REDACCIÓN ELONCE
El grooming se convirtió en una de las principales amenazas digitales contra niñas, niños y adolescentes. Desde el Hospital Materno Infantil San Roque, la psicóloga Melina Carande, Jefa del área de Salud Mental, explicó en diálogo con Elonce cuáles son las formas en que este delito se manifiesta, las señales de alerta y las estrategias de prevención que deben implementar las familias.
Qué es el grooming y cómo opera el agresor
La profesional detalló que el grooming consiste en el acoso sexual en línea de un adulto hacia un menor de edad, con el fin de obtener imágenes íntimas, conversaciones de carácter sexual o incluso, un encuentro físico.
Para lograrlo, el acosador suele ganarse primero la confianza del niño o adolescente y luego lo manipula, quebrando su voluntad para inducirlo a realizar actos que lo ponen en riesgo.
“Se trata de un mecanismo similar a los abusos fuera del ámbito digital: el adulto pervierte el vínculo, se muestra como un amigo o referente, y luego exige conductas indebidas”, explicó Carande.
Contexto en Entre Ríos: señales de alarma
Desde el servicio de salud mental del nosocomio, Carande advirtió que los casos de grooming aparecen muchas veces, como hallazgos durante terapias por otras problemáticas, como intentos de suicidio o situaciones de maltrato. “En el hospital trabajamos con problemáticas de altísima complejidad, y el grooming suele salir a la luz cuando el niño o adolescente logra expresar lo que vive en confianza con un terapeuta”, indicó a Elonce.
Uno de los factores de riesgo señalados por la especialista, es la tendencia al aislamiento durante la pubertad, etapa en la que los adolescentes buscan independencia y privacidad. Ese distanciamiento de los adultos referentes, sumado al uso intensivo de redes sociales y videojuegos en línea, genera un terreno fértil para que los acosadores digitales se infiltren.
La prevención: confianza, control y acompañamiento
Para prevenir estas situaciones, Carande destacó que es clave generar un vínculo de confianza con el niño o adolescente, de modo que sepa que puede contar lo que le sucede sin miedo a ser castigado. “La estrategia de estos adultos perversos es infundir temor, decirles que si cuentan lo que pasa recibirán un castigo. Por eso, el chico debe sentir que sus padres o referentes lo van a escuchar y proteger”, subrayó.
En cuanto al uso de dispositivos, la especialista señaló que es necesario regular las horas de conexión, utilizar controles parentales y promover que la navegación se realice en espacios compartidos, evitando que el niño esté siempre solo frente a la computadora o el celular.
“Más allá de los mecanismos técnicos de control, lo fundamental es acompañar la crianza de forma respetuosa, dando privacidad, pero con supervisión adulta”, añadió.
Un delito que requiere conciencia social
El grooming está tipificado en la legislación argentina y puede tener severas consecuencias penales para los agresores. Sin embargo, los especialistas coinciden en que la primera barrera de protección es la familia, a través de la atención, la comunicación y el acompañamiento cotidiano.
“Lo más importante es habilitar un canal de confianza para que los chicos puedan hablar, sin temor a represalias. Solo así podemos detectar a tiempo y frenar este tipo de delitos digitales que atentan contra la infancia”, resaltó Carande en diálogo con Elonce.
Preocupantes estadísticas
Por otra parte, mencionó una estadística preocupante sobre los casos de atención en el servicio de salud mental del nosocomio materno infantil de Paraná. “De acuerdo a los registros estadísticos, las problemáticas de mayor ingreso, tienen que ver con los intentos de suicidio. Las situaciones que se encuentran a la cabeza de las estadísticas, son los intentos de suicidio en niños y adolescentes de entre 13 y 14 años, como también, cuestiones de maltrato y abuso”, remarcó la especialista.