REDACCIÓN ELONCE
El Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) atravesó durante 2025 uno de los períodos más complejos de su historia reciente, en un contexto de reestructuración institucional y redefinición de funciones. Así lo expresó Jorge Gvozdenovich, director del INTA Regional Entre Ríos, quien realizó un balance del año y anticipó los principales objetivos de cara a 2026, en diálogo con Elonce.
“Fue un 2025 totalmente atípico para estos 69 años que tiene el INTA”, señaló Gvozdenovich, al describir un escenario marcado por anuncios de reorganización, cambios en la conducción nacional y una fuerte incertidumbre institucional. “De un día para otro nos dijeron que teníamos 75 días para reestructurar el INTA. Fue un año muy intenso”, explicó.
Pese a ese contexto, el director remarcó que el organismo continuó funcionando en la provincia. “El INTA Entre Ríos siguió trabajando al 100%, con convenios, articulaciones con el sector privado y el sector público, reuniones de consejo y agencias de extensión”, afirmó. En ese sentido, sostuvo que la consigna interna fue sostener la presencia territorial: “Nos propusimos no aflojar y seguir funcionando”.
Gvozdenovich destacó que el INTA recuperó durante el año su estructura de conducción y la capacidad de decidir sobre el presupuesto y los recursos humanos. “Hoy volvió a tener esa estructura el INTA, con un Consejo Directivo que decide el rumbo del organismo”, explicó, y señaló que existe un plazo hasta abril para debatir cargos y estructuras, aunque aclaró que “no se negoció la reducción de recursos humanos”.
En cuanto a la situación en Entre Ríos, precisó que el organismo cuenta actualmente con 295 agentes distribuidos en las tres estaciones experimentales -Concordia, Concepción del Uruguay y Paraná- y en agencias de extensión en los 17 departamentos. “Estamos al límite con este personal”, advirtió, al señalar que varias agencias del norte provincial enfrentarán jubilaciones en 2026.
“Toda persona que ingresa al INTA lo hace mediante concursos públicos, ya que no existen contratos discrecionales. Los procesos de selección cuentan con control social, dado que los jurados están integrados mayoritariamente por actores externos al organismo, provenientes de la comunidad científica y del sector productivo, lo que garantiza la definición transparente de los perfiles requeridos según cada región. Este mecanismo permitió que el INTA no registre hechos de corrupción y se mantenga institucionalmente sólido, incluso en el marco del proceso de modernización atravesado en los últimos años", especificó Gvozdenovich. "El principal desafío actual es adaptar su funcionamiento a los cambios del sistema productivo y agrícola, en un contexto de transformación que plantea nuevas exigencias para el organismo", remarcó.
Logros y desafíos
El director también se refirió a los desafíos tecnológicos y productivos. “El INTA tiene que aportar ciencia y técnica en áreas como agricultura de precisión, drones, manejo del agua y del suelo”, afirmó. Además, resaltó el rol del organismo en temas estratégicos como la sanidad citrícola, la genética vegetal y cómo combatir la chicharrita que afectó a los cultivos de maíz.
Al enumerar los logros del año, Gvozdenovich subrayó la continuidad operativa como el principal objetivo alcanzado. “Seguimos funcionando pese a los embates y la desmotivación, seguimos investigando y trabajando en el territorio, y eso no es menor”, sostuvo. También destacó la articulación con el sector privado, que permitió equipar laboratorios y fortalecer líneas de investigación.
De cara a 2026, el director planteó como objetivo central “repensar la estructura y los cargos del INTA para dar respuesta a las demandas actuales del sistema productivo y social”. “Tenemos hasta abril para presentar una propuesta superadora que haga al INTA más eficiente”, indicó, y concluyó: “El desafío es seguir aplicando ciencia y técnica para una producción sustentable”.