La jornada comenzó como cualquier otra para un trabajador de la zona de María Grande II, en Entre Ríos. Con más de 40 años de experiencia rural, Alberto Kelly, salió temprano a recorrer el campo a caballo, revisando el ganado y los alambrados. Sin embargo, una figura extraña entre los pastos interrumpió su rutina.
“Parecía que tenía falta de agua, estaba medio mal”, relató Kelly a Elonce. La escena lo desconcertó: en sus más de cuatro décadas dedicadas al trabajo rural jamás había visto un animal así en la zona. Frente a él, un yacaré overo —una especie poco común en esa región— yacía casi inmóvil, debilitado por el calor y la falta de agua.
“Lo enlacé a caballo, pero con mucho cuidado”
Ante esta situación, el trabajador decidió actuar con calma y prudencia. “No sabíamos si apareció por las crecientes o qué lo trajo hasta acá”, contó Kelly. Tomó una soga, y montado en su caballo, lo enlazó con movimientos firmes pero suaves.
“No quería lastimarlo para nada, estas sorpresas de la naturaleza hay que cuidarlas”, expresó con orgullo, destacando el valor de proteger la fauna que aún sobrevive en los campos entrerrianos.
Una vez controlada la situación, decidió trasladarlo hasta un tanque australiano que utiliza como bebedero para el ganado. “Ahí lo dejé para que tomara agua, y enseguida se metió al tanque. Al principio se movía lento, pero después empezó a nadar y a moverse mejor”, recordó.
Durante varios minutos lo observó desde su caballo, asegurándose de que el reptil recuperara fuerzas. “Tenía sed, se notaba que estaba cansado, pero después se empezó a recomponer”, agregó.
El regreso al arroyo
Con la experiencia que solo da una vida entera en el campo, el trabajador esperó pacientemente. Cuando comprobó que el yacaré estaba en condiciones de continuar, consultó con vecinos y autoridades locales sobre qué hacer. Todos coincidieron: lo mejor era devolverlo a un curso de agua.
Así fue como preparó su tractor, subió al animal en un acoplado y recorrió varios kilómetros hasta un arroyo cercano. “Lo largué ahí para que siga su camino”, contó emocionado. El yacaré se adentró lentamente en el agua, agitó la cola y desapareció entre los juncos.
“Fue algo que nunca me había pasado, pero me dio alegría poder ayudarlo”, dijo el trabajador, con la serenidad de quien entiende los tiempos y las señales del campo.