El Parque Nacional Pre-Delta es un paseo imperdible que ofrece Entre Ríos. Muy cerca de la ciudad de Diamante y a orillas del Paraná, se encuentra se encuentra este atractivo natural.
Creado en 1992, el Pre-Delta consta de 2.700 hectáreas y tiene un paisaje dominado por islas, arroyos, lagunas y riachos con la influencia del gran río Paraná, cuyas crecidas modelan un paisaje que está en continuo cambio. Los visitantes pueden disfrutar de largos senderos entre la vegetación, un sector de camping y espaciamiento, vistas al río y paseos en lancha.
En el marco del micro “Espejo de mi tierra”, Elonce recorrió por lancha y por tierra el área protegida donde se puede contemplar la exuberancia de la flora y fauna del lugar.
“El parque conserva más de 2.700 hectáreas de zonas de humedales, con arroyos, riachos que ahora con la condición del río están retomando un poco la vida y se ve un poco más verde”, mencionó el guardaparque, Jeremías Mancini, a Elonce al asegurar que a pesar de que ya pasaron varios meses de la primavera las últimas lluvias favorecieron a que las plantas florezcan”.
el parque hay una gran bioviersidad cuya fauna y floran son exuberante. El Pre Delta ampara especies amenazadas como la lobito de río, la chanchita (Gymnogeophagus setequedas) y una población relictual del yacaré overo y eso lo convierte es un escenario ideal para realizar avistamiento de estos animales.
Además, entre los mamíferos que allí habitan se destacan los carpinchos, comadrejas coloradas, nutrias y gatos monteses. Bajos las aguas, hay cardúmenes de sábalos, dorados, surubíes y mojarras se dan cita constante. “Muchas veces los animales pueden ser apreciados por las personas que disfrutan el parque y es una experiencia hermosa”, mencionó Mancini al agregar que es una gran opción para fotógrafos y amantes de la naturaleza.
En tanto en las zonas de aguas abiertas, se encuentran el Martín pescador que sobrevuela en busca de posibles presas, generalmente acompañado de chajás, patos, garzas, cigüeñas, gallaretas.
En este sentido, el guía explicó que en la zona alta del parque conocida como el Parque Nacional Sarmiento, hay otro tipo de vegetación y “al tratarse de un territorio firme, no una especié de isla, se pueden encontrar guazunchos, iguanas y un centenar de aves”.
En este sentido, detalló que los guardaparques tienen varias tareas a cargo dentro del parque “una de ellas es la prevención de actos que atentes a la fauna; también se trabaja en la educación ambiental y todo es netamente en el territorio”, sostuvo.
“Existe una dinámica tremenda en el parque, podemos encontrarnos con períodos de mucha sequía y luego vemos todo inundado, es algo que gusta mucho a los que trabajamos de aca”.
En cuanto a la flora, a orillas de ríos y arroyos crecen los sauces (Salix humboldtiana) formando bosques junto a otros árboles. De características ramas colgantes y follaje verde claro, su fruto posee el aspecto de una cápsula de color marrón claro con numerosas semillas algodonosas en su interior.
Los senderos
Lleno de naturaleza viva, el turista podrá recorrer el parque a través de 1.000 metros de extensión, que desembocan en dos senderos llamados Laguna Irupé y Las Piedras. Estos senderos deben ser recorridos por vía terrestre. También dentro del Parque se instaló un campamento agreste con fogones, que permiten un interesante acercamiento a la naturaleza de la zona.
La primera en verse es la Laguna del Irupé, la cual debe su nombre a la gran presencia de irupés en época estival y se llega por una pasarela que atraviesa un pajonal con abundancia de cardales. Desde el mirador se puede observar la vegetación palustre en los bordes de la laguna y en el espejo de agua interior. Dada la escasa vegetación flotante es posible ver lobitos de rio, nutrias, patos, garzas, gallaretas, gaviotines y gallinetas.
Si se continúa por el desvío se llegará hasta el mirador de la Laguna Las Piedras, luego de atravesar un bosque dominado por sauces criollos junto a otras especies como alisos de rio, timboes, curupíes, canelones y ceibos.
Por otra parte, el recorrido por la Laguna Curiyú, presenta un ambiente acuático y un bosque de albardón. Desde el mirador descubrirá la gran variedad de fauna que se encuentra en este pequeño cuerpo de agua.
En tanto, el espacio conocido como “La Azotea” es una barranca natural donde se dan cita hermosas aves como el celestino, el brasita de fuego y el frutero imperial. En las lagunas que se forman en las zonas centrales deprimidas de las islas, los irupés de enormes hojas flotantes destacan entre la vegetación. Mientras que en los sitios más altos, se extienden bosques ribereños de sauce criollo, timbó, alisos de río y ceibo. Por su parte, en zonas de aguas abiertas viven patos, garzas, cigüeñas y gallaretas.
De hecho, el paseo en lancha sobre el arroyo es una buena opción para contemplar la exuberancia de la flora y fauna del lugar. Desde los albardones hasta los declives y las zonas inundables, el parque posee bosques enfundados de enredaderas que le dan un carácter singular a un paisaje que, por presión de las crecidas del Paraná, está en continuo cambio. Además, el río es un corredor de biodiversidad que aporta a la región animales y plantas típicas de la selva misionera y el Chaco .
El Parque está abierto al público, se puede acampar, la entrada es libre y gratuita y tiene una función educativa en cuanto a la flora y la fauna del lugar. Se puede visitar desde las 7:00 horas a 20:00 horas.