El paso de la Fórmula 1 por Las Vegas dejó un saldo negativo para Franco Colapinto, quien finalizó la competencia en la 15ª ubicación. Su carrera estuvo condicionada desde los metros iniciales por un incidente con Alexander Albon, piloto de Williams, que provocó daños estructurales en el difusor de su unidad, lastrando significativamente la eficiencia aerodinámica y el ritmo general durante toda la prueba.
En sus declaraciones post-carrera, Colapinto ofreció un diagnóstico técnico desolador sobre la manejabilidad del vehículo. Describió la experiencia como "frustrante", citando “una carencia crítica de adherencia (grip) que tornó el monoplaza ingobernable”.
Según explicó ante la prensa, “la inestabilidad en el tren trasero impedía tanto traccionar a la salida de las curvas como gestionar el frenado con seguridad”, calificando el estado del coche como un "desastre" en términos de dinámica vehicular.
Aunque valoró la resiliencia necesaria para completar el Gran Premio bajo condiciones adversas, subrayó la impotencia y la "bronca" que genera “la imposibilidad mecánica de ser competitivo”.
La falta de balance fue la constante de la noche, dejando al equipo con la tarea imperativa de revisar los datos de cara al próximo compromiso.