En la madrugada del pasado 8 de marzo, un avión de Malaysia Airlines despegó de Kuala Lumpur con 239 personas a bordo, y tenía previsto llegar a Pekín seis horas más tarde.

Pero, 40 minutos después de iniciado el vuelo, desapareció de las pantallas de control de radar.

Según las primeras hipótesis de las autoridades malayas, el avión MH370 cambió de rumbo en una "acción deliberada" para llevarlo al sur del Océano Indico.

A partir del pasado 18 de marzo, los esfuerzos de rastreo se concentraron en el sector meridional del Öndico, a unos 2.500 kilómetros al suroeste de la ciudad de Perth.

Diez días después, la búsqueda se dirigió hacia el norte, a 1.800 kilómetros al suroeste de Perth, mientras ya en abril la búsqueda se trasladó aún más al norte, después de que se detectaran unas señales acústicas que se creía que podían provenir de las cajas negras de la aeronave.

Pero a finales de mayo, el gobierno de Australia descartó que el avión se encontrara en esa área.

Ese mismo día mantuvieron una reunión en Pekín el primer ministro chino, Li Keqiang, y su par malasio, Nayib Razak.

Li aprovechó la ocasión para reclamarle a Malasia un plan alternativo de búsqueda del aparato, en el que la mayoría de los pasajeros a bordo era de nacionalidad china.

El reclamo del gobierno se sumó a las quejas de las familias de las víctimas chinas, que siempre sostuvieron que el gobierno de Malasia no se manejó con transparencia a la hora de buscar y determinar lo que ocurrió con el avión MH370.

A fines de junio pasado, el gobierno de Australia lanzó otro operativo para intentar determinar qué fue lo que pasó con la aeronave, con exploraciones submarinas que se centrarán en el sur de la zona y que comenzarán a partir de agosto próximo.