Anahí Reitano tiene 19 años y estudia la carrera de Organización de eventos en un instituto privado en Santa Fe; para costear sus estudios terciarios y ayudar a su familia, la joven vende pan casero en el semáforo ubicado en la esquina de calles Gral. Espejo y Martín del Barco Centenera, en Paraná.
Bajo el intenso manto de niebla que, por segundo día consecutivo, es la postal que se repite en la ciudad, Elonce rescató en la historia de Anahí un ejemplo de superación digno de apoyar. La joven vende pan casero, pan con chicharrón y tortitas mendocinas que hace su papá. “Lo hago para intentar ganar algo más, porque la plata nunca es mal bienvenida, y para ayudar a mis papás, porque no les daban los horarios para vender y también porque el instituto es privado, entonces para pagarlo y pagar los viajes, además de las fotocopias y el material”, contó.
“Se gana lo que se necesita, a veces compra más gente, a veces menos. Somos una familia grande, de nueve hermanos, y mis papás por ahí no tienen tiempo para salir a vender porque ayudan a mis hermanos con las actividades de la escuela y mamá también tiene que cocinar, entonces, que alguien esté afuera vendiendo les viene bien”, explicó la joven.
Según detalló, el pan casero o el pan con chicharrón lo vende a 200 pesos cada uno, o dos a 300 pesos; mientras que las tortitas, tres por 100 pesos. “Son como las tortas fritas, pero en vez de ser fritas, se hacen al horno”, aclaró en relación a la exquisitez que elabora su papá.
Consultada a Anahí sobre los comentarios que recibe por su labor, ella ejemplificó con una pregunta que recibió de parte de un cliente: “Un día en el que lloviznaba estaba en la garita de colectivo y me decían: `con lluvia y salís igual, ¿quién lo diría?´ y me compran”.
“La mayor facilidad de estar afuera es que pasan muchos autos, frenan y como las personas no quieren bajarse a buscar el pan, entonces vos vas y se lo alcanzas; es mucho más fácil y no tienen ni que apagar el auto porque arranan y se van”, mencionó.
La joven, que el año pasado finalizó sus estudios secundarios en la Técnica Juan XXIII, confesó que al principio no le gustaba la idea de la atención al público. “Porque mi papá también me ofreció atender en la despensa, pero son muchas cosas para vender y muchos precios. Me pongo nerviosa y entro en pánico, pero acá son pocas cosas, me pongo a charlar con los clientes que vienen y nos conocemos”, animó.
Sobre sus metas en el ámbito laboral, Anahí dio cuenta que “la organización de eventos es muy interesante, y no algo monótono, porque siempre podés ir cambiando y porque cada persona quiere su evento a su manera, como un cumple de 15, y por más que sean 50 fiestas, cada una será distinta”. (Elonce)