicho a un medio capitalino, apenas un mes antes de su muerte.

 

Se vivieron momentos de congoja al dar el último adiós a la mujer de 45 años, quien fue una verdadera luchadora social y hasta el final sostuvo la intensa búsqueda de su hija, secuestrada y desaparecida el 25 de julio de 2004. Numerosos vecinos, amigos y conocidos se acercaron en las últimas horas a la casa de la familia para dejar su pésame. Entre ellos, políticos y personalidades que fueron en aquel entonces las máximas autoridades provinciales y municipales.

Sin dudas María Inés Cabrol descansará en paz cuando se devele qué pasó con Fernanda Aguirre y cual fue su destino a casi diez años de su desaparición. <b>Elonce.com</b>