REDACCIÓN ELONCE
Qué se esperaba de la altura de los ríos Paraná y Uruguay para el verano 2026 fue el eje central del análisis realizado por el ingeniero Juan Borus, responsable del pronóstico hidrológico del Instituto Nacional del Agua (INA), quien advirtió que el escenario climático actual obligaba a dejar atrás los parámetros tradicionales y a convivir con una dinámica cada vez más cambiante.
Según explicó el especialista, los datos preliminares que se evaluarían en la reunión mensual del Servicio Meteorológico Nacional ya permitían anticipar una característica central del actual ciclo hidrológico: la presencia de humedad atmosférica disponible en la Cuenca del Plata, que se activaba de manera errática y, en algunos casos, daba lugar a lluvias intensas y concentradas en cortos períodos.
“Es evidente que la Cuenca del Plata, la cuenca formadora del río Paraná y también la del Uruguay, tiene humedad atmosférica disponible que se está activando en forma errática, pero a veces, dando lugar a lluvias muy significativas”, señaló Borus, al recordar el reciente récord de precipitaciones acumuladas en diciembre registrado en la ciudad de Corrientes.
En ese contexto, el ingeniero sostuvo que ya no resultaba adecuado hablar de años “atípicos” o “normales”. A esta altura, están desdibujados los límites de “qué es típico o cuál es el parámetro normal”, afirmó, y agregó que “a lo que nos tenemos que acostumbrarnos, es a estas grandes variaciones y dinámica”.
Niveles de los ríos y condiciones para el turismo
Al proyectar el escenario para lo que restaba del verano 2026, Borus se mostró moderadamente optimista. Consideró que las condiciones generales eran favorables para el aprovechamiento turístico regional y que no se esperaban bajantes significativas como las vividas en años anteriores.
“Es probable que en lo que falta del verano tengamos una condición en general favorable para el aprovechamiento turístico regional”, explicó a Elonce. En esa línea, anticipó que tanto el río Paraná como el Uruguay se mantendrían dentro de niveles correspondientes a aguas medias.
El especialista detalló que, al momento de la entrevista, las mediciones ya mostraban esa tendencia. “Hoy, Paraná está en aguas medias y Concordia está en aguas medias”, precisó. En el caso del río Uruguay, indicó que las fluctuaciones eran las habituales para la época.
“En Concepción del Uruguay, estamos hablando de niveles en el orden de los dos metros. Tampoco es bueno que sean niveles muy bajos, pero no más de 2,50 metros”, señaló Borus, al remarcar que la perspectiva permitía imaginar un verano con estabilidad hidrológica.
La incógnita de las lluvias internas
Más allá de este panorama alentador, el ingeniero advirtió que la principal incógnita seguía siendo el comportamiento de las lluvias internas en la provincia y en la región mesopotámica en general. Recordó que hacia fines de noviembre se había instalado la expectativa de un trimestre con precipitaciones por debajo de lo normal en el Litoral argentino.
Sin embargo, los registros posteriores comenzaron a contradecir esa previsión. “La realidad que se está dando hasta ahora indica, lo contrario”, sostuvo Borus a Elonce. No solo mencionó el episodio de Corrientes, sino también lluvias registradas en la cuenca alta del Gualeguay y precipitaciones persistentes en la cuenca media del Uruguay.
“Si esas lluvias se repiten en el futuro cercano, lo que van a hacer es sostener los niveles actuales de caudal, sin que pasemos a una condición húmeda o a un escenario húmedo significativo”, explicó.
Para el responsable del INA, este equilibrio era clave. “La perspectiva, en definitiva, es favorable, porque nos va a permitir mantenernos en una buena condición”, resumió, aunque subrayó que la expectativa principal estaba puesta en definir qué ocurriría con las lluvias sobre la Mesopotamia.
Ríos más estables y lejos de la bajante histórica
Consultado sobre la posibilidad de que se repitieran los grandes bancos de arena que marcaron los veranos recientes, Borus fue categórico. “Estamos lejos de esa situación”, afirmó, al descartar un escenario similar al de las bajantes extremas.
Explicó que, si bien el río Paraguay —afluente clave del Paraná— atravesó durante el año una dinámica muy marcada, con niveles desfavorablemente bajos hacia noviembre, esa condición ya había sido superada.
“El río Paraguay tuvo niveles parecidos a los desfavorablemente bajos que tuvimos en 2020, 2021 y 2022, pero eso ya se superó”, indicó a Elonce. En términos generales, sostuvo que toda la Cuenca del Plata se encontraba “alejada” de las bajantes significativas observadas en los últimos años.
Ese distanciamiento, evaluó, no solo beneficiaba a la navegación y al turismo, sino que también reducía el estrés sobre los ecosistemas asociados a los ríos.
Cambio climático: de la duda a la aceptación
Uno de los momentos más destacados de la entrevista fue cuando Borus reflexionó sobre el cambio climático y su impacto en la hidrología. Desde una mirada personal y profesional, reconoció que su postura había cambiado con el tiempo.
“Yo, como hidrólogo, a lo largo de los años he terminado por aceptar el cambio climático”, admitió, pero explicó que la evidencia acumulada lo llevó a modificar su visión.
Según Borus, la manifestación más clara del cambio climático era la variabilidad extrema. “Tiene una manifestación muy evidente, que es la variabilidad climática”, afirmó a Elonce, al describir los cambios abruptos de escenario que se observan en lapsos cada vez más cortos.
Como ejemplo, recordó lo ocurrido en 2009 en el río Paraná. “Tuvimos un primer semestre de aguas muy bajas y terminamos el año con niveles de inundación”, relató. Situaciones similares, explicó, se repiten con frecuencia en el río Uruguay.
“Pasamos de un nivel muy bajo a uno muy alto o viceversa. Y eso nos obliga a acostumbrarnos a cambios de escenario en muy poco tiempo”, advirtió, y agregó que esta tendencia “lamentablemente no tiene visos de cambio”.
El impacto sobre la fauna íctica
La variabilidad hidrológica también planteaba desafíos importantes para la fauna, en particular para los peces. Borus reconoció que, si bien la fauna íctica tiende a adaptarse, los extremos generan impactos difíciles de revertir.
“No hay ninguna duda de que es una situación difícil y complicada”, expresó. En ese marco, fue claro al marcar una preferencia desde el punto de vista ambiental.
“Si me tengo que quedar entre una situación como la actual, un escenario húmedo como el 2016, o lo que vivimos en 2021 y 2022, me quedo con lo mucho en vez de lo poco”, afirmó. Y agregó: “Prefiero escenarios húmedos, que permitan un sostenimiento y un desarrollo más o menos normal”.
Según explicó, las sequías severas generan impactos “muy claros y muy severos” sobre los ecosistemas, y luego “cuesta recuperar”.
La Hidrovía y el déficit de comunicación
El análisis de Borus también abordó el proyecto de la Hidrovía Paraná–Paraguay, recientemente relanzado. Allí planteó una crítica que atravesó buena parte de su exposición: la falta de comunicación clara hacia la sociedad.
“A mí me da la impresión de que no hay una discusión que salga de lo técnico y llegue a la gente”, sostuvo. Reconoció que tanto el impacto ambiental como la potencialidad económica del río eran cuestiones legítimas, pero advirtió que el problema estaba en cómo se transmitían.
“¿Dónde está el equilibrio? Ese equilibrio se va a entender cuando se explique en palabras simples y claras”, remarcó a Elonce. En su opinión, las provincias debían tener un rol central en ese proceso.
“Las provincias tienen que tener voz y voto, y tienen que ser las primeras en saber bien cómo viene la mano y en comunicar a su población”, afirmó Borus, al señalar que la comunicación era una asignatura pendiente.
Un desafío hacia adelante
Al cierre, el ingeniero consideró que la experiencia de las bajantes históricas recientes dejó aprendizajes valiosos, pero también expuso deudas pendientes en términos de planificación y diálogo social.
“Esta de la hidrovía es claramente una asignatura pendiente en lo que hace a la comunicación asertiva y clara hacia la comunidad”, insistió, y advirtió que muchas veces se subestimaba la capacidad de análisis de la gente.
De cara al verano 2026, Borus dejó un mensaje de cautela, pero también de expectativa positiva: ríos en niveles medios, menor riesgo de bajantes extremas y un escenario climático que, aunque imprevisible, mostraba señales de estabilidad.
En un contexto atravesado por el cambio climático, concluyó, el desafío no era volver a un pasado que ya no existe, sino aprender a convivir con la variabilidad, fortalecer la información pública y tomar decisiones basadas en conocimiento y diálogo.