REDACCIÓN ELONCE
A los 78 años, con ojos claros, cabello canoso abundante, chomba amarilla y vaquero azul, Ramiro Héctor Nieto se definió sin rodeos: “En realidad me defino como fotógrafo”. Sin embargo, su nombre quedó asociado a una historia mucho más amplia: la de un pionero de la televisión deportiva en la Argentina, fundador de VTS (Video Televisión Sonido), la empresa que televisó durante décadas los principales torneos de fútbol y básquet, además de automovilismo y boxeo, cuando todavía casi nadie hablaba de producción televisiva deportiva en el interior del país. Su faz destacada en cuanto a las transmisiones a nivel nacional, quedó opacada en territorio entrerriano y, particularmente, en Paraná. Es que el empresario fue parte del proceso de caída de El Diario, que desembocó en despidos en el sector del periodismo gráfico.
Nieto nació el 23 de julio de 1947, hijo del almacenero Domingo Nieto y de Concepción López, ama de casa, en una vivienda de la calle Tucumán al 1100. Su infancia transcurrió entre el Mercado Norte, los mandados en canasto para clientes como el Colegio Inglés y las historias de inmigrantes españoles. “Mi abuelo Modesto tenía una jardinera para repartir los tarros de leche, que se vendía suelta. Después compró un camioncito y un día lo tenía estacionado de punta al Mercado Norte, se bajó del camión, donde había un pibe que aceleró, lo atropelló y lo mató contra la pared”, recordó sobre uno de los episodios que marcaron aquellos años.
Desde ese entramado de mercado, barrio y familia, el futuro pionero de la televisión deportiva empezó a construir, casi sin darse cuenta, su relación con la imagen y la mirada. Primero fue el almacén, después la escuela, luego el traslado a La Florida por prescripción médica para su padre, y finalmente el regreso a Tucumán 1175, donde él y su hermano mayor volvieron a ser cadetes del negocio familiar.
“Al vivir en el mercado, uno se hace amigo de todos, del carnicero, del verdulero, de todos los puesteros, por el trato diario con ellos”, relató a La Capital. Ese universo callejero y popular sería, años más tarde, el terreno perfecto para mirar el deporte desde otro lugar: el detrás de cámaras.
Del laboratorio de fotos al aviso que cambió una vida
El primer puente con la imagen no fue la televisión, sino la fotografía. Su hermano Domingo trabajaba como fotógrafo en un instituto municipal que funcionaba en la Casa de Tráfico. Había aprendido el oficio, tenía un laboratorio en el sótano del almacén de la madre —“donde guardaban los quesos”— y se rebuscaba la vida haciendo fotos de eventos como las fiestas del Día del Periodista.
“Ahí fui aprendiendo. Seguí jodiendo con eso y la verdad que mucho no me daba cuenta”, recordó Ramiro sobre el momento en que la fotografía dejó de ser un juego para convertirse en oficio. No hubo un día exacto de revelación; hubo, más bien, un aprendizaje constante pegado a la práctica.
El salto decisivo apareció cuando la televisión todavía era un proyecto. “Mi vieja, que había trabajado como doméstica en la casa de (Alberto) Gollán, un día me trajo el diario donde salía un aviso que decía que estaba por salir un nuevo canal, el 3”, rememoró. Aquella oportunidad no estaba pensada para alguien con estudios avanzados en comunicación, sino para un joven que había dejado la escuela en tercer año para trabajar.
Con el aviso en la mano, la madre lo animó: “¿No te gustaría trabajar en ese canal que va a salir?”. Ella se puso en contacto con Gollán y Nieto, con 17 años, se presentó en la oficina de Mitre y San Lorenzo. Entró como cadete y, sin saberlo, comenzaba el camino que lo convertiría en pionero de la televisión deportiva.
Los primeros años de Canal 3 y la magia de las placas
Al principio, su tarea estuvo lejos de las cámaras móviles y las canchas de fútbol. Antes de transmitir partidos, la televisión local necesitaba placas, avisos y gráfica. En una casa frente al teatro Broadway, donde se montó la administración del canal, comenzó a trabajar con dibujantes como el “Pato” Santa Clara y O’Keeffe.
“Cuando empezó la programación ahí hacían las placas de las diapositivas de los avisos. ‘Casa Tía’, con la dirección y un dibujito, que pasaban y un locutor leía el aviso en off. Yo le sacaba la foto, hacía la diapositiva, que copiaba del negativo, y la ponía en el slide. Eso iba al multiplicador y a la placa que salía”, detalló.
Ese trabajo artesanal era el corazón de una televisión todavía en pañales, que combinaba creatividad gráfica, fotografía y una técnica que se construía a partir del ensayo y error. Mientras el canal se mudaba a Dorrego y se armaba la torre de transmisión, Nieto empezaba a acercarse a las cámaras.
En 1966, con el Mundial de Inglaterra como gran evento global, encendió por primera vez una cámara de estudio. “Era una cámara de piso que les había prestado Artear, el Canal 13, en un cuartito que era la sala de máquinas de la planta”, recordó. Aquel primer encendido no sólo fue un cambio tecnológico; fue el comienzo de una manera de narrar el deporte que décadas después se consolidaría con VTS y sus transmisiones de fútbol.
Estudios, teatro y largas noches de grabación
Los primeros años del canal estuvieron marcados por programas enlatados y muy poco vivo. No había noticiero propio y casi todo llegaba en latas. Con el tiempo, comenzaron a usar el estudio del Instituto Tráfico (donde hoy funciona el teatro Mateo Booz) y allí se produjeron noticieros, programas culturales y ciclos musicales.
Era un formato televisivo casi teatral: escenario, público en platea y cámaras registrando todo. Programas como “La cultura”, con el profesor Ervín, “Tango en cuatro tiempos”, con Domingo Federico, o “Nace una estrella”, con Ricardo Corvá, marcaron esa etapa fundacional. “Cuando Corvá hacía el programa se formaba una cola de gente por San Lorenzo, que daba la vuelta en Alvear y llegaba hasta Santa Fe”, rememoró.
La dinámica del trabajo también era otra. “Empezábamos a grabar algún programa a las 8 de la noche y nos quedábamos hasta el otro día a la mañana porque en aquella época la máquina era la cuádruple, que no podías parar, editar y seguir. Entonces si había un error había que empezar todo de vuelta”, explicó Nieto.
Las jornadas podían extenderse 12 o 30 horas, pero para él el esfuerzo valía la pena: “Era todo lindo. Teníamos de todo para comer ahí. Estaba el mayordomo, el Gallego Méndez, que atendía a todos”.
Una imagen opacada en Entre Ríos
En su desembarco en Entre Ríos, Ramiro Nieto prestó servicio satelital al gobierno provincial durante varios años. Sin embargo, más allá de las amistades que logró conseguir y de su innegable reconocimiento en el ámbito televisivo, el empresario fue parte del proceso de caída de El Diario.
El prestigioso medio periodístico fundado en 1914 quedó a cargo de Nieto cuando el mismo asumió el liderazgo de Nea Capital Creativo. En ese momento comenzaron los despidos de personal, situación que nunca pudo revertirse y que, más allá de los cambios de nombre que luego sucedieron, derivó en la quiebra de medio gráfico, lo cual sigue originando reclamos hasta la actualidad de parte de los ex trabajadores.
San Justo, el tornado y el impacto de la imagen
Entre las coberturas que lo marcaron, Ramiro recordó el tornado de San Justo, en 1973, donde murió mucha gente. Viajó con el periodista Gary Vila Ortiz para hacer una nota para el canal. “De Gary tengo el recuerdo de una nota que hizo cuando fue el tornado de San Justo. Gary entre los escombros encontró una muñeca. Imaginate lo que contaba en la nota”, describió.
Ya no se trataba sólo de encuadrar bien, sino de comprender qué significaba lo que estaba del otro lado de la lente. “El tornado de San Justo fue sólo la captura de imágenes del desastre y, como te decía, el testimonio de Gary fue conmovedor”, resumió.
La cámara, que hasta entonces había registrado programas de estudio y eventos sociales, empezaba a enfrentar la dimensión trágica de la realidad. Esa experiencia sería clave también para entender, años más tarde, la intensidad de las transmisiones deportivas en vivo.
Del Mundial 78 a la publicidad: un oficio que se perfeccionó
Con la llegada del Mundial 78, la televisión local tuvo que profesionalizarse a otro nivel. Nieto y el camarógrafo Raúl Agote fueron enviados a Buenos Aires a capacitarse con un técnico alemán sobre criterios de transmisión: encuadres, cortes, posiciones de cámaras.
“En ese momento en el fútbol lo único que hacíamos era el mudo, pero no hacíamos transmisión”, explicó. En ese contexto, le tocó ser jefe de cámara en una subsede mundialista y trabajar con máquinas traídas de Japón, supervisadas por técnicos obsesivos con el polvo, el piso y el funcionamiento perfecto. “Había uno que se pasaba todo el día limpiando el suelo con un trapo de piso para que no entrara ni una gota de polvo y que no se arruinara la máquina”, recordó.
Tras esa experiencia, sintió que en el canal ya había hecho todo. A principios de los 80, se sumó a Omar Cuadros Publicidad, la agencia más grande de la época, convocado nuevamente por el “Gallego” Serrano. Allí se volcó de lleno a los comerciales y trabajó en avisos que quedaron en la memoria popular, como el de Paladini: “¡Le dije jamón, don Paco!”.
“El Gallego era un bocho. Ellos traían las ideas, armaban el aviso y yo me encargaba de las imágenes y después de la edición”, explicó a La Capital. Aquella etapa fortaleció su mirada sobre lo narrativo, el armado de escenas y la edición, elementos que luego serían esenciales para las transmisiones deportivas modernas.
El primer estudio propio y el paso a la independencia
Después de cuatro años en la agencia, decidió dar otro paso: montó su propio estudio de televisión en una casa de la calle Balcarce. El lugar era pequeño, pero tenía lo indispensable: editoras, cámaras y muchas ganas de trabajar.
“Allí empezamos haciendo comerciales para todas las agencias. Y ahí hacían muchos programas, como los de los Feldmann, entre otros”, relató. La independencia significó también un cambio de escala: ya no respondía a un canal o a una agencia, sino que podía ofrecer servicios a distintos clientes y experimentar con formatos.
Ese proceso de profesionalización lo dejaría bien posicionado para lo que vendría: su consolidación como pionero de la televisión deportiva, sobre todo en el fútbol y el básquet.
Básquet, Liga Nacional y el llamado que cambió todo
El vínculo con el deporte se fortaleció hacia fines de los 80, cuando comenzó a trabajar con el básquet de la Liga Nacional para Torneos y Competencias. En 1988 arrancaron las producciones, recorriendo el país y aprendiendo a traducir la dinámica del juego a un lenguaje televisivo eficaz.
En 1991 llegó la llamada que, sin saberlo, marcaría un antes y un después en su carrera. “Un día de febrero de 1991 me llamó Juan Loschiavo, el director de cámaras de Torneos, y me preguntó si yo podía hacer el partido amistoso de la selección del Coco Basile contra Hungría”, contó. El encuentro se jugaba en el Gigante y servía como preparación para la Copa América de Chile.
La respuesta fue inmediata: “Sí, ningún problema”. El detalle era que no tenía camión de exteriores. Allí apareció la creatividad del pionero. “Tuve que salir corriendo a pedirle un camión a Molinaro, que tenía una concesionaria de camiones. ¡No, un camión rojo común y corriente! Pusimos el camión por Cordiviola, trajimos un tablón con dos caballetes, le mandamos unas hojas de papel blanco y ahí pusimos la máquina de editores, el switcher, la consola de audio. Teníamos los equipos sueltos”, describió.
Cuando Loschiavo vio el improvisado móvil, “se quería morir, pero ya estaba jugado”. Aquella primera transmisión de fútbol salió bien, gracias al oficio técnico y al conocimiento del lenguaje televisivo. “Salió todo bien, pero había un capo como Oscar Ansaldi, que hoy está acá, laburando con nosotros, que fue gerente técnico de Canal 5”, valoró al dialogar con La Capital.
Ese partido fue el verdadero bautismo de fuego que confirmó a Ramiro Nieto como pionero de la televisión deportiva en las transmisiones de fútbol.
Nace VTS: una empresa familiar de televisión deportiva
A partir de aquella experiencia, Nieto y su equipo no dejaron de crecer. Siguieron transmitiendo partidos, sumaron móviles mejor equipados y terminaron de darle forma a VTS (Video Televisión Sonido), una empresa familiar que marcó una época en la producción deportiva local y nacional.
“Fundamos VTS, una empresa totalmente familiar, que desde el comienzo estuvo presidida por mi esposa, Cristina Conti, y en la que trabajan mis hijas Sol y Natalia en la administración, y principalmente mi hijo Ramiro, quien a los 12 años ya hacía cámara y que trabajó muchos años en Torneos y Competencias, donde fue a los mundiales de Francia y Japón y llegó a ser director de cámaras”, contó con orgullo.
Esa experiencia internacional del hijo no quedó sólo en anécdotas: “Vino con una experiencia técnica y tecnológica que aplicó aquí y hace muchos años que dirige la empresa”, remarcó. Así, la trayectoria del pionero de la televisión deportiva se transformó también en un legado generacional.
Copas América, giras y el despliegue en todo el país
Tras el amistoso de la selección de Basile, VTS dio otro salto: la cobertura de torneos internacionales. “Hicimos la Copa América de Uruguay 1995, en Paysandú, y la de Paraguay 1999, en Asunción, en la que teníamos los derechos. Ahí arrancamos y después vino la relación con Torneos, y hoy hacemos todo lo de Torneos: la Primera, la B Nacional, el básquet, el boxeo. Vamos a todos lados”, detalló.
Con el tiempo, la empresa construyó una red de operadores en distintos puntos del país. “Tenemos una ventaja: los operadores. A raíz de tanto laburo ya tenés gente en cada lugar. Las cámaras principales van de acá, pero las demás son de gente ubicada ahí”, explicó.
Ese esquema permitió abarcar una gran cantidad de eventos, adaptándose a las necesidades de la televisión por cable, las transmisiones en vivo y la multiplicación de pantallas.
De los “quilombos de cables” a la fibra óptica
Consultado sobre los cambios tecnológicos en las transmisiones, Nieto fue contundente: el oficio sigue siendo clave, aunque las herramientas hayan cambiado radicalmente. “Ahora es todo fibra óptica. Antes se te cortaba la transmisión por esto o lo otro. Vos no sabías qué carajo pasaba, si era un problema tuyo, te agarraba la desesperación y llamabas por teléfono”, recordó.
En aquellos años, cuando algunos partidos se emitían los viernes y sólo se veían por cable, él se iba de noche a su casa de Pueblo Esther para revisarlos al aire y controlar cómo salía todo. Hoy, muchas señales trabajan directamente vía satélite o con enlaces digitales estables, pero la tensión del vivo sigue siendo la misma.
“Creo que la tecnología te ayuda, pero tenés que tener el conocimiento y el oficio. Como la importancia del tiracables. Es fundamental”, subrayó en diálogo con La Capital. Hoy muchos estadios ya cuentan con cableado desde las tribunas hasta el borde de la cancha, lo que facilita las conexiones. Aun así, insistió: el rol humano sigue siendo decisivo.
Maradona, Serrat, Fontanarrosa y otras historias detrás de cámara
La carrera de Nieto estuvo cruzada por figuras gigantes de la cultura y el deporte. Recordó un programa hecho en Barcelona con Joan Manuel Serrat y Roberto Fontanarrosa para Canal 5. Fue un viaje con el conductor Jorgito Brisaboa y el “Negro” para grabar una emisión especial. “Me acuerdo que llegamos a Barcelona y no llegaron los equipos de transmisión, así que imaginate mi desesperación hasta que finalmente llegaron. El Negro y Serrat eran hermanos, eran mucho más que amigos por una relación de añares”, relató.
También habló de Diego Armando Maradona y el documental filmado en Esquina. “Hicimos el documental de Esquina, que empieza con el gol de Maradona a los ingleses relatado por Víctor Hugo y sigue con un primer plano de Maradona parado en una lancha con un dorado en cada mano, que dice: ‘Eso fue lo más lindo que me pasó. Yo lo sé más que usted, pero esto no lo cambio por nada del mundo’”, evocó. La secuencia se cierra con la lancha arrancando y el padre de Diego, cayéndose de espaldas.
Hubo también asados en la isla con el “Pelado” Yorlano, el “Flaco” Menotti y el empresario Lalo Bocardo. Banales en apariencia, esas escenas forman parte del detrás de escena de una vida dedicada a mirar el fútbol, el boxeo, el básquet y la realidad desde una cámara.
Caballos, hipódromo y el cine como herramienta de control
Antes del video, estuvieron las filmaciones en 16 milímetros. Hace medio siglo, Nieto trabajó junto a Camilo Serbali registrando las carreras del Hipódromo Independencia. “Camilo Serbali filmaba en películas en 16 milímetros todas las carreras. Llevó al hipódromo una reveladora de cine y la instaló en el subsuelo”, recordó.
La finalidad no era artística, sino técnica y reglamentaria. “Esa película era para el comisariato del hipódromo por si había algún reclamo o si había un cabeza a cabeza en el final o había alguna infracción como un cruce de caballo a otro”, explicó. Las cámaras se distribuían según la distancia de cada carrera. Las más largas, de 1.200 metros, exigían más posiciones; las de 500 u 800 metros podían cubrirse con dos cámaras.
Ese entrenamiento con película y revelado inmediato reforzó la precisión de su mirada y la importancia de la imagen como prueba, un antecedente directo de las repeticiones que hoy son esenciales en las transmisiones deportivas.
Pueblo Esther, la tranquilidad perdida y la vida después del vivo
En paralelo a su carrera, Nieto construyó su refugio en Pueblo Esther, donde su esposa encontró una casa sencilla con dos habitaciones y una cocina-comedor. “Fue con el hermano y ahí me llamó y se cerró. Después vinieron la refacción y la pileta”, contó.
Con los años, el pueblo cambió. “La verdad que antes me gustaba mucho más. Ahora está lindo, pero no tiene la tranquilidad de aquella época. Ha cambiado mucho. Es el Funes de la zona sur”, comparó, aludiendo al crecimiento inmobiliario.
Ese espacio fue también el lugar donde vio partidos al aire para controlar las transmisiones, revisó detalles técnicos y descansó después de largas jornadas frente a la pantalla.
Consejos para los que empiezan: de tiracables a director de cámaras
Con la autoridad de quien construyó una trayectoria como pionero de la televisión deportiva, Nieto dejó un mensaje a los jóvenes que recién se asoman al mundo de la imagen televisiva. “Que todos crecen. El que tiene ganas crece. El que viene de tiracables termina siendo camarógrafo. Y de camarógrafo, si tiene inquietud, se va a la repetición, y si está ahí ya se sienta en el switch”, sostuvo a La Capital.
Para él, el crecimiento profesional depende de las ganas y el empeño, pero también del cuidado de los equipos. No ocultó su enojo cuando, en plena transmisión, algún jugador patea un micrófono: “A veces ahora le agarra la loca a un jugador y te patea el micrófono. Yo tengo ganas de salir corriendo y cagarlo a trompadas”, admitió entre risas.
Al mirar hacia atrás, reconoció que uno de sus mayores desafíos fue aquel llamado de Loschiavo para hacer su primera transmisión de fútbol sin camión de exteriores. Hoy, con la tecnología avanzada y una empresa consolidada, lo define con humildad: “Si es por cantidad de eventos, ponele, no por otra cosa”, dijo cuando le preguntaron si, desde el punto de vista de las transmisiones de fútbol, era “el dueño de la pelota”.
La historia de Ramiro Nieto confirma que la televisión deportiva argentina tuvo, además de grandes relatores y figuras en pantalla, técnicos que inventaron soluciones, armaron móviles en camiones comunes, corrieron cables bajo la lluvia y aprendieron a contar el deporte con imágenes mucho antes de que las repeticiones en alta definición fueran algo natural. Y que, detrás de muchas de esas transmisiones, hubo un pionero de la televisión deportiva dispuesto a decir que sí cuando todavía no tenía nada. (Con información de La Capital)